Un Hombre para Recordar,Ray McGeorge, Una Inspiración para Todos Nosotros

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Tue Oct 5 12:23:23 UTC 2010


Braille Monitor

Volumen 53. Número 9

Octubre, 2010

Gary Wunder, Redactor

 

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http://www.nfb.org/images/nfb/Publications/bm/bm10/bm1009/bm100913.htm

[LEYENDA DE LA FOTO: Ray McGeorge camina por la calle.]

 

Un Hombre para Recordar,                          Ray McGeorge, Una Inspiración para Todos Nosotros

Nota del redactor: Cada buena receta comienza con una lista de ingredientes, seguida por la parte de cada una, que permitirá alcanzar la mezcla deseada de los gustos y la experiencia agradable que trae.  Las personas ciegas con mayor éxito que conozco comparten dos cosas. Se trata de una actitud positiva hacia la ceguera; y la otra es un conjunto de habilidades que apoya, y es apoyada por la actitud. Las personas ciegas a las que considero verdaderamente especiales, no sólo comparten estos ingredientes, sino que también la mezcla de ellos para que estos lleguen a simbolizar lo que es bueno y correcto en el mundo. Ray McGeorge, que murió el 18 de junio. y cuyo obituario apareció en julio del 2010 en el Braille Monitor, fué uno de ellos, y en honor de su vida y su memoria, el monitor imprime aquí tributos de dos miembros de la familia de la Federación que lo querían profundamente, y cuyas vidas hanh sido, para bien, cambiadas para siempre, porque él se preocupó por ellos. Al final de su relato, "Los Lazos que Unen", en el Libro Kernel, Tocar las Estrellas, Kevan Worley habla sobre las habilidades que Ray le impartió. Peggy Elliott destaca la actitud de Ray vivida y compartida con ella. Estas dos voces son representantes de las cientos de personas que Ray McGeorge tocó en su tiempo con nosotros, y estamos agradecidos por Ray y por las personas que han escrito estas líneas en su memoria.

Ray McGeorge me hizo atar una corbata

Por Kevan Worley

Cuándo estába en entrenamiento en el Centro para Ciegos, Colorado Center for the Blind, un grupo de estudiantes y yo nos dirigíamos a la parada de autobús y hablábamos sobre cosas que deseábamos que hubiéramos aprendido como niños ciegos. Casualmente mencioné que hubiera deseado haber aprendido a atar una corbata. Ray McGeorge lo oyó y dijo: "Te puedo enseñar a hacer eso ahora mismo."

 

A medida que me alejaba de prisa del centro, le dije que apreciaría la lección. Tal vez podríamos reunirnos en algún momento antes de graduarme. Ray respondió lentamente, sacando sus palabras como siempre lo hacía, "no veo razón por la que no puedes empezar ahora mismo."


Eran más de las 4:30 de la tarde, y yo estába listo para volver al apartamento. En aquel entonces, Ray estába trabajando a tiempo completo como maquinista, y yo estába seguro de que él debía estar cansado de un duro día de trabajo, pero Ray estába diciendo, "Voy a ver si podemos encontrar una corbata alrededor de aquí, y sólo tendremos que arreglártela."
Ciertamente, él no sería capaz de encontrar una corbata. Pero, al llegar a la parada de autobús en Broadway, oí la distintiva voz baja de Ray detrás de mí. "Vamos , Kevan, esto no debe tardar mucho. Vamos a llegar a ello."


Con los autobuses que pasaban por cada diez minutos, Ray estába parado detrás de mí, pacientemente enseñándome cómo hacer el nudo. Me hizo hacerlo hasta que, no sólo podía hacerlo correctamente, sino que podía hacerlo una y otra vez. "Tenemos que hacerlo para que Nunca se te olvide", dijo. Y luego agregó: "Tal vez algún día le mostrarás a algún otro jóven cómo atar una corbata".


Es curioso cómo la gente, los eventos, y las lecciones de una vida vienen juntos para crear a la persona en la que te conviertes. Ahora soy el director de proyecto para el servicio de alimentos,M and K Food Service, en Aurora, Colorado. Me pongo una corbata todos los días. De hecho, en los últimos seis o siete años en el negocio de alimentos, e recogido más de cien corbatas relacionadas con la alimentación. Me gusta su recogida, y hacer que el nudo esté correcto. Es una cuestión de orgullo y amor propio en una forma sencilla, muy básica.


Me encuentro a mí mismo pensando en Ray casi todas las mañanas a medida que ato mi corbata y salgo por la puerta para el trabajo. Ray me recuerda a mi abuelo, un hombre de calmada fuerza, ingenio y paciencia. No hace mucho, le enseñé a dos chicos jóvenes a hacer el nudo de la corbata antes de su entrevista de trabajo compartiendo algunos de los conocimientos de Ray, y la confianza en sí mismos, y pasando conjuntamente a los demás un poco de cariño, autoestima, entusiasmo por la vida que Ray, y la Federación, tan generosamente me han brindado.

Las cosas que Ray sabía

Por Peggy Elliott

Ray sabía cosas. Era un hombre grande con una voz retumbante lo suficiente como para prevenir su no ser discreto. Pero su actitud entera, todo su enfoque al mundo y a los seres en él, era suave, amable y positivo.
Si necesitaba cambiar algo en la forma de trabajar, o aprender una nueva habilidad para minimizar el dolor o pena a alguien, o envalentonar a alguien que se asustó, Ray era tu hombre.


Ray entendía cómo el mundo físico funcionaba. Su habilidad con las máquinas le había ganado un buen dinero la mayor parte de su vida, pero el don fué mucho más allá de un Trabajo. Si algo necesitaba arreglo o modificación o sustitución, Ray sabía cómo hacerlo, qué herramientas usar, y el tiempo que se necesitaba.
Con el mundo compuesto por millones de partes vivas e inanimadas, Ray también entendía cómo reorganizar o reordenar las partes. Podía organizar su depósito de una manera nueva y eficaz, o ayudar a planificar la mejor manera de moverse y hacerlos participar en una manifestación contra la injusticia.


Útil como estas habilidades eran, no estaban en el núcleo de la fuerza con la que tantos de nosotros contábamos, y sobre la que sacábamos  las cosas importantes que Ray sabía. Las cosas importantes que Ray sabía, descansaban sobre una base firme de empatía y bondad. De una comprensión intuitiva de la gente alrededor suyo, pues era, encantador y cómodo al amigo de largo tiempo y un faro de esperanza que daba la bienvenida a los que eran nuevos, frágiles, o en busca de algo.


Al conocer a Ray por primera vez, que tomó cerca de un segundo, registrabas que nunca te juzgaba, ya que te valoraba, y que estába dispuesto, si querías que te enseñara algo. Él también estába allí para ayudarte a través de una lucha personal, o sencillamente compartir una buena carcajada contigo. Él emanaba una sensación de confianza compuesta, por igual, de la seguridad de sí mismo, y un interés en otros. Esto fué inmediatamente reconocible y genuino por lo que atrajo a otros hacia él.


Ray creía profundamente en que la gente podía mejorar, cambiar, construir algo nuevo en conjunto, y aprender a aceptar más responsabilidad. La creencia que se comunicaba era la misma que él vivió: con valor y estoicismo ante el reto de la pérdida significativa de la vista más adelante en la vida, estaba demostrando que era tan bueno como su palabra a la hora de continuar viviendo plenamente y de forma independiente. Ambos antes y después de perder la vista, Ray hizo todo lo necesario para ayudar a que se fundara, creciera, y se estabilizara el centro para ciegos, Colorado Center for the Blind, para que otros pudieran aprender a vivir plenamente y de forma independiente.


Las cosas que Ray sabía incluyían una buena dosis de fé en lo mejor acerca de las personas, no un teórico, "todas las personas son buenas," sino que realista, día tras día acerca de la creencia en la gente que conocía, y que había trabajado con el a diario. Por su fé en ellos, y su aliento de ellos, el llamado de Ray a los demás al crecimiento y al cambio fué contestado una y otra vez por gente que entendía que el llamado de Ray estuvo acompañado por la oferta personal para ayudar en el proceso.


La gente respondió. Con el paso  de los años, cientos de jóvenes y gente de mediana edad, personas en el centro para ciegos, Colorado Center for the blind, han aprendido un truco, una habilidad, o una actitud de Ray. A medida que envejeció con elegancia, su llamado se hizo cada vez más a las personas mayores que luchan con la pérdida de la vista. Ellos respondieron también:
aprendiendo y riendo a su manera precisamente con Ray, en una nueva forma de pensar sobre la ceguera que les dio oportunidad de ser los dirigentes de sus vidas nuevamente. 


Ray caminó, a través de todos los días, diciéndole a la gente la verdad, personalmente colaborando con ellos como individuos, siendo el modelo a seguir totalmente y completamente que proporcionó un ejemplo vivo para los demás. Estos puntos de vista, parte del panorama mental de Ray, transparente para todos, constituye el material más importante de lo que sabía. Él así lo reconoció. Y sabía algo más también: que las cosas que él sabía, encierran un tesoro que no podía ser agarrado o acumulado en la soledad, sino que debía ser compartido en el sol como una proclamación de lo que la gente ciega puede hacer y ser, sí tan sólo lo creen. Ray sabía que las cosas que sabía tenían que ser entregadas a puñados grandes para que la gente que más lo necesitara, siempre lo encontrara en abundancia. A diferencia del oro, las cosas que Ray sabía, crecían dando y se contraen por el acaparamiento, y, cuándo Ray murió, él tenía una de las mayores colecciones de todo.


Cualquier foto de Ray, no estaría completa sin mencionar sus queridos animales. Mientras que amaba y estába orgulloso de todos los perros que han vivido en el hogar de los McGeorge, era el ver a  Ray con un gatito pequeño que reveló la profundidad de su amor por los animales. Tan pequeño en comparación con Ray, los gatos no tenían miedo de él, y le tenían confianza y cariño tan profundamente como sus más grandes primos, los perros. Los gatos y perros, así como la gente, por instinto sabían que Ray era un hombre en quien se podía confiar, y lo hicieron.


Cuándo Ray cayó enfermo cerca del final de su vida, era difícil imaginar un hombre de tal fuerza física y moral tendido tranquilamente sin responder. Se ha ido ahora, después de haber cambiado el mundo para siempre. Nunca vamos a oír su risa o su sabiduría de nuevo en esta tierra, pero tenemos tres cosas por las que estar agradecidos. Uno de ellos es el claro ejemplo de cómo la vida debe ser vivida, una vida que valora y ayuda a los demás como un llamado. La segunda es que no sufrió, y no perduró mucho, pero cambió de mundos como lo hizo todo lo demás, con decisión. La tercera es que podemos estar seguros de que está en un lugar donde su compromiso con la verdad, sus convicciones acerca de la responsabilidad, y su certeza sobre el valor de cada ser es honrado y compartido. Es fácil imaginarlo acomodado en su silla con su pipa y un vaso de whisky,contando un relato, y todo termina con una risa. Todos podemos esperar reunirnos con él de nuevo algún día para esos relatos, porque las cosas que Ray sabía, que se han simbolizado, y se han brindado a los demás, directamente vinieron de lo mejor que los humanos tienen para ofrecer.



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