[Nfbespanol-talk] Para Arriba en la de Abajo, y para Abajo en la de Arriba

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Thu Apr 5 02:03:23 UTC 2012


Braille Monitor
Volumen 55, Número 4

Abril, 2012

Gary Wunder, Redactor

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[LEYENDA DE LA  FOTO: David Hyde]

Para Arriba en la de Abajo, y para Abajo en la de Arriba
por Dave Hyde

Nota del redactor: David Hyde es el coordinador de desarrollo profesional del centro para ciegos, Wisconsin Center for the Blind and Visually Impaired.
Recientemente, ha asumido parte de la responsabilidad de enlace con los padres de familia para el estado. También es presidente del Capítulo Rock County, y un miembro de la Junta Directiva de la Filial. Como se puede leer, su experiencia en la Federación se remonta a varias décadas. Esto le da una perspectiva útil sobre la educación de niños ciegos. Esto es lo que dice:

Hace poco, pasé un fín de semana con una niñita y su bastón. Eso es  Lo normal en la Federación Nacional de Ciegos. Los niños ciegos, así como los adultos ciegos, utilizan bastones. Los niños aprenden que, si se utilizan correctamente, el bastón llega a las cosas antes de ellos hacerlo, y localiza los obstáculos, aun cuando los obstáculos son humanos. Para ellos, el bastón es una parte normal de la vida, no notable en absoluto. Cómo han cambiado las cosas.
Cuando yo tenía unos ocho años, le pregunté a un maestro por qué sólo los grandes utilizan bastones. Sonaban muy padre, ya que golpeaban a su manera en todas las instalaciones escolares. Se me dijo que recibiría uno algún día, pero que era más importante que utilizara cualquier vista que tenía; de lo contrario, habría llegado a depender del bastón. Acepté esto porque, después de todo, se pronunció por un adulto que debe saber. Recibí mi bastón a la edad de trece. Había aprendido a utilizarlo en zonas desconocidas, y ponerlo en el armario cuando no tomaba las lecciones de orientación y movilidad. Rara vez lo utilizaba en las instalaciones escolares; después de todo, conocía las instalaciones escolares. Pero me gustaba el sonido de golpecitos. Era una señal de ser un adolescente, así que, lo utilicé cada vez que podía.
el bastón pasó por una serie de encarnaciones. Era telescópico, se dobló, se partió, se puso más pesado y más ligero. Fué cambiado por un perro guía, pero Siempre vivía en la casa en alguna parte. Era, después de todo, una marca de ser un adulto.
En 1983, yo estaba en una reunión en Kansas City en una de nuestras convenciones nacionales. Alguien había traído a uno de dos años de edad a la reunión, y, como la mayoría de los niños de esa edad, se había aburrido con la interesante discusión que los adultos estaban teniendo. Se levantó y se puso a caminar. A medida que pasó junto a mí, me golpeó con algo. Al llegar abajo, descubrí un muy corto (alrededor de la longitud adecuada para uno de dos años de edad), bastón con un juguete enganchado a la parte superior. Mi exploración no lo detuvo; pasó a buscar el obstáculo siguiente, mi vecino de la izquierda. Mirando al niño, me sorprendió que alguien daría un bastón a un niño de esa edad.
Al año siguiente, estábamos en Phoenix. La temperatura era más alta que la deuda nacional, y todos estábamos contentos de tener reuniones en el interior. Encaminándome a una de ellas el sábado por la mañana, pasé cerca de una familia con su hija de cuatro o cinco años tratando de negociar la escalera mecánica. La niñita determinó que no iba a montar esa cosa, y mamá y papá estaban tan determinados a que lo haría. Sus protestas habían emocionado un montón de ecos en el vestíbulo del hotel, y, no importaba cuán convencida, no iba a dar un paso en la escalera. Finalmente, el padre la alzó y, por encima de su voz alta, y sus protestas estridentes, la llevó hasta el segundo piso.
Esa semana en Phoenix, algunos niños estaban usando bastones. Eran raros, pero estaban allí. De vez en cuando en un elevador, en un pasillo, o en el restaurante, me encontraba una persona menor de cuatro pies de altura con un bastón. Algunos lo utilizaban como un caballo, algunos como un dispositivo para hacer ruidos interesantes sobre las cosas, y un percusionista en ciernes trató de tomar el mío al pensar que podría significar que entre más largo, el sonido sería más fuerte, y con longitud suficiente, le podría ganar a Louis Prima.
El sábado después de la convención, de nuevo, me encontré en contacto con la niñita y su familia. Fuí, de hecho, detenido por su padre, que me pidió que esperara en la parte superior de la escalera mecánica para coger a su hija. Parece que ella había descubierto, no sólo la independencia, sino que el momento preciso. Si ella llegaba arriba antes de que su padre se bajara de la de abajo, él nunca podría alcanzarla. Puse fín a su nuevo juego, y me deleitaba en el cambio que había tenido lugar en esa semana.
La mayoría de nosotros, los adultos, creíamos que la idea de conseguir bastones tan jóvenes Era una de esas cosas que, aunque lo habíamos visto como bueno, algún profesional encontraba una manera de aplastar cualquier movimiento hacia la independencia, y volvíamos hacia conseguir un bastón en algún tiempo cerca de la pubertad. Sin embargo, programas como el de Nueva México, a mediados de los ochenta, cosas como los programas de los niños en nuestros centros, y profesionales progresistas en el campo de la orientación y movilidad nos han demostrado que estábamos equivocados. Los niños con bastones ya no son una rareza.
De hecho, en las convenciones nacionales son comunes. Para aquellos que no lo han visto, debe saber que, con frecuencia, viajan en manadas, y están rara vez en silencio. Les gusta jugar, les gusta nadar, y les gusta explorar. Es igual que cualquier otro grupo de niños, y el adulto que no está alerta está en peligro de convertirse en un obstáculo para viajar. Los que recibieron sus bastones en la época de su primera cita, no pueden más sino que maravillarse y lamentarse.
Hace ya casi treinta años desde que el niño pequeño en Kansas me encontró con su bastón. Ahora trabajo con niños ciegos y también con profesionales de orientación y movilidad. Recientemente, una colega llegó después de visitar a un joven niño y darle su primer bastón. El niño tenía unos dos años de edad. Ella decidió que sería una buena cosa para toda la familia el usar bastones para mostrar que normal era. Tomó fotos y nos las mostró con orgullo durante el almuerzo.
Me sonreí y me fue difícil no tener una amplia sonrisa. Para ella, darle un bastón a un niño pequeño es exactamente lo que debía hacer. Ella, hace libros con Braille e imágenes que hablan de el bastón, y lo divertido que es. No sé  si está tan entusiasmada como yo al ver qué tanto lo está haciendo una parte regular de la vida, pero sé que es feliz con lo que los niños y los padres están aprendiendo sobre la ceguera. Ahora toda la familia está aprendiendo que el bastón y la ceguera son una parte normal de la vida. Si se le pregunta,  le diría que mucho se lo debe a Joe Cutter, quien fué un pionero en la orientación de los niños jóvenes y sigue contribuyendo al campo.
Entonces, ¿qué pueden estos niños esperar cuando están empezando con una herramienta que muchos de nosotros sólo encontramos en la adolescencia? Realmente no tengo idea.
Ellos tienen diferentes problemas por resolver que yo. Sé que, al menos para mí, la alegría con que los veo correr y jugar en la incuestionable garantía de que el bastón los mantendrá a salvo está teñida de sólo un poco de envidia. Están aprendiendo en sus clases de tierna edad, lecciones con las que yo había luchado en la escuela secundaria y la universidad. Lo mejor que puedo hacer es celebrar su libertad y saber que la tienen porque la gente de mi edad hizo las cosas que eran necesarias para que esto ocurra. Así que, con cada bastón en mano, los niños van más allá de lo que yo fui, y con el aumento del sonido de sus bastones, y con el deleite de sus voces, va una parte de ti y una parte de mí. Sin embargo, la gente todavía pregunta: "¿Por qué la Federación Nacional de Ciegos?"
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