[Nfbespanol-talk] Está Bien Ser Ciego

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Mon Aug 6 23:45:11 UTC 2012


FUTURE REFLECTIONS
Volumen 30, Número 2

Edición Especial: La Adolescencia

Una revista para padres de familia, y maestros de niños ciegos, publicada por la American Action Fund for Blind Children and Adults, en colaboración con la Organización Nacional de Padres de Niños Ciegos 

Deborah Kent Stein, Redactora

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[LEYENDA DE LA FOTO: Diggs Parnell
[LEYENDA DE LA FOTO: Diggs Parnell tocando una guitarra.].
Está Bien Ser Ciego
por Diggs Parnell
Nota de la redactora: Diggs Parnell es un miembro de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Ciegos. Es un abogado con una práctica general en Myrtle Beach, Carolina del Sur. En este artículo describe su experiencia como un adolescente ciego que crece en la década de 1980.

Poco después de mi nacimiento, mis padres se dieron cuenta que las sonrisas y muecas, los gestos, colores brillantes, y lindos animales de peluche no atraían mi atención. Podía realizar un seguimiento de la luz, pero no reconocía los rostros de parientes o me daba cuenta cuando alguien en voz baja se acercaba a mi cuna.

Cuando tenía unos seis meses de edad, mi abuela vio un movimiento peculiar en mis pupilas. Su descubrimiento me lanzó a una larga odisea de visitas médicas.
Oftalmólogos locales rápidamente nos refirieron a los programas regionales, y en última instancia, mis padres consultaron con expertos de renombre nacional.
Los profesionales coincidieron en que mi diagnóstico era ceguera congénita debido al desprendimiento de retina. Nadie sabía cómo ni por qué mis retinas se habían desprendido.

Mis padres eran jóvenes y estaban asustados. No tenían idea de cómo criar a un niño ciego. No sabían nada acerca de la Federación Nacional de Ciegos, y pensaban que la ceguera era la peor cosa que le podía suceder a alguien. Habían conocido a una sola persona ciega antes, un afinador de pianos que vivía en su pequeña ciudad natal del sur. Él, se arrastraba de un lugar a otro sin bastón o un perro guía, y todos en la ciudad sabían que tenían que estar atentos a él. Mis padres no querían que saliera igual a él.

En el otoño de 1975, entré en el primer grado en el sistema escolar público de Charlotte, Carolina del Norte. Unas semanas después de que empezó la escuela, mis padres y yo Volamos a Boston, donde me sometí a un procedimiento relativamente nuevo denominado la cirugía láser. Hoy en día, los tratamientos con láser están disponibles en las comunidades de todo el país, pero durante los años setenta, pocos hospitales ofrecían esta opción.
Tuve dos cirugías láser sin éxito, una mientras estaba en primer grado, y otra un año más tarde. Para cuando terminé el segundo grado, estaba claro que nada se podía hacer para darme la vista.

Una vez que se dieron cuenta de que nunca sería capaz de ver, mis padres lucharon hacia su propia filosofía de la ceguera. Por lo que conocían, las personas ciegas no usaban la aspiradora, no tendían las camas, no lavaban platos, no usaban el rastrillo en el jardín, o sacaban la basura. Razonaron que, si bien, yo no podía ver, no tenía que "vivir como una persona ciega." Resolvieron que me enseñarían todas las cosas que creían que la gente ciega no hacía. Si aprendía a ser independiente, mis padres, tenían la esperanza de que yo no tendría una vida como la del hombre ciego que se arrastraba en su ciudad natal.

En casa de mis padres, esperaban que hiciera mi parte de las tareas del hogar. También me animaron a jugar afuera al aire libre. Monté en bicicleta y jugué al fútbol. Al mismo tiempo, mis padres trataron de evitar que me comportara de una manera que llamara la atención a mi ceguera. Me enviaron un claro mensaje de que la ceguera era una vergüenza, y que debía ser ocultada siempre que fuera posible. "No pongas las manos hacia adelante; te ves ciego ", a menudo me decían. Fui advertido de no tocar cosas para saber lo que eran, a pesar de que la exploración por el tacto me habría dado información muy valiosa.

Mis padres estaban convencidos de que si evitaba verme como un ciego, sería aceptado como "normal". Desgraciadamente, los niños y los adultos videntes, sin embargo, no me miraban de forma normal en absoluto. Incluso, mis amigos y sus padres me trataban diferente a la forma en que trataban a mis compañeros videntes. Una noche de las brujas, Halloween, por ejemplo, cuando era aún muy joven, fuí de puerta en puerta por dulces y caramelos con algunos amigos. Estábamos siendo supervisados por sus padres. Yo no tenía un bastón en ese punto de mi vida, y me tropecé con una acera y casi me caigo. Después de ese accidente de menor importancia, los padres en el grupo insistieron en que fuera de puerta en puerta pidiendo dulces y caramelos sin mi máscara puesta, como si yo pudiera ver mejor sin ella.
Cuando estábamos sin supervisión después de la escuela, mis compañeros de juego, a veces, me molestaban como el único niño ciego en el patio de recreo.

A medida que crecíamos, mi hermano menor, Holland, empezó a notar cómo nuestros compañeros me percivían. Él decidió que si aprendía a mirar como los videntes, tal vez encajaría más fácilmente. Se dedicó a enseñarme cómo pretender mirar alrededor las cosas, e incluso, cómo usar ciertos gestos de la mano para mostrar mi descontento con otros.

Recuerdo caminar por la playa por la noche, cuando era un adolescente, sosteniendo el extremo de un halambre en la mano. Holland sostenía el otro extremo para que nadie me fuera a ver cogiendo su brazo. Por cierto, permítanme confesar que el halambre fué idea mía. Estábamos en busca de chicas, por supuesto, y la mayoría de las chicas no pensaban que era genial salir con un hombre ciego. (No lo sabía en aquel entonces, pero esos días se pasan rápidamente. Pero volvamos al relato.)

Para cuando llegué al décimo grado, había descubierto un talento para cantar y tocar la guitarra. Me destaqué en el coro de mi escuela secundaria y fui Honorificado en el coro de Carolina del Sur, All-State Chorus, con una de las mejores calificaciones entre los tenores en todo el estado. En el día de nuestro concierto, un amigo logró convencerme de que mi nombre había sido inadvertidamente dejado fuera en el programa. Nadie puso en duda su afirmación, y me pregunto hasta hoy si estaba tomándome el pelo.
Todavía no sé si los otros estudiantes se sintieron presionados para no arruinar la broma. Como no podía leer el programa impreso, no pude verificar su reclamación, así que le creí.

Más tarde ese año, Holland y yo hicimos una audición para la producción de nuestra escuela de, Vivir de Ilusión, The Music Man. Tuvimos ensayos cuatro veces por semana. Yo también estaba en el equipo de lucha libre. Me pareció que tenía muy poco tiempo para hacer la tarea. Asistí a la práctica de lucha libre en la tarde, fuí a mi casa para ducharme, y me dirigí a la práctica de la comedia.

Lamentablemente, nadie insistió en que yo me ocupara de llevar libros a casa, o incluso, que los llevara a clase. Me aproveché por tanto como el mundo me lo permitió. La mayoría de mis libros eran grabaciones de audio, y había estado muy poco expuesto al Braille, en el primer ciclo, y en la secundaria. Afortunadamente, había aprendido Braille en el primer grado y lo utilicé en la escuela primaria. Tuve la oportunidad de recogerlo de nuevo cuando era necesario en la universidad.

Es muy importante insistir en que los estudiantes ciegos trabajen tan duro como sus compañeros videntes en la escuela. Los estudiantes ciegos deben ser tratados como los estudiantes típicos de su misma edad. Se me permitió ir cuesta abajo cuando era un adolescente, y me aproveché de mi ceguera para salirme de hacer el trabajo escolar tan a menudo como podía. Como padre o maestro, ¡no caiga en la trampa!

Cuando tenía dieciséis años, me salí de la lucha libre y del Coro, All-State Chorus, porque había sido contratado para cantar y tocar la guitarra en un restaurante en Columbia, Carolina del Sur. (Nos trasladamos a Columbia, cuando mi padre se matriculó en la Facultad de Derecho allí.) Mientras que mis compañeros videntes estaban marcando los comestibles en la máquina registradora en el supermercado local por $3.35 la hora, yo ganaba doscientos dólares a la semana cantando en una sala tres horas por noche. De vez en cuando, un cliente se ofreció comprarme una bebida, pero a los dieciséis años yo era demasiado joven para aceptar. Mi edad no me impidió el aprendizaje de la música de todos los artistas favoritos de la generación de mis padres: Simon and Garfunkel, Harry Chapin, Cat Stevens, y muchos otros.

Como cantante, era lo suficientemente popular como para ser invitado a interpretar en el espectáculo de porristas de la escuela, y en mi graduación de la secundaria. Sin embargo, nunca fuí invitado a esas fiestas de fín de semana, de las que siempre había escuchado hablar el lunes por la mañana. A los dieciséis y diecisiete años, la mayoría de las chicas todavía pensaban que era difícil ser vista socializando conmigo muy de cerca. Sin embargo, para cuando llegué al undécimo grado, tenía una novia que era estudiante de primer año en la Universidad de South Carolina. Kim Gossett se graduó de mi escuela secundaria al final de mi décimo grado. Empezamos a salir en mayo, justo a tiempo para asistir a su baile de graduación. Fuí a la fiesta de graduación en mi segundo año de secundaria, lo cual, me puso varios saltos por delante de la mayoría de mis compañeros videntes.

A pesar de que tendía a tener problemas con las chicas, la mayoría de los chicos no se preocupaban acerca de las consecuencias sociales de pasar el tiempo con un chico ciego. Tenía mi cuota de amigos en toda la escuela. Me quedé a dormir fuera de casa, invitaba amigos a mi casa, fuí a juegos de pelota, y me enzarzaba en una riña con el mejor de ellos.

Me gradué de la Escuela secundaria, Irmo High School en 1987, y me matriculé en la Universidad de South Carolina. La Universidad de South Carolina, USC, cuenta con una ciudad universitaria urbana en expansión con un montón de tráfico y un montón de cruces de calles muy transitadas. Decidí que un bastón blanco largo sería útil si planeaba vivir en la universidad. También empecé a usar Braille cuando estudié para mis exámenes. Braille Hoy es una herramienta muy valiosa en mi práctica de derecho en Myrtle Beach, Carolina del Sur.

Como miembro de la junta directiva nacional de la Federación, tengo el privilegio de viajar por todo el país para hablar con los grupos sobre la ceguera. Considero que el niño ciego promedio tiene el potencial de convertirse en cualquier cosa que él o ella quiera llegar a ser. A veces, los niños ciegos cometen errores, al igual que los niños videntes lo hacen. Al igual que sus compañeros videntes, los niños ciegos y los adolescentes deben tener la oportunidad de explorar el mundo y crecer de sus errores así como de sus éxitos. Los niños ciegos deben ser alentados a poner sus manos por delante para explorar. Ellos necesitan absorber el mensaje de que está bien ser ciego.
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