[Nfbespanol-talk] Lawrence "Muzzy" Marcellino: Un Fantástico Mentor de la Federación

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Thu Jul 12 03:46:31 UTC 2012


Braille Monitor

Volumen 55, Número 7

Julio, 2012

Gary Wunder, Redactor

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[LEYENDA DE LA  FOTO: Muzzy Marcellino]

https://www.nfb.org/images/nfb/publications/bm/bm12/bm1207/bm120714.htm
Lawrence "Muzzy" Marcellino: Un Fantástico Mentor de la Federación
por Pat Munson

Nota del redactor: Pat Munson y su marido Jack, ahora son miembros activos de la Federación de Nueva México, pero durante años, ella era una líder de la Federación de California. Actualmente edita el boletín de la División de las Personas Mayores. El siguiente cariñoso recuerdo de Muzzy Marcellino es reproducido de la edición del invierno-primavera 2012 de esta publicación. Muzzy fué contemporáneo del fundador de la Federación, Jacobus tenBroek, y un estudiante de Newel Perry en la escuela para ciegos, California School for the Blind. Esta es la evocación de Pat de uno de los primeros gigantes de la Federación:

Uno de los oradores en la convención de la Federación del 2011, había mencionado a Muzzy Marcellino y su labor; él siempre estaba trabajando para la Federación y para ayudar a las personas ciegas a vivir su filosofía. Conocí a Muzzy en la convención de la Federación Nacional en 1971. Doquiera que fuí me encontré con Muzzy. Él estaba en silencio ayudando a una persona ciega a llegar a alguna parte, o ayudando con una reunión. El Doctor tenBroek había fallecido tres años antes, y Muzzy estaba llenando los vacíos donde pudo, pero yo no lo entendía en ese momento.
Después de la Convención no vi a Muzzy por algún tiempo, mi pérdida, pero No pensé que necesitaba mucha ayuda. Ya saben cómo la gente joven es: ya se trate de ciegos o videntes, lo saben todo, o al menos eso creen.
A finales de la década de 1970, Muzzy me llamó para pedirme que me hiciera cargo de la edición de un boletín de noticias. Argumenté que no sabía nada acerca de la escritura y la redacción. Yo era simplemente una maestra de Inglés. Él actuó como si no hubiera escuchado una sola palabra de lo que yo había  dicho. Me dijo que me recogería en mi trabajo y que íbamos a tomar el autobús a las colinas de Berkeley Hills, donde la señora tenBroek me enseñaría todo lo que necesitaba saber. No se le decía que no a Muzzy, así que lo seguí desde la parada del autobús hasta la colina y hasta un millón de escaleras, y luego, a más escalinatas para llegar a la casa de tenBroek. Estábamos en las colinas empinadas, donde las escaleras se utilizaban como aceras en los lugares porque el terreno era demasiado empinado. Pensé que si él podía viajar este territorio, yo podía hacerlo en mis zapatos de tacón alto, pero estaba muy nerviosa de caerme de algo. Él me decía que usara el bastón blanco, y ¡cielos, lo hice!
Recuerdo que estaba sentada junto a la señora tenBroek cuando criticó mi forma de escribir al mismo tiempo que me daba sugerencias infinitas. Creo que estuvimos allí para la cena; la señora T. siempre estaba dando de comer a cualquier persona que entraba por su puerta, que se sumaba al placer de una sesión de trabajo entusiasmante.
En cierto momento, Muzzy me dijo que necesitaba reunirme con él en San Francisco. Yo simplemente lo seguía a todas partes. Fuimos a un espacio que le había sido dado por un Legislador del estado de California en su oficina. La secretaria actuaba como si Muzzy fuera una parte del personal de la oficina. Ella le trajo el café, lo cual, hizo para todos, y dijo que su máquina de escribir había sido reparada. El personal lo recibió con gran cortesía. Yo estaba asombrada por el respeto que se le mostraba. Luego, procedimos a su lugar de trabajo, que en ese momento era la venta de seguros. Cuando abrió la puerta para entrar, todo el mundo detuvo su trabajo y lo saludó con gran afecto. Me senté mientras él llevaba a cabo algunos asuntos, pero de nuevo estaba en estado de shock al ver que este hombre ciego estaba siendo tratado como si fuera rey.
Finalmente, nos fuimos a un restaurante, donde mi marido se unió a nosotros para la cena. De nuevo, el personal le dio la bienvenida con gran respeto, nos llevó a la mejor mesa, y le dijo cuales eran los más frescos productos en el menú. Más tarde le dije a mi marido que nunca había conocido a una persona tan interesante. Le aseguré que la ceguera no tenía nada que ver con eso, pero lo fué.
Muzzy siempre estaba vestido con un hermoso traje de tres piezas con una almidonada camisa blanca y zapatos perfectamente pulidos, y llevaba su maletín y su bastón largo, blanco. Estábamos llevando a cabo asuntos de la Federación, por lo que, nos vestíamos en atuendos de negocios.
En otra ocasión, lo seguí a medida que hacía su trabajo en el capitolio estatal de California. Estábamos caminando por un pasillo, cuando un legislador espiaba a Muzzy pasar la puerta. El legislador dejó de hacer lo que estaba haciendo y lo llamó. El legislador le preguntaba qué era lo que él podía hacer para promover la labor de la Federación. Una vez más, yo estaba en shock. Pero no sabía nada de Muzzy, y de los miembros y de otros, de la Federación, quienes por muchos años habían trabajado en esos pasillos para mejorar a muchos de los ciegos, lo cual, me incluía a mí.
La salida más difícil que había tenido con Muzzy era la siguiente. Nos encontramos en una esquina de la calle, y anunció que después de un par de diligencias, íbamos a comer el almuerzo en un restaurante de buffet. Dije que no iba a ir. Odiaba los buffets. Yo había estado en un centro de entrenamiento de adultos bueno y tenía que ponerme en fila en el buffet, pero aún no me gustaba. Él simplemente comenzó a caminar lejos de mí. ¿Qué podía hacer sino seguirlo? No discutí con Muzzy porque sabía en mi corazón que él tenía razón.
Llegamos al restaurante, y reunió a un empleado a quien le dió instrucciones de cómo ayudarnos. Él puso mi mano en el primer tazón, plato, o lo que fuera, y me hizo pasar la mano por el borde exterior hasta que encontré el utensilio de servir. Hizo que el empleado nos dijera lo que había en cada plato, y entonces tomamos rápidamente la comida utilizando el método de Muzzy.
Al final de la fila recogimos nuestras bandejas, poniendo un brazo sobre la parte inferior, alcanzando la mano para sujetar la bebida para que no se derramara.
La otra mano utilizaba el bastón y buscaba una silla vacía al mismo tiempo. Entonces, nos sentamos y comimos como todos los demás en el lugar. Por supuesto, él estaba poniendo a prueba mis habilidades de la ceguera.
Mientras comíamos, hablamos de cómo el Doctor Jernigan organizó un buffet ofrecido por los ciegos. Una persona ciega estaba de pie detrás del artículo o artículos que él o ella estaba sirviendo, y le dijo a cada persona que pasaba por la fila, lo que él o ella tenía que ofrecer. Ya que el servidor sabía dónde estaba la bandeja, era fácil para él o ella poner la comida en el plato, pero, si se trataba de comer con los dedos, el huésped podía fácilmente recoger la comida que se ofrecía. Parecía sencillo, pero entonces, el Doctor Jernigan y sus estudiantes habían estado perfeccionando estas técnicas desde hace años.
En otra ocasión, estábamos trabajando en San Francisco. Estábamos en un autobús lleno de la ciudad. Por el sonido de la voz del conductor, él no estaba contento, pero cuando Muzzy gritó con su voz amable pero estentórea de la parte trasera del autobús que él quería saber el nombre de la siguiente calle, el conductor muy cortésmente se lo dijo. Más tarde, el conductor detuvo el autobús en la parada de Muzzy, y respondió con paciencia a sus preguntas. Me quedé boquiabierta. Estaba segura de que el conductor me habría regañado a mí,  y eso hubiera sido todo.
Más tarde, supe que un par de décadas antes, cuando Muzzy había sido un consejero de rehabilitación, le dio dinero de su bolsillo a sus clientes ciegos. Simplemente dijo que se acordó de cuando él era un estudiante pobre, y eso era todo.
Muzzy y su esposa eran dueños de una casa de tres pisos. El garaje estaba en la calle a la altura de su piso en el segundo piso; el apartamento en la planta superior era alquilado. Dijo que el alquiler pagaba por el mantenimiento y los impuestos. Muzzy manejaba todo el mantenimiento necesario del edificio, y también hacía las compras de alimentos. Tomaba su carrito de la compra, que empujaba por detrás, su lista de compras en Braille, y su bastón; y así se iba. Por supuesto, podía comprar sólo lo que podía caber en su carrito, por lo que, hacía compras con frecuencia. Si llovía o brillaba el sol, caminaba por las calles a la tienda con su bastón blanco siempre liderando el camino.
Por supuesto que conocía a toda la gente del barrio y se detenía muchas veces para charlar. Los taxistas también tocaban la bocina cuando lo veían, y se detenían a charlar. Creo que conocía a todo el mundo en San Francisco, porque estaba siempre fuera.
Muchos asuntos le interesaban a Muzzy. Uno de ellos fué la siembra, la poda, y el cuidado de rosas. Le dije que estaba interesada en el cultivo de rosas. Me dio instrucciones detalladas sobre la compra de rosas, la excavación de los hoyos, y la adquisición de todos los productos para alimentar el suelo. Cuando tenía todo listo, lo llamé. Poco después se presentó en mi puerta con una maleta en la mano.
En su interior había ropa de trabajo, y rápidamente se cambió. Entonces, salimos fuera al futuro jardín de rosas, donde se sembró y se regó las raíces de las rosas. Me piqué y me pinché, pero él dijo que iba a aprender a ser más cautelosa. Una vez más, tenía razón.
Muzzy se presentó en el otoño siguiente, cuando llegó el momento de podar. Otra vez, mis dedos estaban atrapados en las espinas, pero me acordé de lo mucho que había querido las hermosas flores de verano. Hablando de esas flores, Muzzy era un juez del San Francisco Rose Society. Me preguntaba si había algo que él no podía hacer.
Muzzy enseñó a muchas personas ciegas que es respetable ser ciego. Llevaba su bastón con orgullo, y había educado a todo el mundo que lo conocía. ¡Qué mentor él era! Los ciegos que trabajaban con él aprendieron más de lo que podrían haber aprendido de un libro. Abrió un sinnúmero de puertas a muchos, muchos ciegos, y nos mostró cómo cambiar lo que significa ser ciego. ¡Qué regalo él fue, a los ciegos de esta nación!
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