[Nfbespanol-talk] Por Gracia de Dios

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Thu May 14 00:34:58 UTC 2009


Por Gracia de Dios

Un Discurso Pronunciado por el Profesor Jacobus tenBroek

Fundador de la Federación Nacional de Ciegos

en el Banquete de la Convención Annual

Llevada a cabo en San Francisco,

1 de julio de 1956

 

Es un privilegio de orden muy especial, y uno, el cual, he esperado con placer por largo tiempo, al dirigirme a ustedes aquí esta noche en la ciudad única y maravillosa de San Francisco. Para todos nosotros que somos nativos de California (que significa cómo saben que nos hemos transladado por lo menos hace seis meses desde Iowa, u Oklahoma) esta ocasión marca el cumplimiento de una ambición albergada; y sentimos algo del orgullo perdonable de los anfitriónes que saben que su hospitalidad se ha aceptado con tanta gracia como ella, se ha, calurosamente brindado.

Pero, hay algo más que es especial sobre la actual ocasión. Nuestra ciudad y nuestro estado han sido bendecidos en este año de gracia no con una sino con dos convenciones que marcan la historia, que están apareciendo en el escenario local por primera vez. La propia nuestra, y la del Partido Republicano. No puede caber duda, por supuesto, de cual es la más importante y de más gran alcance en su consecuencia, pero permítanos admitir que los Republicanos tienen también un objetivo de un cierto alcance.

Durante nuestras sesiones regulares de la convención hemos tenido hoy una revisión bastante completa de la labor de la federación nacional de Ciegos. Hemos visto el crecimiento acelerado de la organización marcada por la accesión de nueve afiliadas estatales en el año desde nuestra convención nacional pasada, elevándonos de un principio de siete estados en 1940 a un gran total de cuarenta y dos estados hoy, y con una visión clara de afiliadas en cuarenta y ocho estados en un futuro próximo. Hemos visto una organización con propósitos tan incontenibles como la aspiración de hombres para ser libres, con actividades extensas, y logros, con la adherencia y la participación sólida de los miembros de la tropa, y con la dedicación desinteresada de un arsenal cada vez mayor de líderes capaces y distinguidos. Hemos visto la acción y las fuerzas de la acción. También hemos visto la reacción y las fuerzas de la reacción. No hay quizás testimonio más fuerte al desarrollo de nuestro prestigio, e influencia, que el movimiento a escala nacional, de la organización de los ciegos con el alcance y la intensidad de los ataques sobre nosotros. Estos ataques no son nuevos. Han persistido desde el principio. Se han extendido desde indescriptibles, hasta campañas de susurro contra el carácter y la integridad de los líderes de la federación, al menosprecio público de sus metas y estructura. Ahora, sin embargo, los ataques han adquirido nueva amargura, y violencia. Estos incluyen confesiones abiertas de una determinación de aniquilar fuera de existencia a varias de nuestras afiliadas, y cada medida posible se ha tomado para causar este resultado.

¿De dónde han venido estos ataques? ¿Cuál es la motivación detrás de ellos? ¿Son estos personales? ¿Son estos institucionales? ¿Se basan en diferencias de póliza en cuanto al fín, así como en cuanto a los medios? ¿Cuál es el patrón de la acción y de la reacción para el futuro? ¿Es tal conflicto inevitable? ¿En qué medida es la reconciliación posible?

Es a un análisis de estos problemas, y a una respuesta a estas preguntas a las que me agradaría dirigir su atención esta noche.

Permítanme comenzar dándoles una situación puramente hipotética y muy imaginaria. Imagínense que en algún lugar del mundo existe una civilización en la cual la gente sin cabello, que es calva, es considerada inferior, y rígidamente apartada de todos los demás en virtud de su característica física de distinción. Si pueden aceptar esta fantasía por un momento, está claro que por lo menos dos clases de organización entrarían en la dedicación para servir los intereses de esta gente desafortunada. Primero, sugiero, que aparecería un grupo de personas no-calvas atraídas juntas al simpatizar con la condición apesadumbrada de esta minoría rechazada: en fin, una sociedad benévola con un propósito caritativo y un papél protector. Al principio, todos los miembros de esta sociedad serían voluntarios, haciendo la labor en su tiempo libre, y por bondad de sus corazones. Más adelante, agregarían empleados pagados quiénes ganarían su sustento con su labor, y quiénes asumirían gradualmente una posición de dominación. Esta sociedad, creo yo, tendría el campo para sí misma por un bastante largo tiempo. En el curso de los años, eliminaría virtualmente el castigo cruel e inusual del calvo, suministrando muchos servicios y finalmente creando enclaves y retiros dentro de los cuales aquellos sin cabello podrían escapar el contacto embarazoso con la sociedad normal, e incluso encontrar una medida de satisfacción y de recompensa espiritual en el funcionamiento de las tareas simples no seriamente competitivas con las búsquedas ordinarias de la comunidad más grande.

La consecuencia de esta Buena labor, me aventuro a decir, sería un flujo regular de contribuciones por la comunidad, con una aceptación de la comunidad a la fundación caritativa, esta, cómo la intérprete auténtica de las necesidades de esas almas desafortunadas e inarticuladas afligidas con la calvicie, y una veneración cada vez mayor de la fundación caritativa, y un endoso general de sus principios, y gradualmente, pero irresistiblemente el crecimiento de un conocimiento humanitario de que los calvos padecen de su condición sin tener ninguna culpa, y por consiguiente deben ser patrocinados, protegidos, tolerados, y permitidos ejercer , bajo la supervisión, y el control apropiados en el poco entrenamiento del paciente de los oficios sencillos que pueden revelar que ellos son capaces de realizarlos.

Eventualmente, una gran cantidad de organizaciones caritativas serían establecidas en el campo de la labor para los calvos. Ellos, o algunos de ellos se unirían juntos en una asociación común que se podría bien titular la Asociación Americana de Trabajadores Calvos. Gradualmente,en los "Procedimientos" publicados de sus reuniones anuales, estos cuidadosamente corregidos a fín de  eliminar los punttos de vista de los calvos, ellos aspirarían subir al estado profesional. Cómo parte de sus papeles  autoasignados cómo intérpretes y protectores de los calvos, ellos, o algunos de ellos, tarde o temprano se emprenderían en colocar su " criterio" y los "estándares" para todos los programas de servicio de los calvos a fín de que fuera " un manual de dirección para aquellos responsables de funcionar los programas. ..."

Éstas, entonces, serían las asunciones y los términos a los cuales las organizaciones caritativas para los calvos se ejercerían incansablemente y con éxito. Solicitarían a la comunidad en la empresa pública y privada, apoyar estos propósitos, y sus súplicas las dramatizarían con una invocación sutil de los rasgos comprensivos y compasivos de la naturaleza humana. Tarde o temprano, algunos de ellos, a fín de  ahuyentar a competidores de negocio, y para ganar favor con el público, brindando un matiz de legitimidad a sus propios métodos, publicarían lo que descaradamente llamarían un código de éticas de recolecta de fondos.

Todo esto tardaría probablemente mucho tiempo; pero antes de que demasiadas generaciones huvieran pasado, podría contar con que la mayoría si no todos de estos objetivos no llegarían a buen término, y parecería aber un fín al problema de los calvos.

Desafortunadamente, sin embargo, parece siempre haber aquellos que persisten en cuestionar a las instituciones establecidas y a las tradiciones veneradas; y en mi fábula improbable, en un cierto punto bien adelante en la historia, aparecería una pequeña banda de individuos irascibles, un pequeño grupo de hombres voluntariosos empeñados en exponer y echar por tierra la estructura laboriosa e impresionante de los asuntos humanitarios y el progreso. Increíblemente, e irónicamente, estos malcontentos emergerían de los rangos de los mismos calvos. Al principio, sospecho que pasarían inauditos y casi inadvertidos; pero sus números aumentarían eventualmente y su disensión llegaría a ser demasiado insistente para no ser hecha caso fácilmente, y lo qué estarían diciendo, me imagíno, sería algo así cómo:

"Ustedes han dicho que somos diferentes porque somos calvos, y que esta diferencia nos marca cómo inferiores. Pero no estamos de acuerdo con ciertas parábolas bíblicas de que la posesión del cabello es un índice de fortaleza, ciertamente que no es una medida de virtud o de capacidad. Debido a su perjuicio y quizás su sentido de culpabilidad, ya que  no les agrada mirarnos, y nos han descartado en los asuntos normales de la comunidad, y nos han hechado a un lado como si fuéramos parias. Pero no llevamos ningún contagio y no presentamos ningún peligro, excepto que ustedes definen nuestra condición como sucia, y hacen de nuestro defecto físico un estigma. En su benevolencia equivocada, nos han sacado de las calles, y proporcionado alvergue donde puede ser que evitemos la mirada despiadada del no-calvo, y la vergüenza de su contacto. Pero lo qué deseamos es principalmente estar de regreso en las calles, con el acceso a todas las avenidas del comercio, y de la actividad ordinaria. No queremos su compasión, puesto que no necesita aber ocasión para ella; y no somos nosotros los que sufrimos la vergüenza en compañía con aquellos a los que juzgamos nuestros compañeros, y nuestros iguales. Ustedes han sido buenos con nosotros, y si fuéramos animales, deberíamos quizás estar contentos con éso; pero "nuestro camino al infierno se ha pavimentado con sus buenas intenciones." Uno de los líderes de los calvos surgiría sin duda alguna para decir: "No queremos compasión, queremos comprensión; no queremos tolerancia, queremos aceptación; no queremos caridad, queremos oportunidad; no queremos dependencia, queremos independencia. Ustedes nos han brindado mucho, pero han retenido más; han retenido esos valores que valoramos sobre todo, exactamente cómo ustedes lo hacen: libertad personal, dignidad, privacidad, oportunidad, y más que todo igualdad. Pero si no está en su poder, o constante con sus premisas ver estas cosas como nuestras metas, tengan la seguridad de que está dentro de nuestro poder, y constante con nuestro conocimiento de nosotros mismos de exigirlas, y de reclamar su logro. Puesto que  sabemos por experiencia endurecida lo que ustedes no saben, o no han querído reconocer: que dada la oportunidad, somos sus iguales; que como grupo no somos mejores ni peores que ustedes siendo de hecho una muestra escogida al azar de ustedes mismos. Somos sus dobles, ya sea si el criterio es intelectual, o físico, o psicológico u ocupacional. Nuestras metas, en fín, son éstas: deseamos ser liberados, no fuera de la sociedad sino en ella; codiciamos la independencia, no para ser distintos sino a fín de ser iguales. Estamos conscientes de que estas metas, así cómo los objetivos humanos que ustedes han trabajado por largo tiempo para lograr, requerirán mucho tiempo, esfuerzo y sabiduría para que estas puedan así ser.

Pero la verdad dolorosa debe ser proclamada, que sus propósitos no son nuestros propósitos; no compartimos sus asunciones alvergadas sobre la naturaleza de la calvicie, y no soportaremos el impedimento que ustedes han puesto sobre ella.

"Y así pues, hemos formado nuestra propia organización, a fín de  hablar por nosotros mismos sobre la experiencia que solo nosotros hemos conocido, y podemos interpretar. No tenemos ninguna malicia, y no buscamos ningún favor especial, más allá del derecho y de la oportunidad de unirnos a la sociedad como socios, y miembros iguales en una buena situación de la gran empresa que es nuestra nación y nuestra causa comunes.";

Fín de la cita, fín de la fábula. ¿Es esta fábula simplemente una historia imaginaria, o es una parábola? Algunos dirán, no tengo la menor duda, de que no he presentado el caso de los ciegos, y que no hay paralelo, por lo tanto, no es ninguna parábola. Por otra parte, ¿no es seguramente ridículo imaginarse que alguna sociedad civilizada podría tan audazmente malinterpretar el carácter de los que no son bendecidos con el cabello en sus cabezas? ¡Puede ser! Pero la sociedad civilizada, siempre ha malinterpretado así el carácter de los que carécen de la vista en sus ojos; y en base de esa interpretación ha creado el impedimento de la ceguera. Ustedes y yo sabemos que la gente ciega es sencillamente gente que no puede ver. La sociedad cree que son gente rapada de capacidad en vivir las vidas normales, útiles, productivas, y pues, la creencia ha tendido en gran parte a hacerlos así.

Por otra parte, ¿la fábula no retrató exactamente las actitudes, por lo menos, de algunas de las agencias para los ciegos? ¿Son sus metas realmente tan diferentes de las metas de los mismos ciegos? ¿Se atribuyen realmente a sí mismos el papél de intérpretes, y de protectores, atribuyendo a sus clientes características de la anormalidad y de la dependencia? Para contestar a estas preguntas y demostrar la fé de la parábola, permitiré a algunos líderes de la agencia hablar por sí mismos bajo la forma de siete citas recientes:

Cita número uno, pronunciada por un siquiatra de la agencia: "Todas las deformidades visibles requieren estudio especial. La ceguera es una deformidad visible, y todas las personas ciegas siguen un patrón de dependencia." Aquella no requiere alguna aclaración para hacer su significado pleno.

Cita número dos, pronunciada por el autor de un volumen bien conocido sobre los ciegos, en el cual, la Asociación Americana de Trabajadores para Ciegos, (American Association of Workers for the Blind), confirió sobre él una concesión bien conocida: "Y pues, con muchas personas, había una expectativa en el establecimiento de las escuelas tempranas. en que los ciegos en general, de tal modo, serían hechos capaces de ganar su propio sustento, un punto de vista que incluso en el presente es compartido en algunas partes. Habría sido mucho mejor si tal esperanza nunca hubiera sido entretenida, o si hubiera existido en una forma grandemente modificada. Un conocimiento limitado de una naturaleza práctica con los ciegos en conjunto, y sus capacidades, ha sido generalmente suficiente para demostrar la debilidad de esta concepción." Aquella también habla por sí misma adecuadamente.

Cita número tres, pronunciada por un director de una agencia para ciegos bien conocida: "Después de que lo entrenen, y es colocádo una vez, la persona discapacitada, promedia, puede valerse por sí misma. En el caso de los ciegos, se ha encontrado necesario fijar una agencia estatal de servicio especial que les suministrará no sólo entrenamiento de la rehabilitación sino que  también otros servicios para el resto de sus vidas." Las agencias "se mantiénen en contacto constante con ellos mientras que ellos vivan.", Así pues, los ciegos son únicos entre los discapacitados en que, sin importar cómo de bien-ajustados, entrenados, y colocados, ellos requieren la supervisión de por vida por las agencias.

Cita número cuatro, pronunciada por otro director de una agencia para ciegos bien conocida: "La operación del programa del puesto de ventas, consideramos, necesita mantener un control cercano del Gobierno Federal a través de la agencia de autorización, con respecto al equipo y a las acciones, así como la supervisión real de la operación de cada puesto individual. Es por lo tanto nuestra creencia que el programa fallaría si permitieran a los encargados ciegos del puesto, funcionar sin control," Ésto es, por supuesto, solo la aplicación específica de la doctrina general de la incompetencia de los ciegos expresada en la cita anterior. Los hombres de negocios ciegos son incapaces de funcionar un negocio independientemente. Las agencias deben supervisar y controlar las acciones, el equipo, y la operación comercial.

Cita número cinco, la primera oración del código de éticas (así-supuesta) del American Association of Workers for the Blind: " Las operaciones de todas las agencias para ciegos exigen un alto nivel de responsabilidad debido al elemento del cargo de fideicomisario público, y la protección de los ciegos implicados en servicios a los ciegos." El uso de la palabra "protección" hace claro por completo que el cargo de fideicomisario aquí referido es de la misma índole que está existiendo bajo el cargo de fideicomisario en el Consejo de las Naciones Unidas, que es la custodia, y el control de los discapacitados, atrasádos, y de la gente dependiente.

Cita número seis, pronunciada por otro director más, de una agencia para ciegos bien conocida: "Bailar y cantar, jugar y actuar, nadar, jugar al boliche, y patinar, trabajar creativamente en arcilla, madera, aluminio, o lata, hacer vestidos, unirse en lecturas o discusiones del grupo, tener entretenimiento y fiestas, comprometerse a muchas otras actividades de su elección, esto es llenar la vida de cualquier persona con las cosas que hacen la vida digna de vivir." ¿Son éstas las cosas que hacen la vida digna de vivir para ustedes? Solamente el encargado benévolo de un asilo podría hacer este comentario, solamente una persona que ve la ceguera como tragedia que se puede atenuar algo, por pequeños toques de amabilidad y de servicio para ayudar a pasar las horas ociosas, pero que no pueden ser superadas. Algunas de estas cosas pueden ser accesorios a una vida bien llena de otras cosas, un hogar, un empleo, y los derechos y las responsabilidades de la ciudadanía, por ejemplo.

Cita número siete, pronunciada por otro director más, de una agencia para ciegos: "Un empleo, un hogar, y el derecho de ser un ciudadano, llegará a los ciegos en esa generación cuando cada persona ciega sea un anuncio en vivo de su abilidad, y capacidad de aceptar los privilegios y las responsabilidades de la ciudadanía. Entonces, nosotros, los profesionales, no tendremos ningún problema de interpretación porque los ciegos no nos necesitarán ya más para hablar por ellos, y nosotros, cómo la segregación primitiva, moriremos cómo instrumentos que la sociedad incluirá solamente en su expediente histórico." "Un empleo, un hogar, y el derecho de ser un ciudadano, ¡ahora no son posesiones, o derechos de los ciegos, estos solamente vendrán a los ciegos en una generación futura! Una generación, por otra parte, que nunca vendrá al vidente puesto que es una en la cual "cada persona ciega" vivirá hasta una cierta regla de oro mucho más allá del potencial humano. En esa edad nunca-esperada, los líderes de las agencias para ciegos, ya no descargarán más su actual función de la "interpretación," porque los ciegos entonces podrán hablar por sí mismos.

Cualquier otra cosa que se puede decir sobre estas citas, nadie puede decir que estos líderes de las agencias carecen de candor. Han indicado sus puntos de vista con explicidad extrema. Por otra parte, éstos no son casos aislados de una actitud que está desapareciendo, un  vestigio rudimentario de una era olvidada. Tales expresiones no se confinan a aquellas aquí cotizadas. Muchas otras declaraciones con la misma fuerza y carácter podrían ser presentadas; y la evidencia de que el hecho se ha adaptado a la palabra es abundante. Por fín, ahora sabemos que debemos finalmente poner en descanso el tópico piadoso y la conjetura esperanzada de que los ciegos mismos, y las agencias para los ciegos están realmente todas trabajando hacia los mismos objetivos, y se diferencian solamente en cuanto a los medios para lograrlo. Desearía que fuera así. No estamos de acuerdo en cuanto a los objetivos, aunque discrepemos con frecuencia en cuanto a los medios también.

Los propósitos francos confesos, y las prácticas de las agencias, tienden en la dirección de la segregación continua a lo largo de otras líneas vocacionales. Los ciegos se moverían, vigorosamente, en la dirección de la integración cada vez mayor, de orientar, de aconsejar, y de entrenar a los ciegos hacia ocupaciones competitivas, y de ponerlas en esto, hacia un empleo, un hogar, y las actividades y las relaciones de la comunidad normales. Las agencias, por sus palabras, y sus actos, tienden a santificar y a reforzar esos estereotipos semiconscientes y actitudes perjudiciales que han plagado siempre la condición de los físicamente discapacitados, y privados socialmente. Nosotros, por nuestras palabras y actos, los debilitaríamos y los borraríamos gradualmente fuera en conjunto. Sus declaraciones afirman y sus operaciones presuponen una necesidad de la vigilancia continua, cernida sobre los ciegos en el recreo, la ocupación, y la congregación-virtual desde la cuna hasta la sepultura. Negamos que existe alguna necesidad, y refutamos la premisa de la dependencia necesaria, y de la incompetencia en la cual se basa. Su filosofía se deriva, y todavía refleja la perspectiva filantrópica y el levantamiento ético de aquellos visitantes amistosos de un siglo anterior cuya misión autonombrada era dirigir a sus vecinos menos afortunados a la salvación personal con una combinación de caridad material y de edificación moral. Consideramos que los problemas de los ciegos son, por lo menos, tan sociales cómo personales, y que un ataque frontal amplio contra ideas falsas públicas y arreglos existentes del programa para los ciegos está calculada mejor para alcanzar resultados deseables. Consideramos, por otra parte, que es una investigación de mérito en el análisis razonado de cualquier actividad tomar cómo su premisa psicológica de dogma de mucho conflicto posible que aquellos privados de la vista están privados también del juicio, y del sentido común, y que por lo tanto lo qué necesitan sobre todo es ser ajustados a su estado inferior con las suministraciones sabias de un cuerpo del élite de guardianes libres de neurosis. Los líderes de la agencia dicen, y consideran al parecer, que los ciegos no son dados al derecho a los privilegios y a las responsabilidades de la ciudadanía, o a la membrecía plena en la sociedad indicadas por tales cualidades de la vida normal cómo un hogar y un empleo. Esto se puede afirmar solamente en la proposición de que los ciegos son, no sólo anormales e inferiores, sino son tan anormales e inferiores que no son incluso personas. Consideramos que la gente ciega es exactamente tan normal, cómo lo es otra gente, de hecho, siendo una sección representativa del resto de la comunidad por todos conceptos, salvo que ellos no pueden ver. Pero, si esto no fuera así pues, su anormalidad no lo raparía de su personalidad. La constitución de los Estados Unidos declara que todas las personas nacidas en los Estados Unidos, o naturalizadas, son ciudadanas. No hay nada en la constitución, o en el Lustre, en el cuál dice que esta sección no se aplicará a las personas que están ciegas. Si es nato en los Estados Unidos, o naturalizado, si antes, o después de la ceguera, las personas ciegas ahora son ciudadanas de los Estados Unidos, y lo son ahora, no simplemente en una cierta generación futura, poseída del derecho de ser ciudadano y de compartir los privilegios, las inmunidades, y las responsabilidades de ese estado. Por otra parte, la generosidad de la constitución se extiende a todas las personas, ciudadanas o no, con los derechos a la libertad, la igualdad, y la individualidad. Cómo ciudadanos, entonces, o cómo personas, que sucede están privadas de uno de sus sentidos físicos, demandamos, bajo la protección amplia de la constitución, el derecho a la vida, la libertad personal, la seguridad personal; el derecho de casarnos, tener niños, y educarlos, y de mantener un hogar; y el derecho, en cuanto a lo que el gobierno puede asegurar, a esa oportunidad justa de ganar un sustento el cuál hará estos otros derechos posibles y significativos. Tenemos el derecho de elegir libremente nuestros campos de esfuerzo, sin impedimentos arbitrarios, impedimientos artificiales, o creados por el hombre. Todas las limitaciones en nuestra oportunidad, todas las restricciones sobre nosotros basádas en consideraciones no pertinentes a la discapacidad física, están en conflicto con nuestro derecho constitucional de la igualdad, y deben ser removidas. Nuestro acceso a la vida 
íntegra de la comunidad, las aspiraciones y los logros de cada uno de nosotros, deben ser limitados solamente por las capacidades, la energía, los talentos, y las habilidades que traemos individualmente a las oportunidades igualmente abiertas a todos los Norte Americanos.

Finalmente, reclamamos cómo nuestro derecho por nacimiento, cómo nuestra garantía constitucional, y cómo aspecto indivestible de nuestra naturaleza el derecho humano fundamental de la expresión misma, el derecho de hablar por nosotros mismos individualmente y colectivamente. Inseparablemente está conectado con este derecho el derecho de la asociación común. El principio de organización por nosotros mismos, significa la dirección y el autodominio. Para decir que los ciegos podrían, y deberían dirigir a los ciegos, es decir solamente que son sus propios consejeros, que se valen por si solos en el control de sus propias vidas, en la responsabilidad de sus propios programas, en la búsqueda organizada y constante de objetivos de su propia elección, en estos solos, está la esperanza de los ciegos para la independencia económica, la integración social, y la seguridad emocional.
Pueden considerar que lo que he dicho exagera el error, y el peligro que se espera de aquellos cuyo único interés es servir el bienestar de los ciegos. Considero que no lo hace. Nadie podría pedir, es cierto, por más funcionarios concienzudos y devotos que los que desempeñan servicios en la tropa de las agencias para los ciegos, públicos y privados. Los líderes de muchas agencias, deben ser dados, también, el encomio por las pólizas iluminadas y los programas de mérito. Nadie puede dudar que las agencias cuando están así servidas, y así dirigidas, pueden servir de ayuda inmensa y constructiva en una multiplicidad de maneras, durante el movimiento hacia adelante de los ciegos en la membrecía plena de la sociedad. En cuanto a algunas de las agencias no dirigidas por los líderes del carácter solo descrito, crédito debe ser otorgado por la sinceridad, y las buenas intenciones. Esto, sin embargo, sirve para plantear la pregunta de si, en términos sociales, el disparate sincero y íntegro es mejor o peor que la picardía. En esta discusión me abstengo de incorporarme.

Qué debe ser la postura de la Federación Nacional de Ciegos en medio de estos ataques y luchas. Cómo los poseedores del poder, debemos ejercitarlo responsablemente, impersonalmente, y con dominio de sí mismos. Cómo movimiento de los pueblos, no podemos permitir que otros nos desvíen de nuestro curso. Debemos aplicar nuestro poder, e influencia para alcanzar nuestras metas legítimas. Con este fín, debemos todos ejercernos al máximo. Nuestros opositores tienen historia y conceptos anticuados en su lado. Nosotros tenemos la democracia y el futuro en el nuestro. Por los que son ciegos ahora, y los que de aquí en adelante se queden ciegos, y por la sociedad en grande, no podemos fallar. Si la Federación Nacional de Ciegos continúa siendo representativa en su carácter, democrática en sus procedimientos, abierta en sus propósitos, y leal en sus compromisos, a la larga, es decir, si la fé de los ciegos no se convierte en fé-ciega, no tenemos nada que temer, ninguna causa para que nos disculpemos, y solamente el logro para mirar hacia adelante. Podemos llevar nuestro programa al público con confianza y convicción, eligiendo los medios de nuestra expresión con el cuidado apropiado, pero sin el cálculo, y aparecer ante el jurado de todos nuestros compañeros, no cómo vendedores sino cómo portavoces, no cómo vendedores sino cómo los solicitantes de la justicia sencilla, y la reparación de agravios inmerecidos. No tendremos ninguna necesidad de substituir el anuncio para el artículo por sí mismo, ni de preferir un acto dramático a un hecho poco espectacular. Si ésta es presión del grupo, es presión del grupo en la dirección correcta. Si esto implica el jugar de política, es un juego tan antiguo como la democracia, con el juego tan alto cómo la aspiración humana.

En el Siglo XVI, John Bradford hizo una observación famosa que desde entonces se ha sostenido para nosotros como modelo de la humildad Cristiana, y de la caridad correcta, y que ustedes vieron reflejada en las citas de la agencia que presenté. Viendo a un mendigo en sus harapos que se arrastraba a lo largo de una pared a través de una centella del relámpago en una noche tempestuosa, Bradford dijo: "Por gracia de Dios, allí voy yo." La compasión fué demostrada; la lástima fué demostrada; la caridad fué demostrada; la humildad fué demostrada; había incluso un reconocimiento de que las posiciones relativas de los dos podrían haber sido cambiadas. Con todo, a pesar de la compasión, a pesar de la lástima, a pesar de la caridad, a pesar de la humildad, ¡qué insufrible, y arrogante es! Todavía había un abismo entre Bradford y el mendigo. Eran no uno sino dos. Cómo pudiera haber sido, Bradford se pensó Bradford, y el mendigo un mendigo, uno arriba, el otro abajo; uno sabio, el otro equivocado; uno fuerte, el otro débil; uno virtuoso, el otro depravado.

No lo haremos , no podemos tomar el enfoque de Bradford. No es solo que la mendicidad es la insignia de nuestro pasado, y sigue siendo demasiado a menudo el actual símbolo de actitudes sociales hacia nosotros; aunque éso sea por lo menos parte de ello. Sino que en el sentido más amplio, somos ese mendigo, y él es cada uno de nosotros. Somos hechos a la imagen semejante, y con los mismos ingredientes. Tenemos las mismas debilidades, y fortalezas, los mismos sentimientos, emociones, e impulsos; y somos el producto de las mismas fuerzas ambientales sociales, económicas, y otras. Cuánto más de acuerdo con los hechos de la vida individual y social, cuánto más somos una parte de una humanidad verdadera, decir en lugar: "Pero por gracia de Dios, allí voy yo."
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