[Nfbespanol-talk] El código en el buzón

Alpidio Rolon arguza at attglobal.net
Sat Aug 7 17:23:17 UTC 2010


El código  en el buzón

Por: Kathy Kennedy Taps

Traducido por: Alpidio Rolón


      A veces la gente usa lenguajes secretos, o códigos, para comunicarse.  Eso es lo que hace Tad, el niño de este cuento.  Así juega a los detectives con su amigo.  Un día, en lugar de jugar a los detectives, Tad tiene que ayudar a un vecino con un problema especial.  Nunca se había imaginado que descubriría una nueva forma de enviar mensajes secretos.  Veamos que clase de código pone Tad en el buzón de su vecino.
      
      No quiero ir, dijo Tad por tercera vez.  Su madre le dijo con las manos en la cintura: ¡que vergüenza, Tad!  El Sr. James es ciego.  Hay que ayudarlo a mudarse.  Le dije que irías.
      -Mamá, es tiempo de Pascua; estoy de vacaciones.  Iba a ver a Perry.  Habíamos hecho planes.
      -Más historias de detectives, supongo.  Michelle, que hacía un agujero en un huevo con una aguja, levantó la cabeza: -Huellas digitales... códigos secretos.  Tad la miró enojado: -Tú te ocupas de las decoraciones para Pascua, ¿de acuerdo?  Los códigos están bien, dijo mamá.
      
      Pero no te quiero ver otra vez usando el buzón de enfrente para tus mensajes.  Ahora es del Sr. James.  Ya lo sé, dijo Tad.  Y el Sr. James necesita ayuda para desempacar sus cosas.  Vete, rápido.  Dejaremos la decoración de los huevos de Pascua para cuando vuelvas.  Ya no podría estudiar el nuevo libro de códigos con Perry.  Tad pateó una piedra.  Pasó rodando por el bonito buzón plateado.  El buzón tenía la bandera de aviso que Perry y el siempre levantaban.  Eso indicaba que habían dejado un mensaje secreto.  Una voz baja contestó a la llamada de Tad.  ¿Eres Tad?  Sí.  Adelante, cuidado con las cajas.
      
      El cuarto estaba oscuro y tenía las cortinas cerradas.  Las cajas cubrían las paredes.  Tad se quedó cerca de la puerta.  Trataba de no pensar en sus nervios.  Siempre se ponía nervioso cuando estaba con una persona ciega.  Comencemos por aquí, dijo el Sr. James, caminando hacia la pared con un brazo por delante.  Al tropezar con una caja, tanteó su contenido.
      
      Cacerolas, Van a la cocina.  La caja siguiente debe tener los platos.  El anciano abrió una caja tras otra.  Solo hablaba para dar instrucciones.  Tad caminó cincuenta veces por el pasillo oscuro.  Una caja más.  Solo una.  ¿Dónde pongo esta?, preguntó.  Son libros, déjalos por ahora.  Los estantes no están todavía.  ¿Libros?  Tad los ojeó.  Nunca había visto libros así.  Montones de hojas gruesas, cubiertas de pequeños puntitos.
      
      Braille, por supuesto.  Sacó uno y tanteó los puntitos.  ¿De verdad formaban palabras?  ¿Cómo se podrá leer?  Sr. James, ¿usted aprendió Braille en la escuela?  No lo necesitaba entonces.  Aprendí el alfabeto común, como tú.  Tad dejó el libro.  Entonces ... de niño, ¿no era ciego?, preguntó.  Podía lanzar y atrapar la bola como el mejor jugador.  ¿Juegas al béisbol?  Juego al básquetbol en invierno.  Ahora juego a otra cosa.  A los detectives.  Detectives, ¿eh?  Huellas digitales, lupas ... ¿todo eso?
      
      Y códigos.  Lo que más me gusta son los códigos, dijo Tad tanteando los puntitos del Braille.  ¿Cualquiera puede aprender Braille?  Si le tiene el tiempo necesario.  El Sr. James comenzó a tantear dentro de la caja de libros.  Aquí está, dijo el Sr. James mostrando una tarjeta.  El alfabeto Braille.  ¿Me la presta?  Ya no la necesito, dijo el Sr. James, sacudiendo la cabeza y sonriendo. 
      
      Detectives, eso es nuevo.  Cuando yo era niño, en primavera jugábamos al béisbol.  Yo era el capitán.  Me llamaban “Babe”.  ¿Babe?, Tad sonrió también.  ¿Que promedio tenía?  Bueno, el Sr. James se mordió los labios.  Digamos que era mucho mejor de lo que sería ahora.  El Sr. James se levantó y dijo: “Ya hemos trabajado bastante por hoy”.  Se hace tarde.  Sacó su billetera.  Tad vio que algunos billetes estaban doblados a lo largo y otros a lo ancho.  El Sr. James los tanteó y le dio uno a Tad.  Gracias por tu ayuda.
      
      ¡Uno de cinco!  Tad se quedó doblando el billete.  Uno de cinco, …todo por vaciar unas cuantas cajas.  Gracias, Eh, ¡Feliz Pascua!  Al cruzar la calle, Tad pensó en todas las cosas de detective que podría comprar con los cinco dólares.  Regresaste a tiempo, le dijo la mamá.  Los huevos están listos.  Michelle ya pintó algunos.
      
      La decoración al batik de los huevos de Pascua era una tradición familiar.  Primero, se dibujaba el diseño en el huevo con lápiz.  Luego, se hacía el dibujo con un clavo cubierto de cera caliente.  Al teñirse los huevos, el dibujo quedaba blanco.  Por supuesto, tú no lo apreciarás.  No están en clave ni nada por el estilo, dijo Michelle.  En clave.  Tad tanteó los bultitos de cera en la cáscara.  Se acordó de la tarjeta en Braille.  Vuelvo en un minuto.
      
      Se llevó un huevo a su habitación, y cerró la puerta.  Allí haría el diseño con lápiz.  Luego, pasaría la cera en la cocina.  Los puntitos eran fáciles.  Estudió el alfabeto.  La tarjeta decía que una celdilla de Braille tiene seis puntos, así ::. Cada letra del alfabeto Braille se escribía con una combinación diferente de puntitos.
      
      ¡Qué código!  B A B E.  ¡Ya estaba!  Primero, lo escribió en el papel y luego, en la cáscara del huevo.  ¿Y eso es un dibujo?, gritó Michelle.  Tad puso cuidadosamente el huevo decorado en el estante.  Tenía cada letra hecha en cera.  Tú no sabes nada, contestó Tad.
      
      A las 10:15 de la mañana siguiente, el cartero hizo el reparto del sábado.  Unos minutos después, Tad se puso detrás de un árbol en el patio del Sr. James.  Esperó.  Quince minutos más tarde, se oyó el ruido del bastón.  Tad contuvo la respiración al ver al Sr. James sacar el huevo del buzón.  ¿Estaban bien los puntos?  ¿Se leía B-A-B-E claramente?  Tad se mordía las uñas esperando.  El Sr. James tanteaba el huevo una y otra vez.  De repente, sonrió.  Se apoyó contra el buzón y siguió tocando el huevo.  Por fin, guardó con cuidado el huevo en el bolsillo de la camisa.  Tomó el bastón, ¡pero no como bastón, sino como un bate de béisbol!  Lo agarró con las dos manos, lo llevó hacia atrás y bateó.  Tad se alejó lentamente, un poco avergonzado pero también orgulloso.  El caso del código en el buzón estaba cerrado. 
      
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