[Nfbespanol-talk] Ceguera: La llegada de la Tercera Generación

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Thu Dec 16 06:50:29 UTC 2010


Ceguera: La llegada de la Tercera Generación
Un discurso pronunciado por el Doctor Kenneth Jernigan
En el Banquete de la Convención Anual
Kansas City, Missouri, 3 de julio, 1986
"Id, señor," dijo Napoleón a un ayudante. "¡Galopad! Y no os olvideis que el mundo se hizo en seis días. Podeis pedirme lo que quieras, excepto tiempo."
"El tiempo", dijo Sir Walter Scott, "oxida la espada más afilada, consume la cuerda más fuerte; aquello que moldea el cáñamo y el acero, el brazo Mortal y el nervio que siente."
T. S. Eliot dijo: "El tiempo pasado y el tiempo presente están, tal vez, presentes en el tiempo futuro, y el tiempo futuro se encuentra en el tiempo pasado."
Platón dijo: "El tiempo es la imagen de la eternidad", y Pitágoras dijo: "El tiempo es el alma del mundo".
Sir Francis Bacon dijo: "Lo que llamamos la edad de la antigüedad es, en realidad, la juventud del mundo. Esos tiempos son los tiempos antiguos, cuando el mundo era antiguo, y no aquellos que nosotros llamamos la antigüedad por un cálculo hacia atrás de nosotros mismos ."
El progreso de un pueblo hacia la civilización puede ser probablemente la mejor manera de medir por grado si para ellos tiene importancia el tiempo. Las culturas primitivas trataron el tiempo casualmente, los días transcurrían día tras día, y de  temporada en temporada con gran imprecisión, pero cuándo viene el calendario, la medicina, y las matemáticas, vienen pronto la poesía, el arte y la compasión.
Las matemáticas y los conceptos del tiempo son, por supuesto, los que participan en la fabricación de armas terribles y sistemas viciosos de la tortura y el control, pero el impulso de matar y la compulsión de mutilar no son productos de la ciencia y el aprendizaje. Exactamente lo contrario. Ellos vienen de épocas anteriores y se suavizan por la tecnología y la civilización. Si bien es cierto que Adolfo Hitler había torturado a los Judíos, no es menos cierto que el Buen Rey Ricardo en la Inglaterra medieval hizo lo mismo. Sus agentes, en una ocasión, reunieron a todos los Judíos que pudieron encontrar, los encerraron en un gran edificio, le prendieron fuego, y lo quemaron. Sin embargo, el rey Ricardo fue considerado como bueno y admirado universalmente, mientras que Hitler era considerado como malo y condenado universalmente. La diferencia se puede encontrar en la cultura. En la Edad Media, el comportamiento del rey Ricardo era tan común como para departir sin observación. En el siglo XX, a sólo 700 años más tarde, el comportamiento de Hitler (en muchos aspectos el mismo comportamiento) era tan notable como para provocar indignación y repulsa en todo el mundo.
El tiempo es no sólo un punto de referencia de la civilización, sino que también una dimensión de la inteligencia. Visto en el presente, la inteligencia es tridimensional. En la medida en que se puede cambiar el medio ambiente, en la medida (en que cuando esto no es posible) uno se puede adaptar al medio ambiente, y en la medida en que se sabe cuándo hacer que, a esa medida, uno es inteligente. Cuando el tiempo se añade, tenemos la cuarta dimensión, y la llamamos madurez. En la medida en que uno va hacia atrás en el tiempo para entender las causas de la situación actual, y en la medida de una variación hacia adelante para anticipar las consecuencias futuras de los actos presentes, uno es maduro. Madurez es la inteligencia en profundidad.


La Federación Nacional de Ciegos fue fundada en 1940. Me incorporé en 1949, durante la primera década del movimiento. En la década de 1950 (la segunda década del movimiento) me convertí en presidente Estatal, y miembro de la junta directiva nacional. En la década de 1960 (la tercera década del movimiento), nuestro fundador, el Doctor tenBroek, murió; y fuí elegido presidente. En la década de 1970 (la cuarta década del movimiento) comencé a realizar periódicamente seminarios de liderazgo; logramos el objetivo de tener capítulos y filiales en cada estado, y me transladé de Des Moines a Baltimore para establecer el Centro para Ciegos, National Center for the Blind. En la década de 1980 (la quinta década del movimiento) estuve presente con muchos de ustedes en una convención (la del año pasado en Louisville) a la que asistieron más de 2.000 delegados inscritos. Fué la mayor reunión de personas ciegas que se llevó a cabo en la historia del mundo. En la presente Convención (en 1986) dejo de ser presidente. Permítanme, entonces, desde la ventajosa perspectiva de los años, que hable con ustedes acerca de nuestro movimiento.
Asistí a mi primera convención de la Federación Nacional de Ciegos en 1952. Nunca he faltado a una desde entonces, por lo que, esta es mi trigésima quinta convención consecutiva. ¿Qué debo decirles en esta última noche de mi presidencia que no he dicho ya muchas veces antes? Tal vez deberíamos probar la cuarta dimensión de nuestra inteligencia por la que vamos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo. Esto es 1986. La Federación tiene cuarenta y seis años de edad. Vamos a dividir el tiempo en dos períodos de veintitrés años, y a considerar a cada uno de ellos. Consideremos también los próximos veintitrés años. ¿Cómo será para los ciegos y para esta organización en el año 2009? ¿Qué traerá el nuevo siglo?
Cuándo la Federación Nacional de Ciegos se creó en 1940, la situación era tan sombría como esta podría ser. Fué lo suficientemente buena como para que los ciegos tuvieran esperanza, y lo suficientemente fuerte para matar la esperanza. Aquel puñado que surgió en el sistema para obtener reconocimiento y éxito no lo hizo, y en su mayor parte, en realidad, no surgieron en el sistema en absoluto. Su fracaso se puede resumir en un falso concepto único: "Lo he hecho por mi cuenta, sin ayuda de nadie." Ellos evitaban a otros ciegos, fingiendo no pensar en la ceguera en absoluto, y descartando el tema (cuando no podían evitarlo) con el llamado "humor" o vergüenza. Realizaban una demostración externa (reforzada por familia y amigos) de ser superiores y no como otras personas ciegas. Al mismo tiempo, tenían un temor interior (de hecho, a veces una certeza) de que eran exactamente iguales a otras personas ciegas, al menos, exactamente iguales que lo que pensaban que eran como personas ciegas, tan inferiores como dependientes e inadecuados. Se sentían felicitados cuándo una persona vidente les decía: "haces las cosas tan bien que me olvido de que eres ciego, y considero que eres igual que el resto de nosotros." Digo esto no para condenar a los ciegos (de hecho, algunos de ellos todavía están con nosotros), sino que lo hago a fín de catalogar su comportamiento. No es censura sino entendimiento lo que es necesario.
La mayoría de las aparentemente "exitosas" personas ciegas antes de 1940 tomaron control de las agencias, y se colocaron en posiciones de alta visibilidad, ya sea en el personal o en la Junta Directiva. Si su función hubiera sido para guiar o supervisar, los resultados podrían haber sido saludables y constructivos, pero el tiempo no era bueno, la perspectiva no era suficiente, la cultura no estába lista. Tal como eran las cosas, las "exitosas" personas ciegas de ese día fueron (en su mayor parte) los frentes y títeres para las agencias. Quienes no se unieron a las agencias tendían a rehuir de sus compañeros ciegos. Que algunos de ellos no sucumbieron a las agencias, ni trataron de esconderse en la sociedad vidente es un testimonio más de su espíritu y madurez que ha sido generalmente reconocido.
De las filas de tales cómo ellos vinieron los fundadores de nuestro movimiento. Cuándo el Doctor Jacobus tenBroek y el puñado que se unió con él organizaron la Federación Nacional de Ciegos en 1940, ellos hicieron lo que todas las minorías hacen en su camino hacia la libertad. Cambiaron el énfasis de la minoría a la mayoría, de la mejora a lo básico. Antes de la era de 1940, aquellos que pensaban acerca de la ceguera en absoluto (tanto los ciegos como los videntes) ponían su mayor esfuerzo en ayudar a los superdotados, y en la promoción de lo excepcional. La Federación tomó un rumbo diferente. Todo comenzó con la premisa de que hasta que no haya comida, ropa decente, y una vivienda adecuada, no puede haber rehabilitación significativa, oportunidad real, o dignidad humana. No es que a los pocos o superiores, iban a dejárseles de lado, sino más bien un reconocimiento de que nadie puede ser libre siempre y cuándo algunos son esclavizados. La prioridad de la Federación a principios de 1940 era conseguir (no como caridad, sino como un derecho) la asistencia pública suficiente para proporcionar un nivel de vida básico para los ciegos que no tenían manera de mantenerse por sí mismos.
Había algo más: La Federación dijo que los ciegos tenían derecho a hablar por sí mismos a través de su propia organización, y que ningún otro grupo o persona (sin importar qué tan bien intencionada) lo podía hacer por ellos, ya sea agencia pública, caridad privada, persona ciega prominente en la comunidad, o una persona ciega al frente de una agencia. El derecho era exclusivo, y sólo los elegidos por los ciegos podían hablar por los ciegos. La prueba no era la ceguera, y ciertamente no fué una conexión con una agencia. En cambio, fué la democracia representativa y la libre determinación. Eso es lo que representábamos en 1940; esto es lo que representamos hoy en día, y eso es lo que vamos a hacer en el año 2009. Desde el principio ha habido oposición a este concepto, de los miembros del público en general, que han temido e incomprendido la ceguera; de algunos de los propios ciegos, que se han aferrado a la seguridad de la custodia y el cuidado; y en especial de muchas de las agencias gubernamentales y las agencias privadas, que han tenido un gran interés en mantenernos pasivos y ver que sigamos siendo dependientes. Pero en este principio no puede haber ningún compromiso. Es el cimiento del Federacionismo. No deseamos conflicto o confrontación, pero haremos lo que tenemos que hacer. Nosotros sencillamente no estamos dispuestos a dejar de ser ciudadanos de segunda clase.
A medida que la década de los años 1940 había avanzado y llegaba a su fín, los ciegos en número creciente se unieron a la Federación, y han aprendido a trabajar juntos por el bien común. A medida que la década de 1950 vino y se fué, estábamos en buen camino para hacer realidad nuestro objetivo de mantención básica para los ciegos que no tenían ni los medios ni la oportunidad de hacer por sí mismos. En 1963 (al final de los primeros veintitrés años) las oportunidades de rehabilitación y trabajo se perfilaban como la principal prioridad. Las filas de la primera generación de Federacionistas se disminuyó, y los ciegos de la segunda generación fueron avanzando a través de las líneas para tomar la bandera y llevarla hacia adelante.
En la década de 1940, cuándo la Federación Nacional de Ciegos era joven y débil, y cuando las agencias aún esperaban subvertirla o ignorarla, hubo relativamente pocos conflictos. En la década de 1950 la situación era diferente. Las agencias lanzaron un ataque sin cuartel, en un esfuerzo por completo de Destruir nuestro movimiento, y desacreditar a sus líderes. En la década de 1960, las agencias estaban en la línea completa de la batalla, y los ciegos de la segunda generación se adelantaron a su encuentro. Basta decir que no murió, y que somos más fuertes hoy de lo que jamás hemos sido. Nunca hemos deseado conflicto o confrontación, pero haremos lo que tenemos que hacer. Nosotros sencillamente no estamos dispuestos a dejar de ser ciudadanos de segunda clase.
En 1963 nos preocupaba aún la garantía de subsistencia para los ciegos necesitados (como, de hecho, lo estamos hoy en día), pero la batalla está bien en camino de ser ganada. Nuestro objetivo ahora se ha ampliado para incluir un énfasis primordial en la rehabilitación. Buscamos educación, entrenamiento, empleo y promoción profesional, y no sólo a través del gobierno, sino a través de medios privados y, cada vez más, a través de nuestra propia iniciativa.
A medida que la década de 1960 avanzó, y los años de 1970 y a principios de 1980, vino y se fué, nuestro enfoque se ha ampliado de nuevo, y nuestro énfasis una vez más cambió. Ahora, en 1986, todavía estamos preocupados por el mantenimiento adecuado, y con los puestos de trabajo de acuerdo con la abilidad, pero las agencias ya no son tan importantes en nuestras vidas como antes, y estamos dedicando una atención creciente a los derechos civiles y a la realización plena de la ciudadanía que los fundadores de nuestro movimiento, originalmente habían concebido como meta a largo plazo. Nosotros, que somos ciegos, somos como todo el resto. Cuándo tenemos hambre, queremos comer; y hasta que esa necesidad sea satisfecha, nos resulta difícil pensar en algo más. Pero la comida no es suficiente. Como ya he dicho, somos como todo el resto. Después de haber comido, deseamos puestos de trabajo, y una ocupación útil, al igual que el resto. Y después de los alimentos y el empleo, deseamos igualdad de participación y dignidad humana, al igual que el resto. Fué la tarea de la primera generación de nuestro movimiento el hacer frente al hambre; ha sido la tarea de la segunda generación el hacer frente a los trabajos; será la tarea de la tercera generación el hacer frente a los derechos civiles.
A medida que examinamos nuestra situación en 1986, mirando hacia atrás a la fundación, y hacia adelante al nuevo siglo, ¿hasta dónde hemos llegado, y que aún nos queda por hacer? Mi primera respuesta es que hemos recorrido un largo camino, probablemente más de lo que cualquiera de nosotros hubiera considerado posible en el tiempo que hemos tenido que hacerlo. Mi segunda respuesta es que todavía tenemos un largo camino por recorrer. Es tan sencillo y tan complejo como una conversación que tuve recientemente mientras que viajaba en un tren. La asistente de coche cama era una mujer, y no era ni tan alta ni tan fuerte físicamente como yo. Ella tenía problemas para llegar lo suficientemente alto y, al mismo tiempo hacer una aplicación de presión suficiente para activar una cerradura a fín de  mover una partición. Le pedí que me diera la llave, y le dí vuelta para ayudarla. Estába dispuesta a aceptar la ayuda y parecía agradecida de tenerla, pero cuándo se iba, me preguntó si quería una silla de ruedas al llegar a la estación. Hace veintitrés años atrás, probablemente a ella no se le hubiera permitido tener el trabajo, y probablemente, a mí no se me habría sido permitido ayudarle con la pared.
Hace veintitrés años atrás, la batalla que estamos librando hoy en día con las líneas aéreas habría sido impensable, y en el 2009 (veintitrés años en el futuro) considero que va a ser igualmente impensable. A principios de la década de 1960, relativamente pocas personas ciegas viajaban, y la batalla por los derechos civiles estába todavía en gran parte por delante, al menos por las filas, para la persona ciega promedio. veintitrés años en el futuro (a menos que nosotros y los ciegos de la tercera generación totalmente faltemos a nuestras responsabilidades) la batalla de las aerolíneas hace tiempo ya se habrán ganado.
No sólo son los trabajadores en la industria del transporte los que no comprenden, o bloquean nuestro progreso. Como hemos aprendido por nuestra cuenta, nuestra lucha por la libertad y el estado de primera clase no es ayudado, sino que hecho más difícil por las acciones de muchas de las agencias gubernamentales y privadas creadas para brindarnos servicio. A principios de este año, un alto funcionario del American Printing House for the Blind, respondió una pregunta acerca de la edición en braille del Libro Luterano de Culto, Lutheran Book of Worship. Él dijo: "La única fuente para este libro que conozco es la tienda de suministro, Fortress Church Supply Store de Filadelfia, Pennsylvania. Producimos el Libro Luterano de Culto, Lutheran Book of Worship, para Fortress Press. La razón de los números de tinta a mano es para que las personas videntes puedan darle vuelta a las páginas que van a ser utilizadas en un servicio de adoración especial a fín de que el lector ciego no tenga que buscar las páginas en el libro."
La imagen que evoca esto no es muy esperanzadora. Uno podría suponer que la persona ciega que es capaz de leer el himno de la página de Braille también podría tener la destreza y la iniciativa para leer el número de la página de Braille, y preferiría poderlo hacer. La escena no es difícil de imaginar. El custodialismo es casi total. El guardián vidente que lo custodia abre el libro a la página correspondiente, lo coloca en la rodilla de la persona ciega, y le dice: "Aquí está. Cántalo." El intercambio probablemente haría que la mayoría de nosotros en este salón, sientan más ganas de ser groceros que de orar.
Pero tan malo como esto es, se desvanece en la insignificancia cuándo se compara con el comportamiento de la escuela de perros guías, Guide Dogs for the Blind Incorporated, de San Rafael, California. Toni Gardiner es una adulta madura, autosuficiente, que tiene un trabajo responsable y lleva una vida muy ocupada. Cuándo solicitó a la escuela de San Rafael por un perro guía, que, (por decirlo así) estába descontenta con la respuesta que obtuvo. No es que se rechazó su solicitud, puesto que no lo hicieron. Fué el contrato propuesto y el material de acompañamiento que causó el problema. Tal vez la mejor manera de demostrar la naturaleza del problema es revisar con ustedes un documento titulado: "Lista Sugerida de los Artículos que Necesita para su estancia de Cuatro Semanas con Nosotros." Ustedes no tendrán problemas para entender por qué Toni Gardiner no estába contenta. Esto es lo que la escuela de perros guías, Guide Dogs for the Blind, le envió:


ROPA:
. zapatos de tacón bajo para caminar (no es nuevo)
. pantalones, jeans, faldas o vestidos
. pantalones cortos (clima cálido)
. tops o blusas
. vestido o traje pantalón para la graduación y domingos
. Zapatos para la graduación y domingos
. pesado suéter o chaqueta
. pesado abrigo, opcional
. bufanda o gorro
. Guantes
. combinación
. bracieres
. calzoncillos
. faja
. pantimedias
. medias o calcetines largos
. pijama o camisón
. bata y pantuflas
. impermeable y sombrero de lluvia (clases de octubre a abril)
. botas de lluvia (clases de octubre a abril)
. traje de baño y la cubierta (clases de mayo a noviembre)
Otros artículos esenciales:
. Peine
. Cepillo (para el pelo y la ropa)
. cepillo de dientes
. pasta de dientes
. Champú y acondicionador
. desodorante
. laca
. kleenex
. toallas sanitarias
. medicamentos habituales (aspirina, laxantes, medicamentos con receta, etc)
. gorro de baño ya que (sólo tenemos ducha)
. Sólo los diabéticos: suministro de un mes de insulina, agujas, jeringas.
. No mida la insulina antes. papelería (algunos sobres con dirección) Para los fumadores: Dos semanas de suministro de cigarrillos, TARJETA MÉDICA DE COBERTURA, O DOCUMENTOS
Todo lo que puedo decir es esto: Tal vez los arreglos son hechos por las mismas personas que encuentran la página correspondiente del libro de himnos y que dicen: "Aquí está. Cántalo." Tal vez los funcionarios de los perros de guía dicen: "Aquí está. Póntelo." Sea como fuere, Toni Gardiner no lo aceptó. En una carta me dijo: "Nunca he sido una persona de las agencias y siento resentimiento a muchas de las cláusulas en el contrato de San Rafael."
Su carta a la escuela fue directo al grano. Esta dijo:
La presente es para informarle de que estoy retirando mi solicitud de Guide Dogs for the Blind, Inc.
He sido usuaria de perro guía durante los últimos diecisiete años, y sólo he tenido dos perros durante ese tiempo. Ambos trabajaron hasta que la muerte se los llevó ...
... la actitud custodialista de su escuela se revela y se refleja en su lista de ropa sugerida. Guide Dogs for the Blind, Inc., está ofreciendo un servicio para adultos ciegos ... Su lista de prendas de vestir es tan condescendiente como para poner en la lista toallas sanitarias como un artículo necesario para la estancia del mes. ¿Presumen que las mujeres ciegas necesitan información específica?
He comprado un Golden Retriever y le estoy pagando a un exentrenador de Guiding Eyes para que lo entrene para mí. Aunque esta es una propuesta costosa, me libera de tener que tratar con una institución que supone que soy una persona ciega mentalmente deficiente que debe ser atendida por los "profesionales" en el campo de trabajo de perros guías. Guide Dogs for the Blind, Inc., tiene una buena reputación de producir perros bien entrenados. Ha llegado el momento de modernizar su forma de pensar condescendiente, y darse cuenta de que están prestando un servicio para adultos ciegos que no requieren atención bajo custodia.
La actitud de Guide Dogs for the Blind de San Rafael no es única, y no se limita a las agencias que trabajan con las personas ciegas. Es ampliamente generalizada en toda la sociedad. Con fecha 1 de julio de 1985, la Coordinadora del Proyecto del Consejo Nacional de Profesores de Inglés me escribió pidiendo que le envíe material sobre la ceguera, para que profesores de Inglés en todo el país puedan ayudar a sus estudiantes a aprender actitudes apropiadas. Naturalmente, yo estába contento. Sin embargo, mi entusiasmo fué considerablemente desanimado cuándo llegó a decir que sentía que era importante que los niños aprendan la compasión, mientras eran jóvenes.


Luego, hay un folleto que me llegó el pasado verano en el que la autora (una mujer que es parcialmente ciega) describió sus limitaciones. Ella dijo: "Todo lleva más tiempo y esfuerzo, además de cinco pares de gafas en una maceta, un pequeño precio a pagar por la independencia. Algunas cosas no las puedo hacer, tales como distinguir las luces del semáforo, cortarme las uñas de los pies, o reconocer un rostro excepto cuándo de cerca. He aprendido a aceptar las limitaciones."
El problema, por supuesto, es la mezcla de realidad y necedad. Ella tiene razón: no puede reconocer visualmente un rostro, pero si escucha, puede determinar el flujo del tráfico y, por tanto, saber cuándo cambia el semáforo. En cuanto al corte de uñas de los pies, la mayoría de nosotros (incluyendo los totalmente ciegos) lo hemos hecho desde que éramos niños. El mensaje general trata de ser ingenioso, pero se desprende sólo como "lindo", y es totalmente falso.


En septiembre de 1985, los miembros del Capítulo de Baltimore de la Federación Nacional de Ciegos fueron a una estación de televisión local para tomar parte en la participación de la audiencia, y hablar en un espectáculo. Querían hacer un anuncio sobre nuestro camin-a-thon anual. A fin de hacer tales anuncios, una organización debe traer por lo menos veinte personas para que haya una gran audiencia. En este día en particular, los invitados eran un piloto, una azafata, y un controlador de tránsito aéreo despedido. Las preguntas del público eran alentadas. Por lo tanto, ya que el tema era la seguridad aérea, una de nuestras miembras levantó la mano. El productor se acercó a un miembro vidente del grupo para preguntar si él o alguna otra persona vidente podía hablar por los ciegos y presentar sus preguntas. El productor fué referido a Patricia Maurer, quien insistió en que a los ciegos se les permitiera hablar por sí mismos y hacer sus propias preguntas. El productor dijo que tenía temor de tener a una persona ciega al pie del micrófono, y (pese a las protestas del grupo) se negó a dejar que ellos hablaran. Durante el programa, las cámaras mostraron los rostros de otras secciones de la audiencia, pero sólo la parte de atrás de los ciegos. Por último, el productor se comprometió a hacer la pregunta de los ciegos por su propia cuenta. Probablemente no es necesario decirles que la cuestión se diluyó y fue mal hecha. En tal atmósfera, nuestro anuncio de servicio público fué una burla.


Los acontecimientos que he citado no son aislados, sino típicos, que ocurren todos los días. Una lista al azar de los últimos meses hace una anotación del punto. Una mujer escribe para decir que ella ha ideado una manera para que los ciegos jueguen al bingo sin estrés. Un inventor quiere promover una barandilla de escalera especial para los ciegos. Una empresa escribe para preguntar qué tipo de hoteles se construyeron para los ciegos. Un tribunal le arrebata un bebé a su madre ciega y se niega a devolverlo a menos que ella esté de acuerdo en darle de comer en una silla en lugar de en su regazo, con el argumento de que la silla fomentará independencia, mientras que en el regazo se ensuciará. A una mujer ciega en el Distrito de Columbia, siendo arrestada por conducta escandalosa pública, mientras que bajo la influencia del alcohol, no se le lleva a la cárcel local, sino que al hospital mental local. Un folleto sobre enfermedades de los ojos, dice que las personas con degeneración macular no pueden hervir un huevo en forma segura. Un fiscal le dice a un juez en Missouri que el acusado está obviamente mintiendo acerca de su ceguera ya que sus vecinos lo han observado jugando a las cartas, cortando el césped, y haciéndo reparación en su porche. Un banco de sangre, el Sioux City, negó el dejar que un ciego venda su sangre, afirmando que regulaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos lo evitan. Y, luego, está la carta que recibí de un hombre de Colorado. Dijo que se enfrentaba a un dilema moral. Él había hecho una contribución a nuestra organización para ayudar a difundir información a los ciegos, pero ahora estába teniendo dudas. Se preguntaba si había hecho lo correcto. Tal vez, dijo, las noticias del día deberían ser retenidas de los ciegos en su propio interés.
¡Qué triste catálogo! Sin embargo, con toda la discriminación y la falta de oportunidades, los ciegos nunca han estado tan bien. Hoy, es mejor para los ciegos ahora de lo que fue, y lo mejor está todavía por delante. Tengo una fé que se suma a la certeza de que durante la próxima generación, vamos a ir la mayor parte del resto del camino a la plena participación y la igualdad en la sociedad.
Pero en vista del hecho de que la Federación Nacional de Ciegos tiene cuarenta y seis años de edad, y que los problemas que he discutido todavía existen en tal proporción, ¿cómo puedo sentir esa confianza? Aquí es donde necesitamos la cuarta dimensión de nuestra inteligencia. El progreso siempre comienza lentamente. Se necesita tiempo para crear una estructura organizativa, capacitación de líderes, y reclutamiento de miembros. Esa base ha quedado atrás. Tenemos una estructura organizativa que es insuperable en el mundo, y tenemos líderes sin igual. Tenemos decenas de miles de miembros informados que saben lo que quieren y lo que deben hacer para conseguirlo. La razón por la que ahora sabemos más acerca de los problemas de los que hemos hablado, de lo que hicimos a principios del siglo, no es porque hay más represión o exclusión en la actualidad que la que había hace cuarenta y seis o veintitrés años. Hay mucho menos. Se trata simplemente de que somos más conscientes de ello, y más preparados y capaces de hacer algo al respecto.


Hoy en día estamos ganando en casi todos los frentes. Hace un poco más de un mes, cuarenta y cuatro senadores de los Estados Unidos enviaron una carta a nuestro favor a la secretaria de Transporte, Elizabeth Dole, relativa a problemas de la línea aérea, y esto no es notable, sino sintomático. Estamos recibiendo cobertura de prensa favorable; las personas ciegas están encontrando nuevos puestos de trabajo; y nuestros miembros participan cada vez más en los asuntos públicos, y se presentan para candidatos a cargos electivos.


Pero hay algo más, algo aún más básico, algo que causa optimismo, que alegra el corazón, y que aviva el espíritu de las batallas por delante. Esta es la razón subyacente de la confianza y la seguridad. Está contenida en lo que les dije en el banquete del año pasado. Y es esto:
"Decimos que somos tan buenos como los videntes, capaces de competir con ellos en condiciones de igualdad. Decimos que merecemos todos los privilegios y las responsabilidades de la ciudadanía, y que somos capaces de ejercerlos. Decimos que es respetable ser ciego. Cuándo llegue el momento en que la mayoría de nosotros sepamos con certeza dentro de nosotros mismos que estas cosas son verdaderas (que lo sabemos con certeza, y que lo actuamos y lo vivimos todos los días, y ni siquiera tenemos necesidad de pensar en ello, o ponerlo en duda), en gran medida nuestra batalla será ganada."
Eso es lo que les dije el año pasado, y hay pruebas crecientes de que aquel tiempo del que les hablé es inminente. Los largos años de lucha y preparación están dando sus frutos. Al principio nuestra filosofía se entendía sólo por unos pocos de los líderes, y parecía tener poca aplicación en la vida cotidiana de las filas, pero año tras año, sobre una base cada vez mayor, se debatía, y se había asimilado e internalizado. Ahora, el Federacionismo es una parte integral de los cuerpos y las almas de decenas de miles de estadounidenses ciegos. Es personal, convincente y con vida.


Hace unas semanas, un federacionista de Pennsylvania escribió una carta que lo resume todo. Él es Terry McManus, quien se encuentra en esta convención. Terry es un hombre socegado. No busca confrontación, pero cuándo se enfrentó con la decisión, se encontró con que era más fácil soportar el abuso y la humillación pública que volver al estado de custodialismo de segunda clase. Al escuchar la carta de Terry, recuerden que (a pesar de que estába en una multitud) estaba solo. Nadie se habría enterado de si había eludido el asunto, o traicionado sus principios, pero él lo habría sabido. Lo había hecho antes, pero esta vez no pudo. Sin ser consciente de ello, había cruzado una línea invisible para irreversiblemente convertirse en una nueva persona. Esto es lo que queremos decir cuándo decimos: Sabemos quienes somos, y nunca volveremos atrás.


En lo que le sucedió a Terry, y en su reacción a ello, la liberación tiene forma tangible. Diane McGeorge, Mike Hingson, Judy Sanders, Russell Anderson, y muchos otros Federacionistas se enfrentaron ante incidentes de hostigamiento e intimidación en los aviones; y se resistieron como pudieron, a veces firmes en su posición, a veces, en última instancia, cediendo a la presión, pero siempre sometidos a ataque y humillación. Escribimos sobre sus experiencias en el Braille  Monitor, y (en las convenciones nacionales, en las reuniones estatales y locales, y de forma individual) hablamos de lo que les estaba pasando. Cada uno de nosotros se preguntaba qué haríamos si nuestro tiempo llegara, y el proceso de internalización continuó. De regreso a casa de la convención del año pasado (todavía frescos por los procedentes de los debates y el refuerzo) Steve y Nadine Jacobson se encontraron con que era mejor ir a la cárcel (con todas las indignidades de acompañamiento) que doblar la rodilla y comportarse como esclavos bajo custodia. Su experiencia fué escrita y debatida, y Jim Moynihan, Mary Ellen Reihing, Jacquilyn  Billey, Ramona Walhof, Peggy Pinder, Marc Maurer, Steve hastalis, y muchos otros escucharon y pensaron, y se animaron. Y cuándo llegó su tiempo, se acordaron y se fortalecieron, y, ellos a su vez, dieron ejemplo y ánimo a otros.


Cuándo Terry McManus montó en un autobús de la ciudad, y el conductor y los pasajeros trataron de hacer que hiciera el papél del ciego desvalido, recordó, y se negó. Aquí está su carta:
Me dirijo para contarle acerca de un incidente flagrante de discriminación que se produjo en mi contra el Martes, 14 de enero de 1986. Considero que le resultará muy similar a los atropellos que los ciegos han sufrido a manos de funcionarios de la aerolínea.
En la tarde alrededor de 5:15 tomé un autobús de la Autoridad Portuaria de Tránsito, en el que la gente sólo estaba parada. Cuándo apenas entré por la puerta, el conductor gritó, "Pasajero físicamente impedido; dénle un asiento." Le expliqué que la ceguera no limita de modo alguno mi capacidad de estar parado, que tenía un buen equilibrio y prefería estar de pie. Él se puso sumamente furioso, y respondió que si no tomaba asiento de inmediato, el autobús no se movería. calmadamente le dije que seguiría en pie. Comenzó pidiendo disculpas a los pasajeros por las molestias que yo les estába causando. Entonces, vió a un supervisor en la calle y se bajó para consultar con él. Mientras tanto, los otros pasajeros comenzaron a atacarme desesperadamente, llamándome "loco", "desconsiderado", "ignorante", "arrogante", y algunas otras cosas que no son imprimibles. Un hombre sarcásticamente dijo que ojalá que yo durmiera bien esa noche. Traté de explicarles que no era yo, sino el conductor, que los estaba incomodando, y que era una cuestión de discriminación y una violación de mis derechos civiles que estaba involucrado. Ellos no quicieron escuchar y se pusieron más enojados. Yo estába asustado, pero sabía que tenía que seguir de pie.
Puesto que, ya ven, esta no era la primera vez que había sido acosado por un conductor de autobús de esta manera. Ya había ocurrido varias veces en el pasado, y en cada ocasión me senté después de una violenta discusión. Cada vez me sentí avergonzado y humillado, y sentí que había vendido a mis hermanos y hermanas ciegos, que combaten valientemente acciones similares de carácter discriminatorio. La última vez que ocurrió me prometí que no volvería a suceder.
El conductor regresó con el supervisor, quien dijo que estaba de acuerdo con la decisión del conductor de no mover el autobús si no me sentaba. Dije que me quedaba de pie. Dijo que los asientos en la parte delantera del autobús están reservados para personas con discapacidad. Dije que no estába en desventaja en mi capacidad de estar de pie. Le dije que si estába violando alguna ley, debería haberme detenido y que si yo no lo estába, él debe pedirle al conductor mover el autobús. Obviamente, sabía que yo no estába haciendo nada malo, porque no llamó a la policía. Dijo que había un autobús vacío detrás, del que yo estaba, y que podría subirme y conseguir en ese un asiento sin sentir que estába siendo objeto de discriminación. Dije que me quedaría donde estába. El conductor y el supervisor confirieron un poco más y entonces decidieron bajar a todos los otros pasajeros del autobús y ponerlos en el que estába detrás. Todos ellos desfilaron ante mí, sin dejar de desahogar el abuso y hacer comentarios despectivos, hasta que sólo una mujer mayor y yo nos quedamos a bordo. Ella explicó que no podía ponerse de pie en el otro autobús. El conductor fué a ver si había espacio y volvió a informar que no había espacio, y que no quería incomodar a los pasajeros pidiendo a uno de ellos ponerse de pie por ella. ¡Qué irónico! Él creó un incidente grave por acosar a una persona ciega que era perfectamente capaz de estar de pie, pero no le pediría a los pasajeros pararse por alguien con una razón legítima para requerir un asiento. Por último, otro autobús llegó y salió la anciana.
El supervisor volvió, y él y el conductor siguieron fastidiándome con excusas por sus acciones:
Dado que, como el supervisor lo dijo, yo no tenía el "privilegio de ver," no sabría cuándo la gente desearía pasar por enfrente de mí, y por lo tanto, daría lugar a una obstrucción. (Obviamente, no presentó problemas cuándo la gente quería pasar por enfrente de mí para llegar al otro autobús.)
La gente está loca y me podrían tumbar. (Peso cerca de 200 libras, así que no es probable.)
Yo estába demasiado cerca del conductor obstruyendo su visión. (Otras personas estaban tan cerca de él como yo, y yo habría estado feliz de moverme; Pero el autobús estaba lleno, y no había a dónde ir)


Yo había estado allí de pie durante unos treinta minutos, y comenzaba a temer que iba a pasar el resto de la noche en el autobús, siendo fastidiado para que me sentara, o algo peor aún. Por último, aunque no lo crean, decidieron poner el autobús fuera de servicio para el público en general y llevarme a mi parada. En retrospectiva, considero que esto no es más increíble que la cancelación de un vuelo para deshacerse de un pasajero ciego. Por supuesto, yo seguía de pie mientras nos dirigíamos a mi parada.
El conductor continuó acosándome acerca de la persona tan ignorante y desconsiderada que yo era. Volví a repetir que se trataba de una cuestión de derechos civiles. Le expliqué que esto era sólo una pequeña parte de un gran patrón de discriminación que enfrentan las personas ciegas a diario. Dijo que, como hombre negro, había sido objeto de discriminación durante cuatrocientos años, pero que, por supuesto, esto era diferente, ya que al sentarme, de ninguna manera me impedía llegar a mi destino. Le expliqué que este era precisamente el argumento utilizado contra los negros que se atrevieron a oponerse, para ser que se vieran obligados a sentarse en la parte trasera del autobús, pero se negó a ver mi punto de vista. Le dije que todos los empleadores, arrendadores, compañías de seguros, funcionarios de aerolíneas, y otros proveedores de servicios quienes practican la discriminación piensan que sus situaciones son "diferentes". Me informó que si alguna vez me veía a la espera de un autobús de nuevo, que me iba a pasar, y esperaba y anticipaba que otros conductores harían lo mismo. Además, declaró que podría haber "firmado mi propia sentencia de muerte", ya que los pasajeros a los que había incomodado me recordarían, y tomarían medidas contra mí en la calle. Le pedí su número de autobús, y él sarcásticamente respondió que yo debía "salir a mirarlo." Por último, llegamos a la parada, y le desee un buen día. Me dijo que yo ya se lo había arruinado.
Cuándo comencé a subir la colina hacia mi casa, el impacto comenzó a tomar efecto de lleno, y me sentí mal, agitado por el trato brutal y deshumanizante que acababa de recibir. Al mismo tiempo, estába agradecido de que mi participación en la Federación Nacional de Ciegos me había dado la valentía para soportar este tipo de experiencia, no sólo por mí sino por todas las personas ciegas. También estába agradecido por la ardua labor de los miembros de la Federación Nacional de Ciegos de Pensilvania quienes aseguraron la aprobación de las enmiendas al acto de relaciones humanas de nuestro estado, que prohíbe este tipo de comportamiento. Estoy decidido a entablar quejas ante la ciudad y las comisiones estatales de relaciones humanas, requiriendo el alivio siguiente: 1) Que la Autoridad Portuaria deberá emitir una declaración política clara que indica que sus conductores no podrán ordenarle a los pasajeros ciegos sentarse en los autobuses cuándo no hay asientos disponibles, y cuándo a otros pasajeros se les permite estar de pie, y que los conductores no pueden de ninguna manera tratar a los pasajeros ciegos diferente a los demás, 2) Que el conductor deberá publicar en el periódico una disculpa pública por su comportamiento abusivo; y 3) que la Autoridad Portuaria deberá pagarme mil quinientos dólares en daños personales.
También decidí llevar el asunto a la atención de los medios de comunicación. El relato recibió cobertura en la radio, la televisión, y en la prensa con diferentes grados de apoyo. Al principio, la Autoridad Portuaria se negó a hacer comentarios, sosteniendo que yo había amenazado con emprender acciones legales. (Nunca he hecho tal declaración a ellos.) Más tarde comenzaron a decir que me había negado a estar de pie en cualquier lugar que no fuera la parte delantera del autobús, y que estába obstruyendo la visión del conductor. (Como ya he dicho, esta no es la verdad.) La empresa se negó a tener un representante que apareciera en cámara, pero emitió un comunicado por escrito a los medios de comunicación que sostenía que su política era que los pasajeros de edad avanzada y los discapacitados podían estar en pie en los autobuses, siempre y cuándo no interfieran con el funcionamiento del autobús. A juicio del conductor, yo acababa de hacer eso. Más tarde, en una llamada al programa de entrevistas, el presidente de su junta directiva indicó que la política de la compañía, era, que se requiere que los pasajeros con discapacidad se sienten. Esto demuestra una vez más la necesidad de una declaración política clara. Unas dos semanas más tarde su director de relaciones públicas apareció en un programa de entrevistas, dio una total fabricación del incidente, y se burló de mí.
Hasta ahora, la pena que he sufrido ha dado algunos frutos. He estado en varios autobuses desde entonces, donde los conductores me han permitido estar de pie. Es posible que hayan aprendido algo.
Las personas con quienes he discutido este asunto se sorprenden de que yo estába dispuesto a pagar un precio tan alto por un pequeño privilegio. Un amigo observó que yo estába "totalmente solo en el autobús." Le expliqué que yo no estaba solo, que habían más de 50.000 personas de pie, hombro con hombro conmigo, a medida que yo aguantaba las indignidades, gente como Judy Sanders, Russell Anderson, los Jacobson, y Mike Hingson, y yo estába con ellos, cuándo se enfrentaron a sus pruebas. Al leer la cuenta reciente de lo que le ocurrió a Jim Moynihan, oí una vez más el zumbido ridículo de los pasajeros en mis oídos. Todos seguimos obteniendo fortaleza de la pena colectiva, y el cariño es nuestra fuerza motivadora. Mi más sentido pésame a las personas ciegas que no han tenido la valentía y la percepción de estar junto con nosotros. Al atrevernos a ponernos de pie y luchar juntos, podemos asegurar el triunfo final. Algún día, todo esto será una cosa del pasado.
A sus órdenes en Federacionismo,
Terry McManus


Para mí, esta carta simboliza la unión de la segunda y la tercera generación de nuestro movimiento. A medida que vamos hacia atrás en el tiempo para entender las causas de las condiciones actuales, y a medida que vamos a una variación hacia adelante para anticipar las consecuencias de nuestros actos presentes, la experiencia de Terry McManus y todos los demás que he mencionado es fundamental. Hemos asimilado e interiorizado la filosofía de nuestro movimiento, y ninguna fuerza en el mundo puede parar nuestro progreso.
Dejo la Presidencia de esta organización a sabiendas de que nuestro movimiento ha alcanzado la mayoría de edad y es plenamente maduro. No nos equivoquemos: Nosotros vamos a ir el resto del camino hacia la libertad. Lo sé con tanta seguridad como sé que los ciegos son tan competentes como los demás. Lo sé con tanta seguridad como sé que los videntes son capaces de aceptarnos como iguales que somos. Nosotros, los de la segunda generación del movimiento hemos mantenido la fé de la primera generación. Hemos valorado el patrimonio, la ampliación de las oportunidades, resistido el custodialismo, hemos luchado cuánto hemos podido con las armas que hemos tenido para avanzar en la causa, nos hemos apoyado mutuamente, hemos alimentado a nuestros compañeros ciegos, y nos hemos sacrificado, y hemos planeado para el futuro. También hemos mantenido la fé de nuestros niños, de la tercera generación. Les hemos transmitido un poderoso movimiento. Los hemos entrenado en los caminos de la libertad. Hemos compartido con ellos nuestras creencias y nuestra comprensión. Hemos deseado lo mejor para ellos más de lo que hemos tenido para nosotros mismos. Y, sobre todo, los hemos querido. No buscamos tratar de hacerlos como nosotros, pues en nuestra imaginación más fuerte, no podemos ir a la morada de su mañana. Buscamos sólo ir con ellos tan lejos como podamos en el camino.
En esta convención se ha elegido un nuevo presidente. Marc Maurer será un buen presidente. Él conducirá con mano firme, y los llevará con cariño y madurez. ¡Hermanos y hermanas, vamos! Pasemos juntos a la tercera generación del movimiento.
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