[Nfbespanol-talk] Ceguera: Así Es como Es Al Final de Un Largo Tramo de Escaleras

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Fri Jan 14 23:36:13 UTC 2011


Ceguera: Así Es como Es Al Final de Un Largo Tramo de Escaleras
Un discurso pronunciado por Kenneth Jernigan
Presidente de la Federación Nacional de Ciegos
En el Banquete de la Convención Anual
Miami Beach, 5 de julio, 1979


El notable historiador británico Arnold Toynbee tiene una teoría generalizada de desarrollo humano llamada, "El Ciclo de Reto y respuesta". Según esta teoría, todas las civilizaciones se enfrentan a una sucesión constante de retos y enfrentamientos, y su viabilidad y solidez se pueden medir por el vigor y la naturaleza de la respuesta. Puede encontrarse de frente con el reto, emergiéndo más fuerte y saludable por el encuentro; puede reaccionar a la defensiva con desesperación, dejando la lucha agotado; o puede, a la primera señal de amenaza, sencillamente acostarse y morir. Como sucede con las civilizaciones, también puede ser con movimientos. Por lo demás, también puede ser con las personas. Nuestra vitalidad, nuestro espíritu, y nuestra capacidad de supervivencia muy probablemente se pueden medir no sólo por el vigor de nuestra respuesta al desafío y la confrontación, sino que también por el patrón y la naturaleza de esa respuesta.


Cuándo la Federación Nacional de Ciegos se creó en 1940, hubo ciertamente tanto reto como confrontación; pero ni los profesionales en el campo, ni el público en general, habían entendido todas las implicaciones del reto, o anticiparon la furia final de la confrontación venidera. 1940 fué otro tiempo y era un clima diferente. Apenas había un puñado que tenía la fé para creer, y el valor de la esperanza. Ellos fueron los fundadores de la Federación Nacional de Ciegos. Aquellos Federacionistas originales no eran la poderosa fuerza de la acción concertada que conocemos hoy en día, no eran la voz unida de los ciegos en la nación. Todo esto era todavía una generación por delante, en la promesa del futuro y en la plenitud de los años.


Es sólo cuándo miramos hacia atrás que nos damos cuenta cuán lejos hemos llegado. En 1940, los ciegos eran universalmente considerados como inferiores, y había un sentimiento general de que no era conveniente para ellos organizarse, y tomar parte en sus propios asuntos. Era una atmósfera que quebrantaba el espíritu y apagaba la esperanza, y mataba el sueño. Pero la resistencia a la idea de que los ciegos deberíann organizarse (los retos y las confrontaciones) en su mayor parte, no provenían de odio o maldad, o del deseo de hacer daño. Venían, en cambio, de la compasión, la incomprensión, la bondad fuera de lugar, o la apatía (en el peor de los casos) y el deseo de mantener el statu quo.


Eso fué 1940. Esto es 1979. ¿Qué nos ha pasado en estos años? ¿A qué retos y enfrentamientos nos enfrentamos hoy en día? ¿Cómo estos retos y enfrentamientos difieren de los de 1940? En resumen ¿como movimiento y como gente, donde estamos y hacia dónde vamos?

 

En breve resumen, la historia de las últimas cuatro décadas es fácil de leer, y contada rápidamente. Al principio, la Federación era pequeña y en gran parte ignorada. Tenía pocos miembros, y muy poca influencia. Las agencias gubernamentales y privadas intentaron tratarlo como si no fuera único en absoluto, sino simplemente otro proveedor de servicios (uno entre muchos), un duplicado en miniatura de lo que ya era, en otras palabras, un recién llegado, pero uno de ellos. El público (en la medida en que el público sabía de la Federación en absoluto) llevaba el liderazgo de los profesionales.


Pero los ciegos sabían lo contrario. Sabían de la necesidad que sólo la Federación podía llenar. Lo conocían en el anhelo de libertad, en la falta de oportunidades, en el rechazo de la sociedad, y en la exclusión de los derechos y privilegios de plena participación e igualdad de condición. Sabían que la Federación era suya. Porque cualquier éxito que esta pudiera lograr, o cualquier fracaso que esta pudiera hacer, ella era suya. Su objetivo principal no era de prestación de servicios, sino para monitorear, y pedir cuentas a aquellos que hacían prestación de servicios. Y habían otros fines: El cambiar las actitudes sociales, luchar contra la discriminación, eliminar los prejuicios, crear conciencia de sí mismo, infundir esperanza, toque de conciencia, y (sobre todo) establecer un medio por el cual los ciegos podían discutir problemas comunes, tomar decisiones, y hacer oír su voz. La Federación fué única. Era (y es) la voz colectiva de los ciegos en la nación, los ciegos pensando por sí mismos, hablando por sí mismos, y actuando por sí mismos.


Nuestra lucha por la libertad y el reconocimiento son paralelos en un grado sorprendente al experimentado por los negros, porque somos (en todo el sentido moderno del término) una minoría. Tenemos nuestros guetos, nuestro desempleo, nuestro subempleo, y nuestros Tíos Toms. Tenemos nuestro establecimiento (integrado por la sociedad en su conjunto, y, en particular, a muchas de las agencias gubernamentales y privadas). Que, el establecimiento condescendientemente nos quiere, si nos quedamos en nuestros lugares, y amargamente nos tiene resentimiento si nos esforzamos por la igualdad. Por encima de todo (a través de nuestra propia organización, la Federación Nacional de Ciegos) hemos descubierto nuestra conciencia colectiva, y hemos encontrado nuestra verdadera identidad. Hemos aprendido que no es nuestra ceguera la que nos ha rebajado, y nos mantuvo fuera, sino lo que nosotros y otros han pensado acerca de nuestra ceguera. Sin embargo, nos dicen que no hay discriminación, y que no somos una minoría. No queremos conflicto o confrontación, pero haremos lo que tenemos que hacer. Nosotros simplemente no estamos dispuestos a ser ciudadanos de segunda clase. Lo hemos dicho antes, y lo decimos de nuevo: Sabemos quienes somos, ¡y nunca volveremos atrás!


Ningún grupo, alguna vez, va de la condición de segunda clase a la ciudadanía de primera clase, sin pasar por un período de hostilidad. Hace varios años, hice la declaración de que ni siquiera habíamos llegado lo suficientemente lejos por los peldaños de la independencia para que alguien nos odiara. Creo que puedo decir con seguridad que este problema ha sido resuelto. Tenemos enemigos lo suficiente, como para satisfacer incluso a los más militantes entre nosotros. En realidad, hemos progresado hasta el punto de crear una reacción negativa.


Sin embargo, debemos ver la situación en perspectiva. La hostilidad y la reacción negativa que estamos viviendo, no se debe a errores de nuestra parte, o por comportamiento radical, o por demás agresividad, o por cualquiera de las otras acusaciones falsas que se han hecho contra nosotros. Al igual que con el movimiento de los negros por los derechos civiles, y con Martin Luther King, las reacciones negativas hostiles son un paso inevitable en los peldaños que conducen, desde las profundidades del rechazo y la custodia, hasta el nivel de arriba de la libertad y la condición de primera clase. Los peldaños de la parte de abajo de las escaleras se han pavimentado con condescendencia y compasión; los peldaños intermedios son a veces pavimentados con buena voluntad y el inicio de la aceptación; pero los peldaños de arriba son siempre pavimentados con resentimiento y temor. Hemos recorrido un largo camino hacia arriba. Nos acercamos al final de un largo tramo de escaleras, y estamos viviendo nuestra medida llena de temor, y resentimiento.


El temor y el resentimiento provienen de aquellos que tienen un gran interés en mantenernos abajo: los talleres cerrados, con sus salarios submínimos, que fueron el tema de los recientes artículos del Wall Street Journal;1 una de las agencias de Nueva York, a la que hemos ayudado a exponer, a través de condenación de las auditorías; al Consejo Nacional de Acreditación para Agencias de Servicio a Ciegos e Impedidos Visuales (NAC), a la que nos oponemos por sus normas falsas, su acreditación sin sentido, su deseo de manejar nuestras vidas, y su desesperado esfuerzo por ganar apoyo público y la respetabilidad; a la sociedad para ciegos, Cleveland Society for the Blind, a la cuál, hemos llevado a los tribunales debido a su injusta toma ilegal de los ingresos de los ciegos operadores de servicios alimentarios, y su intento de controlar el más mínimo detalle de su existencia diaria; a la Fundación Americana para Ciegos, AFB, a la que llamamos al orden en la tarea de su publicidad sentimental, pegajosa, de pseudoprofesionalismo; a las compañías de seguros, que (por la acción judicial y la reglamentación administrativa) buscamos evitar, que se nos carguen las tarifas adicionales, y negarnos la cobertura; a las compañías aéreas, contra las que manifestamos por tratar de decirnos dónde podemos sentarnos, que no podemos mantener nuestros bastones durante el vuelo, que debemos viajar con un acompañante, y aveces que no podemos incluso subir al avión del todo; y todos los otros funcionarios públicos y los particulares que tienen un interés económico en mantenernos de lograr la independencia, o que aumentan su ego y muestran su inseguridad por la necesidad de sentirse superiores, para custodializar, condescender, y tratarnos como pacientes.


Si terminamos la subida por los peldaños a la libertad y la aceptación social (dejando atrás la hostilidad y la reacción) será determinado no por las acciones de otros, sino por nuestro propio comportamiento. Este es nuestro reto y nuestra confrontación. También es la prueba más fuerte posible de lo lejos que hemos llegado. Por primera vez en la historia, la elección es nuestra. Como otras minorías han descubierto, los peldaños finales son los más difíciles.


Hay varias razones por las que esto es así: Por un lado, las degradaciones y las privaciones en la parte baja de los peldaños son (una vez que se ha señalado y claramente delineado) tan evidentes e injustas que son fáciles de entender; y grandes grupos del público en general pueden ser tocados en su conciencia, y alistados para ayudar, manteniendo intacto su sentido de la condición de valor superior y especial. La minoría es un largo camino hacia abajo y no plantea ninguna amenaza aparente, incluso subiendo unos peldaños hacia arriba. En la parte final de un largo tramo de escaleras las cosas son diferentes. La discriminación es más compleja y sutil, menos evidente el perjuicio, la amenaza a los intereses creados más real, y las violaciónes de la tradición más inminentes.


También está el hecho de que los miembros de la minoría son parte de la sociedad en general. Ellos tienden a verse como los ven los demás. Tienden a aceptar las opiniones falsas de sus limitaciones y, por tanto, hacen mucho para convertir esas limitaciones en una realidad.


Puedo ofrecer un ejemplo personal. El 11 de febrero de 1979, un artículo escrito por R. H. Gardner había aparecido en el Baltimore Sun. Se titulaba: "Castillos de Hielo" un poco difícil de tragar", y esto es lo que dijo:
Hace varios años, yo estába en una fiesta cuándo un amigo, por razones que no puedo recordar, me apostó que no podía pararme en un pie 15 segundos con los ojos cerrados. Yo, había sido un gran deportista en mi juventud (a los 10 años de edad), período durante el cual podía estar parado en prácticamente cualquier parte de mi anatomía, de cabeza, en las orejas, en las manos, o en los dedos de los pies, durante un período indefinido de tiempo.
Acepté la apuesta.
Para mi asombro, a la cuenta de cinco comencé a flaquear. A la cuenta de siete, el flaqueo se convirtió en un tambaleo; y a la cuenta de diez estaba perdido. Fué un gran shock para un ex atleta (incluso un niño de 10 años de edad,), y nunca lo he olvidado.
Porque algo le sucede a su equilibrio cuando cierra los ojos. ¡Y cuánto peor debe ser si está ciego!
Ser ciego, un científico amigo una vez me señaló, no se puede comparar con cerrar los ojos. Cuándo cierra los ojos, sigue viendo. Ve la parte de enfrente de los párpados con la luz detrás de ellos.
Pero lo que ve cuándo está ciego es lo que se ve en la parte de atrás de su cabeza. No hay ni luz, ni vista de cualquier tipo.
Me acordé de todo esto mientras veía "Castillos de Hielo", una película sobre un personaje patinador ciego.... Me han dicho que hay una figura de un patinador ciego, sobre cuya carrera la película se basa libremente. Pero es difícil de creer, en vista de mi experiencia tratando de pararme en un pie...
Cuándo leí este artículo, mostré desdén, y me reí con desprecio. También lo hizo una de mis compañeras videntes. Entonces, sólo para mostrar lo absurdo que era, ella cerró los ojos y se paró en un pie. Pero detuvo la risa, porque ella se tambaleó y cayó. Entonces, abrió los ojos y trató de nuevo. No había ningún problema. Mantuvo el equilibrio sin dificultad.
"¡Tonterías!" Dije. "Te voy a enseñar," con lo cual, me paré en un pie, e inmediatamente perdí el equilibrio. Eso fué hace tres meses. ¿Estába agitado? Sin duda así fué.
Entonces, comencé a hacer algunas reflexiones. Sabemos que las pruebas que son hechas por personas videntes con los ojos vendados para determinar lo que los ciegos pueden hacer son totalmente inválidas. He sido de los más vocales en señalarlo. Sabía (o, al menos creía que sabía) que el equilibrio es una cuestión del oído interno, no del ojo. ¿Por qué, entonces, mi asociada se calló cuando sus ojos estaban cerrados, pero mantuvo el equilibrio cuándo los abrió? Tal vez, el hecho de que ella estaba acostumbrada a ver las cosas a su alrededor como parte de su vida cotidiana marcó la diferencia, o tal vez (a pesar de que está bien versada en nuestra filosofía) el asunto era más profundo. Tal vez (reaccionando a los condicionamientos sociales) inconscientemente esperaba caerse, y estába tensa. Le sugerí que practicara un par de veces con los ojos cerrados. ¿Y qué les parece? Funcionó. En cuatro o cinco veces, podía pararse en un pie con la misma facilidad con los ojos cerrados como abiertos.
Pero ¿qué hay de mí? Nunca he tenido ningún problema con el equilibrio. Así que lo intenté de nuevo, y podía hacerlo con perfecta facilidad. Si alguien lo duda, estaré encantado de demostrarlo. Entonces, ¿por qué me caí la primera vez? De mala gana llegué a la conclusión de que (a pesar de toda mi filosofía y conocimiento de lo contrario, a pesar de toda mi experiencia con este tipo de situación muy disfrazada en otras formas) caí en la trampa del condicionamiento social. Espero que no lo volveré a hacer, pero no puedo estar seguro. Probablemente no hay una persona ciega viva hoy en el mundo que, en un momento u otro, no se haya vendido a sí mismo, y aceptado las ideas falsas públicas, por lo general sin saberlo. El prejuicio es sutil, y la tradición es muy profunda. Así es como es al final de un largo tramo de escaleras.


Lo que me lleva de nuevo al señor Gardner y su artículo en el periódico. Él no estába tratando de hacernos daño, sino sólo ganarse la vida. Sin embargo, en base a su experiencia única, falsa, simulada, como un hombre ciego, hace generalizaciones radicales acerca de nuestras carencias y pérdidas. ¿Ustedes creen, que él cree que somos capaces de igualdad, que podemos viajar solos, bajarnos de un avión en caso de emergencia, o competir con otros por un trabajo regular, que nos merecemos el seguro en la misma proporción que los videntes, que somos capaces de una vida plena y normal? Por supuesto que no. Y sus opiniones cuentan. Él es un miembro de la prensa, un moldeador de pensamiento. ¿Y cómo cree que reaccionará si uno de nosotros trae todo esto a su atención?
Probablemente con una actitud defensiva, y con resentimiento, probablemente como parte de una reacción negativa. Tal vez, incluso, ayudará a estimular la publicidad desfavorable en contra de nosotros, sin darse cuenta o admitir por qué lo está haciendo, o incluso, para el caso, que lo está haciendo. Pero no tenemos otra opción. La alternativa es deslizarnos hacia la parte de abajo de las escaleras. Vamos a decirlo con el mayor cuidado y cortesía que nos sea posible, pero lo vamos a decir. No deseamos conflicto o confrontación, sino que, simplemente ya no estamos dispuestos a ser ciudadanos de segunda clase. Haremos lo que tenemos que hacer. Tenemos la intención de dar el paso final en las escaleras.


Recordarán que Ralph Sanders en su discurso2 del banquete, el año pasado, citó un siguiente anuncio efectista por una empresa que emplea personas ciegas para oler sus perfumes: "¿Por qué?" el anuncio pregunta: "¿Por qué la gente cierra los ojos cuándo se besan? Porque al cortar un sentido, se aumentan los otros cuatro. Están completamente inmersos en el sabor, olor, sonido y tacto del beso.
Las personas ciegas tienen el "sentido del olfato más a tono poseído por el hombre."
¡Que anuncio! Tales creencias son muy difundidas, pero, incluso un momento de reflexión demostrará su locura absoluta. Si un beso es realmente mejor por cerrar los ojos, piense en el arranque que usted podría conseguir si se pone tapones en la nariz y tapones en los oídos. El sabor recorrería todo el camino hasta los pies, y el toque lo llevaría hasta la locura. Yo no esperaría que la empresa de perfumes apreciara nuestra objeción a su anuncio, pero eso no nos impedirá objetar. Así es como es al final de un largo tramo de escaleras.


A veces los conceptos erróneos sobre la ceguera se utilizan como escudo para eludir responsabilidades u ocultarse del castigo. Consideremos, por ejemplo, un artículo aparecido el 8 de marzo de 1979 en el Minneapolis Star. Dice así:
Jerome M. Bach, un psiquiatra de Minneapolis, y fundador del Instituto Bach, un centro de psicoterapia, ha sido puesto en libertad condicional por la Junta Directiva de Examinadores Médicos de Minnesota por participar en actividades sexuales con cuatro de sus pacientes de sexo femenino. . . .
El fallo de la junta directiva revocó la constatación de un examinador de audiencia con el Estado, Howard L. Kaibel, Jr. Kaibel recomendó que no se tomen medidas contra el médico ....
Bach, que sufre de visión de túnel de una condición degenerativa de la retina, es legalmente ciego. Debido a esto, Kaibel dijo, Bach depende del contacto físico como un medio adicional de comunicación y de obtención de información acerca de sus pacientes. . . .
Bach había llegado a ser ampliamente conocido entre los pacientes y otros terapeutas por una habilidad inusual para diagnosticar problemas emocionales, y por su uso del contacto físico en la terapia.
De acuerdo a los resultados de Kaibel, el uso de Bach de la "intervención psicoterapéutica física ... (es) muy conocido, aceptado por cientos de sus colegas e incluso codiciado por algunos que ... son incapaces de utilizarlo en forma más eficaz."
Eso es lo que dice el artículo, y la mente está aturdida por la locura. ¿El Doctor Kaibel lo dijo en serio? El Doctor Bach nunca se había identificado con los ciegos antes, y en la medida en que alguien sabe, nunca lo ha hecho desde entonces; pero cuando ardía, trató de esconderse detrás de los estereotipos. Por una vez, no hablamos solos. La profesión médica, el movimiento de mujeres, y otros se unieron a nosotros. Hicimos lo que pudimos para hacer algo positivo de la situación, tratando de educar al público y mostrar el resultado de alinear a los ciegos con los que deberían unirse a nosotros. La vigilia constante, la batalla, la hostilidad, y la reacción  negativa, pero también los crecientes esfuerzos para informar al público, lograr una acción concertada, y aumentar la conciencia de sí mismo. Así es como es al final de un largo tramo de escaleras.


Proveedores Ciegos, y operadores de servicios alimentarios constituyen uno de los mayores grupos de empleados ciegos. Ellos trabajan por su dinero y para ganar lo que reciben, pero algunos de ellos no reconocen su vínculo común con el resto de nosotros, su necesidad por el movimiento organizado. Los que tienen esas actitudes deben leer una novela3 sobre el CIA, publicada en 1978. Se llama Ballet, y está escrita por Tom Murphy. A pesar de que habla directamente a los operadores de servicios alimentarios ciegos, esta habla tan falso y tan insultante para todo el resto de nosotros. El pasaje siguiente aparece en la página 51, e introduce el capítulo tres:
Dave Loughlin tenía una masa áspera de un estibador, y el arrastre deambulador de un oso geriátrico. Dave tenía treinta libras más de peso, y más de treinta años mayor que cuándo había estado en su día en el Ejército de OSS, el último tiempo feliz que podía recordar. Y ahora, mientras Dave se abría paso por el largo corredor verde, enbaldosinado de asfalto que siempre le recordaba a un hospital, y a la muerte, sentía cada minuto de aquellos años, y cada onza adicional que pesaba sobre él como una sentencia no dictada. Y sentía los efectos de la borrachera de anoche, que tampoco le ayudaba en nada. Y pasó por el mostrador de almuerzo de los ciegos, y se estremeció, aunque sabía que estaría allí, tan espeluznante como siempre, incluso si fué idea del Viejo, incluso si era algún tipo de sentido pervertido.
¿Dónde más en el mundo, podrían tener, hombres y mujeres ciegos alegremente repartiendo sándwiches envueltos y cajas de café tan malo que podría haber sido hecho sólo por los ciegos? ¿Dónde más sino en la atmósfera cada vez más vigilante de la sede de la CIA en el viejo y querido Langley, Virginia?
Ese libro está circulando por decenas de miles en todo el país. Se acerca al genio en su capacidad para difamar y tergiversar. Este logra alzar casi todos los estereotipos en un par de frases. Los ciegos son alegres. Somos espeluznantes. Es perverso tenernos cerca. No podemos hacer sándwiches, sino que estos deben ser preenvasados. Ni siquiera podemos hacer una taza de café decente. Aquí no hay bondad (o incluso lástima condescendiente) sólo hay mezquindad y descarto y desprecio. Cada uno de nosotros (operador de servicios alimentarios, y no operador de servicios alimentarios) debe pensar cuidadosamente acerca de este libro y los otros del mismo tipo que plagan nuestras oportunidades y envenenan la mente del público. No tenemos otra opción. La alternativa es deslizarse hacia abajo en las escaleras. Vamos a decirlo con el mayor cuidado y cortesía que nos sea posible, pero lo vamos a decir. Tenemos la intención de dar el paso final en las escaleras, y debemos tomarlo juntos. Sabemos quienes somos, ¡y nunca volveremos atrás!


La mezquindad de la novela de Murphy no es universal, pero sin duda es un signo de los tiempos, una prueba de reacción negativa, y una prueba de que estamos cerca del final del largo tramo de escaleras. La aerolínea Southwest Airlines, que proclama con orgullo que extiende "el amor en todo Texas", recientemente inició una política de negarse a transportar a los ciegos o personas con retraso mental a menos que estén acompañados por un cuidador; y un funcionario de Southwest hace unos meses escribió el siguiente segmento de tonterías repugnantes a nuestro Presidente de Texas, Glenn Crosby: "En lo que respecta a su pregunta sobre los bastones que les están quitando a los pasajeros, se trata de una medida de seguridad. Obviamente, no tenemos manera de saber lo que un pasajero va a hacer con tal objeto; por lo tanto, como medida de precaución, todos los artículos se retiran durante el vuelo.
No hay mucho amor en eso, ¿verdad? Probablemente, los funcionarios de Southwest tampoco sienten ninguna bondad para con la Federación, sobre todo porque nosotros manifestamos en sus mostradores, y exponemos su comportamiento con el público. Reacción negativa, sí. Pero también (con suerte) avances de la razón y de la comprensión del público. Así es como es al final de un largo tramo de escaleras, y (sin importar el costo) tenemos la intención de subir los peldaños finales.


En Iowa (donde el progreso ha sido probablemente el más grande y más fuerte de la reacción negativa) no sólo hemos sostenido y sufrido ataques viciosos sin escrúpulos que carecen de fundamento, los del diario Des Moines; sino que también estamos comprometidos en una batalla en los tribunales. Como los ciegos de la nación saben, Herbert Anderson (el Comisionado de Seguros iluminado de Iowa) decretó hace un par de años que las compañías de seguros no pueden discriminar en contra de los ciegos en las tarifas de cobertura. Como era previsible, las compañías de seguros (incluso las que habían afirmado siempre que eran, como ellos dicen, "muy amables con los ciegos") de repente se volvieron hostiles. Cuándo uno de ellos (Federal Kemper) fué multado con mil dólares, y se le ordenó enmendar su modo de ser, decidió que los ciegos eran ingratos y poco razonables, y llevó el asunto a los tribunales.
El 23 de marzo de 1979, el juez Theodore Miller, que no será recordado como uno de los espíritus más ilustrados de la época, declaró lo siguiente en sus "Conclusiones de Hecho":
9. La Corte toma en el sumario del hecho, que los ciegos tienen sólo cuatro de los cinco sentidos, que consiste en la vista, oído, gusto, olfato y el tacto. El conocimiento común establece que uno con menos de todos los sentidos comunes opera en situación de desventaja, y es más susceptible de ser incapaz de funcionar como una persona hábil, que uno con todos sus sentidos. Los estatutos federales reconocen implícitamente la discapacidad que padecen las personas ciegas, y han proporcionado exenciones fiscales para ellos.
Al ordenar el lenguaje ininteligible, el juez está diciendo claramente que prueba de ello no es necesario, que los ciegos no lo pueden "lograr" en condiciones de igualdad con los demás. Se trata de una cuestión de "conocimiento común" En el número 17 de sus "conclusiones" el juez Miller toma la posición sorprendente de que si a las personas ciegas se les niega el seguro, ninguna discriminación se ha producido, ya que todos han sido denegados al mismo grado y, por tanto, han recibido el mismo trato. No hay mucho amor en ello, ni mucha inteligencia tampoco. Pero eso es lo que pasa cuándo se trata con intereses creados, las amenazas a la tradición, y la reacción negativa. El Comisionado Anderson y nosotros estamos apelando este caso en la Corte Suprema de Iowa. Sea cual sea el costo, o la reacción negativa, tenemos la intención de subir los peldaños finales. Así es como es al final de un largo tramo de escaleras.


Hoy he dicho muy poco acerca de los profesionales en el campo de trabajo con los ciegos, pero el cuadro no estaría completo sin su inclusión. Un número creciente de ellos están trabajando con nosotros con la alegría de nuestro progreso. Pero hay otros: NAC4, la Fundación Americana para Ciegos, AFB, y sus aliados que tienen una enorme riqueza y amplios contactos. Podrían hacer mucho, si así lo desearan, para apresurar el día de la liberación de los ciegos, pero parece que sienten que tienen un gran interés en nuestra continua dependencia y subyugación. Tal vez Louis Rives, (ciego él mismo, y Presidente del Consejo Nacional de Acreditación para Agencias de Servicio a Ciegos e Impedidos Visuales) ha resumido la filosofía de la inferioridad y el derrotismo, así como nunca antes ha sido. Sin duda, es lo contrario de todo lo que creemos y hemos experimentado. El año pasado en la reunión de NAC, dijo que sólo hay dos maneras de hacer que las personas ciegas y las personas videntes tengan igualdad: o las personas ciegas pueden recuperar su vista, o a las personas videntes se les puede arrancar sus ojos. Con tales "profesionales" en el campo, ¿no es de extrañar que el público no está informado aún? Pero (con o sin los profesionales de NAC) vamos a subir los peldaños finales. Vamos a llegar al tramo final de las escaleras.

 

Como presidente de la Federación, recibo muchas cartas. Algunas son alentadoras; otras son desconsoladoras. Pero creo que nunca he recibido una carta más expresiva, y reveladora, que la que estoy a punto de compartir con ustedes. Fue escrita por Edgar Sammoons, quien vive en Mountain City, Tennessee, y habla con el lenguaje de la claridad de la prosa  Isabelina. Nunca he conocido a Edgar Sammons, pero he pensado mucho en su carta, y he llegado a sentir un profundo afecto y alto respeto por él. No se queja, ni lloriquéa, pero ha conocido la custodia, la terrible soledad, la esperanza malograda, y la privación verdadera. Sin embargo, ha hecho su propia vida. Su carta significa mucho, tanto por lo que dice que por lo que no dice. Tengo su permiso para utilizarla. De otra manera, no lo haría. Aquí está:

 

Pensé hacer una pequeña historia de mi vida. Nací el 30 de octubre, 1913. Dicen que perdí la visión cuándo tenía tres semanas. Crecía como el resto de ellos. Creo que una persona ciega debería ser criada exactamente como una persona que tiene  visión, pero la mayor parte de ellos no son creados así. La mayoría de ellos aprenderían mucho más si se les permitiera hacerlo. Solamente teníamos una casa vieja encajonada, y un poco de tierra que no era suficiente para poder vivir de ella. Mi padre siempre alquilaba la tierra para sembrar la milpa para cubrir la mitad de nuestros gastos. Mi madre economizaba lo más que podía, y siempre tuvo lo suficiente para darnos de comer. Mi padre trabajó en la primera carretera que pasó por aquí. Le pusieron Alquitran en 1924. [Interrumpo la carta para hacer notar que en el tiempo en el que él habla tiene once años, y esto es lo primero que le ha pasado que él considera de valor para anotarlo, pero, permítanme continuar]:

Mi padre alquiló una pequeña granja, y nos transladamos a ella. No estaba muy lejos de aquí. Vivimos allí un año, y luego nos regresamos aquí. Mi madre siempre quiso enviarme a la escuela, pero mi padre nunca accedió a ello. Mi abuela, mi madre, y mi hermanita menor murieron todas en 1924. Éramos cinco niños los que quedamos. Y algunas personas querían colocarnos en un hogar de niños. Pasamos tiempos muy difíciles, pero salimos adelante. Si la familia hubiera podido haberlo hecho a su manera, no creo que me hubieran permitido salir sin que alguien me acompañara. Pero no me podían vigilar todo el tiempo.

 

Mi abuela Sammons todavía vivía, y me enviaban donde ella cuándo tenían que ir a trabajar en la milpa. Eso estaba bien conmigo. Mi abuela se ponía a hacer sus quehaceres en la casa, y yo me iba calle abajo como una media milla a la casa de mi tía, y me quedaba allí por un rato. Algunas veces, algunos de ellos sabían lo que yo había hecho, y me chismorreaban, pero a mí no me importaba lo que hacían al respecto. Me escapaba en cualquier oportunidad que tenía. No habían más que calles de lodo, pero yo me las arreglaba solo. En la noche me llevaban a algunos lugares con ellos. Iban, además, a muchos otros lugares a los que yo hubiera querido ir, pero, me dejaban con mi abuela. Yo creo que cuándo los hijos ciegos están creciendo, se les debería dejar salir, y aprender a desplazarse igual que los que tienen visión. Muchos de nosotros no tenemos esa oportunidad.

 

Mi hermano, y mi padre iban a trabajar en una hilandería en Johnson City, y nos transladamos allí en 1927. [Él nació en 1913, así es que, en este momento de su historia tiene catorce años.]

La hilandería la cerraron en 1928, así es que nos regresamos. [Ahora, él tiene quince años.] En 1933, [él ahora tiene veinte años.] Todos los hijos se fueron para Ashville, Carolina del Norte, y consigueron trabajo. [Como ven, él no consiguió trabajo.]

 

Mi padre se casó nuevamente en 1933. Yo me quedé en la casa la mayor parte del tiempo. Después de eso, en el verano, mi trabajo fue pastar las vacas en el camino. Les había puesto campanas para saber donde estaban. Me acomodaba en las lomas con las vacas, preguntándome cómo podía conseguir un poco de dinero para comprar tabaco. En ese entonces, ya era un muchacho. El bienestar social empezó en 1937. [Ahora tiene venticuatro años.] Me dieron alguna ayuda. A un montón de ciegos no les dieron nada. En esa época no había mucho trabajo para los ciegos. Me iba a Ashville, y me estaba allí un tiempo, luego me venía aquí, y me quedaba otra temporada. En 1944,[él tiene ahora treinta y un años.] Me fui a Ashville, y me conseguí un trabajo clasificando piedra mica. [Recuerden que este es su primer trabajo. Era la Segunda Guerra Mundial, y la mano de obra era escasa. Pero, volvamos de nuevo a su carta]: Dijeron que haríamos el trabajo mejor que aquellos que veían. Solo pude trabajar nueve semanas, porque cerraron la sección de nuestro trabajo. Me quedé un tiempo más a ver si iba a empezar de nuevo, pero no fue así.

 

Ese fue un buen trabajo, pero en cierto modo no me gustó. Me quedé con mi hermana y su esposo. Ellos éran tan buenos conmigo como podían, pero querían que estuviera con ellos todo el tiempo. Me venían a recoger por la noche, y me llevaban al trabajo por la mañana. Yo no quería eso. Quería hacerlo por mí mismo como la demás gente. Quería salir y conseguirme una muchacha como cualquier otra persona. Bueno, regresé a la casa y me estuve aquí la mayor parte del tiempo. Mi madrastra murió en 1951. [Ahora tiene treinta y ocho años]. Grady Weaver me empezó a enseñar a leer y a escribir en Braille en 1951. No puedo deletrear muy bien. Pero eso me ayudó un poco. Me quedé con mi padre hasta 1957. [Su vida está pasando. Él tiene ahora cuarenta y cuatro años.]

 

Mi padre se puso tan enfermo que lo tuvieron que poner en una casa de ancianos, y yo me fui a Morristown, y conseguí un trabajo en el taller cerrado. Mattie Ruth estaba trabajando ahí entonces. Ella le dijo a alguien, que `el Sammons, (como si este fuera el nombre del pezcado salmón) había llegado; que el próximo en llegar iba a ser el bass, (nombre del pezcado róbalo en Inglés.) Así fue, unos días más tarde, llegó un hombre con el apellido de Bass. Un poco después de que empecé a trabajar, Mattie Ruth se enfermó y se fue a su casa. Ella casi se murió y no regresó a trabajar sino como hasta tres años más tarde. Trabajó por un tiempo, y luego su padre se enfermó y ella se fue a casa a cuidarlo. Él murió en 1962. [Ahora él tiene cuarenta y nueve años.]

 

Después de eso, me fui y me conseguí a Mattie Ruth. La madre dijo que me debía de haber corrido la primera vez que llegué a su casa. Dijo que yo me llevaba a la última hija que ella tenía. Tuve cuarenta y tres años antes de poder independizarme, pero ha sido la mejor parte de mi vida. Si me hubiera quedado con mi gente, no creo que hubiera estado vivo ahora. No tenía nada porqué vivir. Esta es la carta, no requiere comentario alguno, y nos dice lo que tenemos que hacer. Edgar Sammons habla por toda la gente ciega con un sentido verídico. La prisión, y la falta de oportunidad eran tan crueles como si hubieran sido impuestas deliberadamente. Eran iguales de degradantes, de malogradas, y de dolorosas. Debemos de velar porque esto no suceda más. Por eso es que debemos fortalecer la Federación, y por eso es que tenemos que hablar, y por eso es que no tenemos que prestar atención a la hostilidad, y a la creciente reacción negativa. Nuestro ascenso por los peldaños hacia la libertad ha sido lento, y dificultoso, pero ya estamos cerca del final. Llevamos con nosotros un compromiso para con el Doctor tenBroek, para con Edgar Sammons, y para con todos los demás que fueron antes que nosotros. También llevamos un compromiso con todos aquellos que seguirán nuestros pasos, y ellos son los ciegos de las décadas  venideras.

El ayer y el mañana se reúnen en este tiempo presente, y nosotros somos los que tenemos la responsabilidad. Nuestro último ascenso por los peldaños no será fácil, pero debemos hacerlo. Los riesgos son demasiado elevados y las alternativas demasiado terribles como para que pueda ser de otra manera. Si no somos capaces de afrontar el reto, o deshonramos nuestro compromiso, caeremos muy abajo en los peldaños, y el viaje hacia arriba será largo y doloroso, probablemente tanto como para otra generación.

Pero, por supuesto, no vamos a fallar. Vamos a seguir ascendiendo. Nuestro patrimonio lo exige; nuestra fé lo confirma; nuestra humanidad así lo requiere. Cualquiera que sea el sacrificio, lo haremos. Sea cual sea el precio, lo pagaremos. Visto desde esta perspectiva, la hostilidad y la reacción negativa (a los desafíos y enfrentamientos) apenas vale la pena notarlo. Ellos son sólo una molestia. Hermanos y hermanas, el futuro es nuestro. ¡Vengan! Únanse a mí en los peldaños, y terminaremos el viaje.

 

Notas de Pie de páginas

1. Jonathan Kwitny y Jerry Landauer, "Los Talleres Cerrados en el Pago de los Ciegos Que A Menudo Contienden el Salario Mínimo en Talleres de Trabajo de Caridad," El Wall Street Journal, enero 24, 1979, pp. 1 y 35 y "Talleres Cerrados Como un Trabajador Ciego recibe $1.85 por hora después de 20 años en el puesto," El Wall Street Journal, enero 25, 1979, 1 y 31.

2. Ralph Sanders, "El Reto continuo del Cambio Braille Monitor,octubre, 1978.

3. Tom Murphy, ¡Vallet! (Un Sello de Un libro, la Biblioteca New American Library, 1978) Página 51.

4. El Consejo Nacional de Acreditación para Agencias de Servicio a Ciegos e Impedidos Visuales. NAC fue su sucesor y fue nombrado por la Comisión de Normas y Acreditación. COMSTAC, a su vez, fué nombrado por la Fundación Americana para Ciegos, que siempre ha proporcionado más de la mitad del presupuesto, primero para COMSTAC, y ahora para NAC. En otras palabras, el objetivo del llamado "Consejo de acreditación" es propiedad de la Fundación Americana para Ciegos.
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