[Nfbespanol-talk] Frank Kurt Cylke, Director del Servicio de la Biblioteca Nacional para Ciegos y Fisicamente Impedidos, Se Retira

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Mon May 16 18:12:24 UTC 2011


Braille Monitor

Volumen 54, Número 5

Mayo, 2011

Gary Wunder, Redactor

 

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[LEYENDA DE LA  FOTO: Kurt Cylke se dirige al público en el Braille Institute.]


Frank Kurt Cylke, Director del Servicio de la Biblioteca Nacional para Ciegos y Fisicamente Impedidos, Se Retira
por Marc Maurer

El 28 de febrero del 2011, el señorr Frank Kurt Cylke se retiró de su empleo en la Biblioteca del Congreso. Desde 1973 hasta muy poco antes de su jubilación, se desempeñó como director del Servicio de la Biblioteca Nacional para Ciegos y Fisicamente Impedidos, (NLS). Asumió el cargo, ya que Fué considerado por los de la Biblioteca del Congreso, que tenía la personalidad para manejar lo que se había convertido en un programa turbulento y caótico. Trajo a su Dirección, no sólo una mano firme, sino que también, un compromiso de servicios de alta calidad para los ciegos, y desarrollo imaginativo de nuevos productos y servicios. la administración del señor Cylke, en el cargo, representa el mayor éxito de manejo de los Servicios de Biblioteca para Ciegos que ha existido jamás.


Me familiaricé con NLS cuándo tenía nueve años de edad. Una Biblioteca para Ciegos se había establecido en mi estado de origen, Iowa, y mi padre, que se enteró de ello por el periódico, me inscribió para el servicio. Había aprendido Braille dos años antes, y podía tomar libros prestados en braille de la biblioteca de la escuela para ciegos durante el año escolar. Podía pedir prestado un solo volumen en un momento, el cual, escondía debajo de mi cama hasta que oía la caminata de los zapatos de nuestro padre director después de la campana de la hora de acostarme. Entonces, deslizaba fuera el volumen y leía hasta que ya no podía mantenerme despierto.


Sin embargo, no tenía acceso a los libros durante el verano. Entonces, me convertí en un prestatario de la biblioteca para ciegos, Iowa Library for the Blind. Grandes paquetes de libros envueltos en papél marrón, y atados con una cuerda, venían a mi casa a través del correo postal. Ya no se me limitaba a un solo volumen, o incluso un solo libro, podía tener dos o incluso tres a la vez. Parte de mi responsabilidad era el envío de regreso de estos libros a la biblioteca. Tenían que ser desempaquetados con extremo cuidado, ya que necesitaba el papél y la cuerda para volver a empacar los volúmenes preciosos. Cada pedazo de papel tenía una etiqueta que mostraba mi dirección.
Bajo la cobertura de los grandes libros en Braille, en el interior del paquete, se encontraban etiquetas con mi dirección, que se utilizaban para el envío de regreso de los libros. Estas etiquetas se encontraban en el pequeño bolsillo donde la tarjeta de la biblioteca podría ir. Al envolver los paquetes para envío a la biblioteca, tenía que estar seguro de que la etiqueta con mi dirección estaba envuelta en el interior. Cuándo había atado la cuerda alrededor del paquete, pegaba la nueva etiqueta de envío en él. Luego llevaba el gran paquete de libros en Braille una milla y media a la oficina de correos. No sabía que podía dejar el paquete en el buzón para el cartero. La caminata fué parte de mi responsabilidad si deseaba recibir libros.


Años más tarde, me enteré de que podía sacar prestados Libros Parlantes. Estos fueron grabados en discos de 33 rpm de doce pulgadas. La familia Maurer tenía como propiedad un equipo de sonido estéreo que tocaba discos de 33 rpm. Se me permitió utilizarlo para escuchar mis Libros Parlantes, si la sala no estaba ocupada por otros. Si había visita, si el televisor se estaba utilizando, o si alguna otra cosa estaba sucediendo en la sala, yo no podía escuchar los libros. Casi todas las noches, alguien veía televisión. Con dos padres y seis hijos en la familia, y con una sola televisión, (hogares con televisiones múltiples fueron en gran parte desconocidos en aquellos días), con frecuencia, la sala no estaba disponible para mis libros. Sin embargo, mi padre había instalado un parlante a distancia en el sótano de la casa, donde él guardaba sus herramientas de carpintería.
Aunque la televisión estaba a todo volumen en la sala, me dí cuenta de que podía escuchar los discos de los Libros parlantes si ponía el volumen muy bajo.
Yo ponía un disco de un Libro Parlante en el equipo de sonido estéreo, encendía la máquina, e iba a la carrera al sótano. Tuve que subirme a la mesa de trabajo de mi padre, y poner la oreja cerca del parlante. Me perdía las primeras palabras al comienzo de cada disco, pero había escuchado la mayor parte del libro. Fué una manera más de llegar al material de lectura que amaba.


Cuándo estaba en la escuela secundaria, un hombre ciego que vivía en nuestra ciudad falleció.
Él había obtenido una máquina de Libros Parlantes, un tocadiscos grande y pesado que tocaba los discos de 33 rpm. Alguien me preguntó si quería la máquina. Podía poner este aparato en mi habitación y escuchar los libros en cualquier momento que quisiera. Esa Fué una experiencia liberadora.


Sospecho que la sed de libros experimentada por muchas personas ciegas se genera (al menos en parte) por la escasez que existía cuando por primera vez estábamos tratando de conseguirlos. En la actualidad, con los libros descargables de La Biblioteca, que han llegado a ser parte del programa, el señor Cylke ha creado, que la gente ciega esté coleccionando decenas (y a veces cientos) de libros para leer.
Tener un precioso libro es una delicia. Tener una selección a mano de dos o tres docenas de diferentes tipos de literatura que puede satisfacer el estado de ánimo, ser fuente de inspiración, ofrecer información, o cosquillear la fantasía, es equivalente a descubrir un tesoro.


El señor Cylke comenzó a dirigir la biblioteca, mientras que yo estaba en la universidad. Lo que él deseaba era más servicio a más clientes de forma más eficaz con más libros de los que habían estado previamente disponibles. Su administración del programa no era llamativo, sino que, constante y competente. Inmediatamente después de convertirse en director del programa, inició una serie de reuniones semestrales con los grupos consumidores para obtener conocimientos sobre la naturaleza del servicio, y aprender a cerca de métodos para mejorarlo. Buscó mecanismos para el cambio de las grabaciones en disco para las grabaciones en cassette, e insistió en la calidad.


Cuándo parecía que las grabaciones en casete se convertirían en una cosa del pasado, el señor Cylke había tratado de reunir la mayor cantidad de información posible sobre la naturaleza del material grabado en los tiempos por venir. Después de estudiar las tendencias en sistemas de almacenamiento y recuperación electrónica, el señor Cylke y su equipo de ingenieros concluyeron que la memoria flash de estado sólido es probable que sería la mejor solución a largo plazo para el mantenimiento de una importante colección de libros grabados. Con deliberación, él se puso sobre el proceso de grabación de los libros digitales, y la creación de un reproductor digital de Libros Parlantes. Cuándo el reproductor se entregó, la tasa de fracaso de los dispositivos ya estaba en una décima parte de un por ciento.


El placer de la lectura, la estimulación de una nueva idea, la cadencia de texto imaginativo poético contenido en pie, la creencia en los ciegos representados que piden prestado los libros, estos son los motores que han inspirado en Frank Kurt Cylke el dedicar su vida, su energía y su compromiso imaginativo al Servicio de la Biblioteca Nacional. Él vino no sólo a ser un bibliotecario querido, sino que también un apoyador de la programación para los ciegos en los Estados Unidos y más allá de nuestras fronteras. Se desempeñó durante décadas como un delegado de la Unión Mundial de Ciegos de América del Norte, y la Región del Caribe. En los debates de la programación para los ciegos en esta región del mundo, retó a los delegados de la Unión Mundial de Ciegos a la altura de las promesas que hicieron para aumentar la independencia de los ciegos. El señor Cylke considera que debemos encontrar una manera de traer esperanza a aquellos que carecen de ella. Un elemento de esa esperanza estaba contenida en los libros que él ayudó a reproducir en formas utilizables por los ciegos. Sin embargo, deseaba que nosotros trabajáramos unos con otros para hacer que esta esperanza fuera más omnipresente de lo que podría lograrse con tan sólo un libro.
Su servicio a la Biblioteca del Congreso, Servicio de la Biblioteca Nacional para Ciegos y Fisicamente Impedidos, era la de un administrador muy competente, e imaginativo. Sigue siendo un defensor de la independencia de los ciegos, y un amigo que dará todo lo que tiene que traer a la realidad del sueño de una vida más productiva para sus representados lectores.
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