[Nfbespanol-talk] La Federación a los cincuenta años

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Sun Feb 10 16:36:53 UTC 2013


La Federación a los cincuenta años

 

Ponencia presentada por Dr. Kenneth Jernigan durante el banquete de la convención anual de la National Federation of the Blind Dallas, Texas, 5 de julio de 1990

 

 

Traducido por Alpidio Rolón

 

    Si los ingenieros del año 1800 hubiesen querido fabricar un radio transistor, artículo que hoy podemos conseguir por sólo $10.00 no podrían hacerlo aún cuando dispusieran de los planos y miles de millones de dólares.  Carecían de la infra-estructura, las herramientas, la maquinaria para fabricar las herramientas y la maquinaria para fabricar la maquinaria.  Igualmente, carecían de plástico, la maquinaria para fabricar el plástico y la maquinaria para fabricar éstas.  Tampoco tenían la mano de obra diestra, los adiestradores de éstos ni los maestros que enseñaran a los adiestradores.  Carecían además, de la red de carreteras y los vehículos  que transportaran dichos materiales y los productos.

 

    Reconocemos, que aunque no siempre comprendemos, que lo que es cierto tocante a los objetos materiales, también es cierto en cuanto a conceptos y actitudes se refiere.  Un concepto nuevo no puede sobrevivir sin el apoyo que brinda una infra-estructura social con base en la sabiduría y las creencias sociales.

 

    A mi modo de ver, hay tres razones por lo cual estudiamos historia; para inspirarnos, establecer perspectiva y crear una base que nos permita predecir el futuro.  Durante el banquete de 1965 en Washington, D. C., del que fui maestro de ceremonia, el Dr. Jacobus tenBroek, fundador y líder de nuestro movimiento, repasó los primeros 25 años de nuestra historia y trazó nuestro futuro.  Además de algunos de los aquí presentes, estaban allí más de 100 Congresistas.  Esta noche, 25 años después, celebramos nuestro aniversario de oro y repasamos lo acontecido.  ¿Dónde estamos? ¿Dónde hemos estado? ¿Hacia dónde vamos?

 

    Hasta cierto punto, nuestra historia se inicia con los gremios y asociaciones de ciegos de la Europa Medieval y de los intentos para organizarse de los ciegos de la China.  La National Federation of the Blind es sin embargo, un producto nativo.  Como saben, es el Dr. Jacobus tenBroek quien en 1940, en Wilkes-barre, Pennsylvania, guía el nacimiento de nuestra organización.  Fue el Dr. Newel Perry, maestro del Dr. tenBroek, quien sentó las bases de nuestro movimiento. éste a su vez fue discípulo de Warring Wilkinson.

 

    Lo poco que sabemos sobre Wilkinson, está contenido en la semblanza que en 1961 el Dr. tenBroek hace sobre el Dr. Perry.  Sabemos que Wilkinson fue maestro ejemplar del maestro fundador.  Por más de 40 años (1865-1909) dirigió la California School for the Deaf and Blind (Escuela para Sordos y Ciegos de California).  No sólo amaba a sus estudiantes, sino que hacía todo lo posible por lograr que éstos se incorporaran a la sociedad como entes productivos.  Reconociendo el talento de Perry, facilita su traslado a Berkey High para que termine sus estudios de secundaria.  Para ello, Wilkinson, adelantado a su época en cuanto a las necesidades de los ciegos y el valor de una buena educación, superó numerosos obstáculos.

 

    Al mudarse a California en 1953, tuve el placer de conocer a Dr. Perry.  Tenía entonces 80 años de edad.  Recordaba durante nuestras pláticas cómo era la vida de un ciego de su época.  Llegó huérfano, pobre y sin hogar a la California School for the Blind.  Hacía dos años que había perdido la vista y, casi la vida, por contacto con "poison oak", hecho que provocó que estallaran sus ojos y que cayera en estado de coma por un mes.  Fue en la escuela donde conoció a Warring Wilkinson.

 

    Vivió en el California School for the Blind hasta 1896, año en que se graduó de la Universidad de California (institución que resistió grandemente su entrada, al igual que lo hizo la escuela superior).  Wilkinson fue una vez más la punta de lanza, y el joven Perry su deseoso pero ansioso instrumento.  Wilkinson apoyó siempre a Perry y le sirvió de padre, maestro y guía.  Por su parte, Perry lo llamaba querido Gobernador".  Dr. Perry continuó estudios graduados en la Universidad de California a la vez que se desempeñaba como maestro aprendiz, asistente e instructor en el departamento de matemáticas.

 

    En 1900, siguiendo la costumbre de la época, Dr. Perry viaja a Europa para continuar estudios post-graduados.  Asiste primero a la Universidad de Zurich en Suiza y luego a la Universidad de Munich en Alemania.  Recibió de ésta última, con alto honor, el grado de Doctor en Filosofía y Matemáticas.  Regresó a Estados Unidos en 1902 y residió en New York hasta 1912.  Contaba con un capital de $80., una sofisticada y especializada educación, y toda la capacidad física, mental y personal para desempeñar una carrera productiva.  Era sin embargo, ciego.

 

    Durante estos años, el Dr. Perry subsistió precariamente como tutor de matemáticas de estudiantes universitarios.  Esto, mientras solicitaba enérgica pero infructuosamente empleo como profesor universitario.  En 1905 por ejemplo, escribió más de 500 cartas.  Solicitó por igual a universidades grandes y pequeñas, de renombre y de bajo rango.  Distribuyó su tesis doctoral y un artículo sobre matemáticas que le habían publicado.  Frecuentaba los seminarios de matemáticos y acudía a sus amigos y profesores en busca de ayuda.  Si bien la forma variaba, el resultado era siempre igual.  Algunos demostraban asombro por todo lo logrado.  Otros, parecían genuinamente interesados.  Uno por ejemplo, le dijo que tenía un cuñado ciego que era genial con las matemáticas.  Algunos, valiéndose de frases suaves pero huecas, demostraban su indiferencia.  Hubo otros que alegaron no tener cabida y aquellos que dijeron que habrían de archivar su solicitud para una futura ocasión.  No faltó quien dijo irónicamente; ¿para qué hemos de darle trabajo, para demostrar que una persona con impedimento puede alcanzar mediante tesón todo aquello que se proponga?  Hubo quienes expresaron duda sobre la capacidad de una persona ciega para enseñar matemáticas.

 

    Muchos de los rechazos, eran sin duda genuinos.  Muchos sin embargo, no lo eran.  Estos últimos, señalaban abiertamente que la ceguera era la razón.  Dr. Perry fracasó no por falta de cualificaciones y espíritu de lucha, sino porque no existía una infra-estructura de actitudes y creencias que le permitiera competir en igualdad de condiciones.  Para los ciegos, para los que esta noche estamos aquí reunidos, quizás fue mejor que el Dr. Perry no consiguiera empleo.  Para él sin embargo, cuánto dolor, miseria y desolación.  Situación que enfrentó sólo, sin familia y sin organización de ciegos que lo apoyara, sólo, ante los continuos rechazos año tras año.

 

    Pudo haberse amargado y desistir ante la desesperación.  Pudo, pero no fue así.  Regresó a California y comenzó a establecer los cimientos para el futuro.  Ante el claro hecho de que él no podría obtener igualdad, trabajó infatigablemente para que la próxima generación de ciegos sí la tuviera.

 

    Dr. Perry enseñó en el  California School For The Blind de 1912 a 1947.  Y  allí, día tras día, mes tras mes, temporada tras temporada, exhortaba, adoctrinaba, predicaba y preparaba.  Creaba la necesaria infra-estructura de ideas y creencias.  Aquellos que en un principio fueron sus estudiantes pasaron a ser sus colegas.  Su creciente número mantenía y perpetuaba la fe de que algún día habría una organización estatal de ciegos.  Pero no fue hasta 1934 que dicha organización se formó.  Esta sin embargo, estaba fundamentada en principios firmes y sólidos.  Quedaba para el futuro la creación de una organización nacional.

 

    Dr. Perry fue para esa generación lo que a su vez Warring Wilkinson había sido para él.  Jacobus tenBroek, su más sobresaliente estudiante y, la persona que habría de fundar y ser líder de un movimiento nacional de ciegos señaló: "éramos sus estudiantes, su familia, sus íntimos amigos y camaradas en el frente de batalla de un movimiento social.  Pasábamos la noche en su casa, cenábamos a su mesa, aprendimos geometría en su biblioteca, le acompañábamos en sus prolongadas caminatas por la ciudad y con la fortaleza de su optimismo y confianza marchábamos hacia el futuro."

 

    Dr. tenBroek se gradúo de Berkley High en 1930, pero como él mismo señalaba, tenía mucha ambición pero poco dinero.  En 1928, Dr. Perry había dirigido un movimiento para que los votantes del estado aprobaran una enmienda a la Constitución que permitiera la creación de un programa estatal de ayuda a los ciegos.  Inicialmente, Dr. tenBroek no pudo estudiar en la Universidad de California bajo dicho programa por que el estado denegó su solicitud.  Según Dr. tenBroek: "Se me negaba la ayuda no porque no la necesitara, sino porque pretendía adquirir una educación universitaria mientras el estado me sostenía económicamente.  Situación, que para el estado era inconcebible."  Tal y como Warring Wilkinson había hecho con él, así hizo Dr. Perry conmigo" señaló Dr. tenBroek.  Añadía, que Dr. Perry proveyó durante el primer semestre de estudios, el dinero para pagar la matrícula y gastos del diario vivir.  Mientras tanto, apelábamos la decisión del estado.  "Dr. Perry," decía Dr. tenBroek, "fue siempre constante en sus convicciones.  La influencia que ejercía sobre los estudiantes ciegos provenía primero de que él era ciego y por tanto, comprendía sus problemas.  Y segundo, creía en su potencial y así lo dejaba ver.  Sabíamos, que era genuino el interés que demostraba en nuestro bienestar."

 

    Así pues, la nueva generación alcanzó su madurez, y Jacobus tenBroek habría de ser su líder.  Nació en 1911 en Alberta Canadá.  Perdió su vista como resultado de un juego infantil.  Se trasladó a California en donde asistió a la escuela para ciegos.  Obtuvo durante su vida, cinco grados académicos.  En 1934 un Bachillerato de la Universidad de California en Berkley,  en 1935 un maestría en 1938 se graduó de leyes y en 1940 un Doctorado en Jurisprudencia.  No hace falta que les hable sobre la sapiencia de Dr.  tenBroek, de la enjundia de sus libros y artículos, sobre el tiempo que dirigió el California Board of Social Welfare (Junta de Bienestar Social de California), su preeminencia escolar y cómo ésta era reconocida nacionalmente o sus escritos sobre asuntos constitucionales, que aún hoy día son relevantes y reconocidos.  Deseo sin embargo, hablar sobre el hombre, ese ser de gran calor humano que luchó por la aceptación de los ciegos, líder de nuestro movimiento, mi guía y ejemplo a emular.  A la vez, mi mejor amigo y padre espiritual.

 

    Para la década del  30, cuando Dr. tenBroek trataba de conseguir su primer empleo, la opinión pública no era como la de la generación anterior.  Confrontó sin embargo, muchos de los problemas que el Dr.  Perry había confrontado.  Algunas de las cartas que recibió eran idénticas a las que había recibido el Dr.  Perry de esas universidades.  Tal parece, decía Dr. tenBroek, que una secretaria buscaba el expediente de Dr. Perry y usando la misma carta, sólo cambiaba la dirección y el nombre.  He aquí lo que Dr.  tenBroek le escribió a Dr. Perry en marzo de 1940 desde la Universidad de Harvard, en donde cursaba estudios:

 

    "En noviembre, una universidad del mediano-oeste, escribió a la Universidad de California para inquirir sobre mi disponibilidad para enseñar un curso sobre ley pública en su universidad.  La única información que tenían sobre mí provenía de artículos que había publicado.  La Universidad de California les contestó señalándoles que sí estaría disponible, y les envió más información sobre mí. Sin tener en cuenta que yo era el mejor cualificado de todos los solicitantes, todo terminó cuando el director de departamento supo que yo era ciego.  Aunque esta no es la primera vez que se me niega empleo, esta sí era la primera vez que claramente se me niega por razón de ser ciego.  Sin lugar a dudas, aunque no era fácilmente comprobable, la ceguera fue la razón por la cual se me negó empleo en otras ocasiones."

 

    No faltaron otras cartas que igualmente rechazaban su solicitud de empleo.  El 8 de junio de 1940 escribió a Dr. Perry: "Podemos sin reparo sonar las campanas y sacar las banderas.  Me han ofrecido y, he aceptado, un trabajo en la Escuela de Derechos de la Universidad de Chicago.  A pesar de que tiene un término de un año y, está clasificado como de tiempo parcial, tiene un sueldo asignado de $1,800. y es un empleo.  La gente de Harvard que tanto presionó a mi favor, considera que es una excelente oportunidad.  La posición está clasificada como Tutoría de Becados y consiste en supervisar los trabajos de investigación de estudiantes de primer y segundo año de leyes. Aparte de substituir ocasionalmente, la posición no contempla enseñar en el salón de clase."

 

    Así comenzó Dr. tenBroek su carrera magisterial.  Nada en ese precario comienzo anunciaba cómo habría de sobresalir y adquirir renombre.  No visualizaba que quince años después recibiría el premio Woodrow Wilson, laudo que se otorga al libro más sobresaliente en el campo de las ciencias políticas.  Ese comienzo tampoco visualizaba que durante sus años en la Universidad de California sería el profesor más solicitado y reconocido por los estudiantes.

 

    Hay todavía personas que ven, y aún ciegos, que creen que los ciegos no son víctimas del discrimen.  Han pasado cincuenta años desde que Dr. tenBroek comenzó a buscar empleo.  Sin embargo, ustedes y yo sabemos que los ciegos todavía no han advenido a un estatus de primera clase en la sociedad en que vivimos.  El marco de ideas y creencias que haga realidad dicha situación está aún incompleto.

 

    Warren Wilkinson, Newel Perry y sus estudiantes, Jacobus tenBroek y los fundadores de nuestro movimiento y federacionistas de décadas subsiguientes, han luchado año tras año por mejorar el ambiente social para que se abran más oportunidades para los ciegos.  Falta sin embargo, mucho por hacer.  Cada generación ha luchado y soñado por sus congéneres y la próxima generación.

 

    Tenemos que poner en su justa perspectiva todo lo hasta ahora hecho.  No podemos tildar de irrelevante hechos pasados, logros o rechazos.  Tampoco podemos separar del futuro la presente conducta.  Estamos pronto a ser liberados.  Debemos sin embargo, completar el viaje.

 

    Además de ser el año en que Dr. tenBroek se inicia en la universidad de Chicago, 1940 es el año en que se funda esta organización.  Aprobada la ley que crea el Seguro Social en 1935, el gobierno Federal substituye a los estados en la ayuda que se le brindaba a los ciegos.  En 1939, el gobierno Federal y su Junta de Seguro Social presionan a California, Missouri, Pennsylvania y Wisconsin para que deroguen las leyes que reconocían a los ciegos.  Esto, aunque  ya durante una generación se estaba madurando, fue el primer impulso que llevó a la creación de la federación, hecho que tuvo lugar el 15 y 16 de noviembre de 1940 en Wilkes-barre, Penssylvania, durante la convención de la National Federation of the Blind de Pennsylvania.

 

    En carta fechada 19 de noviembre de 1940, Dr. tenBroek escribió a Dr. Perry:  "Los reunidos en Wilkes-barre dimos origen a la National Federation of the Blind, de la cual usted, vicariamente a través de mí, es Presidente.  A largo plazo, la organización tiene como propósito mejorar el bienestar económico y social de los ciegos.  A corto plazo, auspiciaremos el proyecto del Senado 1766, enmiendas a la ley del Seguro Social.  Siete estados participaron en el comité organizador: Minnesota, Wisconsin, Illinois, Missouri, Ohio, Pennsylvania y California.  Llegamos a Wilkes-barre el viernes por la tarde.  Durante la mañana del sábado, mientras la reunión estatal de Penssylvania se llevaba acabo, conversé trasbastidores con algunos de sus líderes.  Por la tarde redactamos una Constitución preliminar, que luego fue presentada a los delegados de los estados presentes.  El documento se discutió durante doce horas, de cuatro de la tarde a cuatro de la mañana.  La discusión se detuvo a las 5:30 P.M. para que los delegados pudieran cenar. Durante ese paréntesis Gayle Byrlingame, (delegado de Pensylvania) y yo participamos en un programa de radio local, en donde zurramos cuanto pudimos a la Junta del Seguro Social."

 

    El 4 de enero de 1941, Dr. tenBroek le escribe a Dr. Perry y le ofrece detalles sobre el funcionamiento de la nueva organización:  "No empece que la National Federation of the Blind sólo tiene dos meses de existencia, su permanencia está asegurada," dijo Dr. tenBroek.  La permanencia está garantizada por la estrecha relación que existe entre el núcleo que componen Minnesota, Pennsylvania y California. "La experiencia que hemos adquirido nos hace pensar que podemos salir adelante.  Podemos sumar a esta trilogía el estado de Wisconsin.  Recibí ayer una carta de Minnesota en la cual me expresan su disponibilidad para pagar su cuota, siempre y cuando Pennsylvania haga lo mismo.  Pensylvania a su vez reclama lo mismo de Minnesota y California. A ambos les he pedido que me envíen su cheque a nombre del Tesorero de la National Federation of the Blind.  Les he dicho que no remitiré ninguno hasta que tenga los cheques de California, Pennsylvania y Minnesota.  Por tanto, sugiero que ustedes en California hagan lo mismo si es que ya están dispuestos a continuar."  El nuevo Presidente sin embargo, no se limitó a asuntos procesales.  La Federación asumió el mismo propósito que tiene hoy día, luchar para mejorar la calidad de vida de todos los ciegos en la nación.

 

    En carta fechada 15 de marzo de 1941, Dr. tenBroek relata a Dr. Perry sus esfuerzos por mejorar la asistencia pública para los ciegos.  Dice en parte: "Luego de una semana puedo hablar más sobre intercambio social que sobre logros específicos.  Ascendiendo en orden de importancia, Gayle Burlingame y yo hemos presentado nuestro caso a diferentes funcionarios gubernamentales.  Primero hablamos con Jane Hoey, Directora del Bureu of Public Assitance y, su asistente, un abogado de nombre Casius.  Luego hablamos con Oscar Powell, Director Ejecutivo del Social Security Board (Junta de Seguro Social) por último, hablamos con Paul V. McNutt, Administrador del Federal Security Agency.

 

    Hoey por su parte, con un sueldo más alto, es simplemente otra típica trabajadora social.  A excepción de un ingenio más refinado, gracias a un leve adiestramiento legal, Casius no ha cambiado mucho desde que Shakespeare lo describió.  En cambio, Powell es un hombre de alto calibre.  Es perceptivo, buena gente y posee un alto sentido de argumentación.  No cree sin embargo,  en nuestros planteamientos fundamentales.  Por otro lado McNutt es un Hitler en ciernes, por lo cual podemos ver como ángeles a las trabajadoras sociales de California.

 

    A juicio de Hoey y Powell, el más reciente dictamen de la Junta no señala que los beneficios de un recipiente se reducirán si tiene ingresos por concepto de un empleo u otras fuentes.  McNutt no sólo pensaba que sí implicaba una reducción, sino que debería reducirse aún más.  Al preguntarle si lo que estaba diciendo era que los beneficios deberían no empece cuán reducida sea lo que devengue, o cuánta sea la necesidad del ciego, contestó categóricamente en lo afirmativo.  A pesar de que varié la formulación de la pregunta su respuesta fue siempre la misma.  Respuesta que no me alegra, pero como viene del más alto funcionario de la junta, tiene un valor propagandístico incalculable.  Por otro lado, la conducta de McNutt durante nuestra conversación, va a nuestro favor ya que demuestra claramente que los métodos de la Junta son arbitrarios y tiránicos.

 

    Dedicaremos el tiempo que nos resta en Washington, D.C. a tratar de llevar nuestro caso al más alto foro administrativo.  Los Senadores Downey de California y Hughes de Delaware tratan de obtener para mí una cita con la señora y el Presidente Roosevelt.  A juzgar por cómo está la situación hoy día, a los ciegos de California sólo les resta pedirle a la Legislatura que retenga el "Blind Aid Act" (Ley para asistir a los ciegos) y decirle al gobierno Federal que vayan al infierno.  Aun suponiendo que la Ley de Seguro Social se enmiende a nuestro favor,  ésta no ocurrirá antes de que la Legislatura de California concluya su sesión."

 

    Eso fue lo que Dr. tenBroek escribió en 1941.  No empece a que desde su fundación se dijo que el objetivo principal de la National Federation of The Blind era lograr que los ciegos tuvieran el suficiente dinero para cubrir las necesidades básicas, a veces me pregunto si hemos transmitido claramente lo desesperante de la situación de la Federación en Milwaukee.

 

    El señor Stephen Staninslevic informó lo siguiente: "Se estima que hay unos 13.000 ciegos en el estado de Nueva York.  De éstos, más de la mitad vive en la ciudad de Nueva York.  Un reducido grupo (dos o tres cientos) está empleado en industrias con taller cerrado, proyectos gubernamentales, puestos de revistas y periódicos y otras empresas.  La mayor parte de ellos depende de los beneficios del Seguro Social o de fuentes de caridad privada.  En la ciudad de Nueva York una persona recibe como promedio $27.00 al mes.  Fuera de la ciudad sólo recibe $23.00 al mes, suma miserable que el estado más rico de la nación cree adecuada para los ciegos.  El señor Hugh McGuire señaló que hay unos 2.600 ciegos en Indiana.  De éstos entre 2,200 y 2,300 reciben asistencia pública, lo cual asciende a un promedio de $20.00 al mes."

 

    Han pasado 49 años.  Desde entonces mucho ha sucedido.  Sin embargo, nada fue producto de la fortuna.  Nosotros lo provocamos.  ¿Cuántas veces, desde 1941, la National Federation of The Blind ha sido la punta de lanza para lograr reformas sociales en este país?  Para ciegos al igual que otros.  Por ejemplo, fuimos pioneros al conseguir que se eximiera de impuestos los ingresos de los que recibían asistencia pública.  También fuimos pioneros en lograr que hubiese equidad en los procedimientos para obtener servicios de rehabilitación y otros programas.  Igualmente, fuimos pioneros al conseguir que el gobierno empleara impedidos.

 

    Como les he dicho, nuestra prioridad como organización consistió en la creación de programas que permitieran a los ciegos tener qué comer.  En 1940 y las subsiguientes décadas, donde la ayuda gubernamental era escasa, casi todos los ciegos vivían en extrema pobreza.  Todo es irrelevante para alguien que no tiene qué comer.  No empece a que muchos todavía éramos pobres, y algunos todavía lo somos, dirigimos luego nuestro esfuerzos a tratar de conseguir rehabilitación y empleo.  Hoy día enfantizamos la garantía de derechos civiles e igualdad de participación en la sociedad.  A través del tiempo, la esencia de nuestra lucha ha sido que los ciegos tengan una justa oportunidad.

 

    El énfasis que damos hoy día a los principios básicos y al detalle de nuestras operaciones es muy similar al de décadas pasadas.  Permítanme ilustrar esto de manera particular.  He ofrecido a través de los años muchos discursos en nuestras convenciones.  Sin embargo, todos contienen ciertas ideas claves.  Ideas que se pueden resumir en varias oraciones.  Veamos.

 

    El problema de la ceguera surge de la opinión que el público en general tiene sobre la ceguera.  Dado el caso que las agencias que trabajan con los ciegos son parte de este público,  sus ideas sobre la ceguera han de ser igualmente equívocas.  Los ciegos también somos parte de esa sociedad.  En cuyo caso, si no estamos atentos, estamos encaminados a aceptar nuestras supuestas limitaciones.  De esta forma, convertiremos en realidad dichas limitaciones.

 

    Los ciegos no se diferencian sicológica o mentalmente de las personas videntes.  Por tanto, no estamos particularmente bendecidos o maldecidos.  No queremos pena ni cuido.  Queremos empleos, oportunidad, aceptación social y trato igual.  Los únicos que pueden hablar a nombre de los ciegos son aquellos que han sido electos por los ciegos.  Dicha premisa no es sólo un principio democrático, sino la única forma como hemos de alcanzar un estatus de primera clase. Esas son las ideas especiales que corren a lo largo de todos los discursos ofrecidos en los banquetes.  Además de ser ampliamente distribuidos, tienen como propósito cambiar la opinión que el ciego y el público en general tiene sobre los ciegos.  Por otro lado estos discursos también tienen como propósito el estimular a nuestros miembros para que sean más activos y vigorosos.  Sólo esperamos que él mismo sea lo suficientemente inspirador, entretenido y claro que capte más o menos lo mismo.  A la misma vez, hay que expresarlo de manera tal que el oyente o el lector piense que es nuevo o diferente.  Algo que se torna más difícil cada año.  No creo haber hablado sobre esto con Dr. tenBroeck, pero sí sé que no asistí a la convención de 1949 en Denver, Colorado.

 

    Ahora que tienen ese trasfondo, deseo compartir unas cartas con ustedes.  Oriundo de California, Kingsley Price llegó a ser profesor universitario y vivió en New York durante los años  40.  En carta fechada 8 de abril de 1949, Dr. tenBroek le urge para que asista a la convención de 1949 en Denver: "El problema surge," dice Dr. tenBroek, "no de que deseo compartir con usted, si no de que quiero que ofrezca el discurso la noche del banquete.  Algo que no he podido eludir en las siete convenciones que hemos tenido."  (Debido a la guerra, no hubo convención en el 43 y el 45.)  "El discurso del banquete," continuó Dr. tenBroek, "es el centro focal.  En él se presentan y formulan los problemas de los ciegos, la particular necesidad que tienen de recibir asistencia pública y oportunidad de empleo.  Pretendemos estimular y reanudar la dedicación a la causa de los ciegos presentes y motivar, si es posible convertir a los videntes que hemos invitado.  Situación que lleva a reestructurar y repetir las ideas.  Y hoy ya no me queda imaginación o formas cómo presentarlas.  Claro, la alternativa sería que otras personas ofrecieran el discurso.  Razón por la cual le escribo, ya que quiero sea usted quien lo haga.  Dado el caso que hay muchos californianos en puestos claves, diremos que usted viene de Nueva York.  Por otro lado estamos seguros que podemos asignarles otras tareas durante la convención.  Considere con detenimiento mi petición, y contésteme inmediatamente."  Dr. tenBroek quería entre otras cosas, que Price fuera más activo en el movimiento.  Por tal razón le asignó la tarea de ofrecer el discurso del banquete.  Aquellos miembros de una minoría que han sido exitosos siempre han tendido a evitar la participación activa.  Esta forma de ser sin embargo, no funciona. En tiempos pasados muchos negros, queriendo integrarse a la sociedad blanca, se estiraban el pelo.  Luego se dieron cuenta que era respetable ser negro.  El corolario, si es que hace falta decirlo, algo que todos debemos saber y comprender, es que ser ciego es algo respetable.  Esto es lo que caracteriza a la National Federation of the Blind.

 

    No hay en nuestro país un sólo ciego que no haya sido afectado por nuestros triunfos, y claro está, nuestros fracasos.  No empece nuestro parecer, o el de cualquier otro ciego, ninguno puede evitar identificarse con nosotros.  Nos guste o no, la ceguera es una característica visible y a todos se nos juzga por igual.  Más que enojo, siento pena por aquellas personas ciegas que tratan de pasar por desapercibidas en la sociedad.  Analicen y  verán que son aquellos que se ven a sí mismos como personas exitosas , y que el público los acepta como tal.

 

    Al contestar la carta de Dr. tenBroek, el profesor Price dijo que estaba disponible para ofrecer el discurso del banquete.  Señaló sin embargo, que dudaba que éste fuera bueno.  Por otro lado, no podía dejarse llevar por el tono medio jocoso de la carta ya que todo Presidente toma muy en serio el discurso del banquete.  En carta fechada 21 de abril de 1949, el Dr. tenBroek establece claramente su intención.

 

"Estimado Kinsley," le dijo, "no acepto en este momento, ni aceptaré un trabajo deficiente, ya que de ser ese el caso muy bien pudiera conseguir a otras cien personas que lo hagan.  Añadió que el discurso del banquete es el punto central de la reunión.  Ya que se considera que es lo que más trascendencia tiene en la convención. Gente importante de la comunidad acude a oírlo. Se aprovecha la presencia del Gobernador del estado para instruirle sobre cuál debe ser la política que debe seguir con respecto a los ciegos.

 

    La calidad del discurso debe ser tal, que éste se pueda publicar y diseminar a través de la nación y así beneficiar a los ciegos.  Debe tratar los problemas a que los ciegos se enfrentan de forma directa y franca.  Nunca está demás ofrecer ejemplos personales.  El discurso debe siempre concluir que es indispensable que los ciegos hablen por sí mismos, ya que son ellos los que están mejor cualificados para hacerlo.  Adjunto le incluyo una copia de mi discurso de Baltimore, refiriéndome a 1948, para que tenga una idea de qué quiero decir.  No empece a que se repiten los mismos principios básicos, hay que presentarlos en una forma fresca y novedosa, de manera que parezcan nuevos y diferentes.  Existe la posibilidad que el discurso se transmita a través de la radio.  Por lo cual, el contenido de éste y la presentación del mismo deben armonizar.  Confío que estas advertencias sirvan para hacerle ver cuán importante es y que debe de presentar un buen trabajo.  Sin embargo,  no deseo que se sienta intimidado por la importancia y relevancia del trabajo.  Dado el caso que proviene de Nueva York, podrá presentar nuevas ideas y ser un nuevo portavoz."

 

                                     Cordialmente,

                                     ____________ 

 

    Al estudiar nuestro pasado, la historia (aparte de inspirar, permitirnos predecir y ofrecer perspectiva) carece de propósito.  Sin duda, las vidas de Warring Wilkinson, Newel Perry y Jacobus tenBroek son inspiradoras.  A menudo, solos y aislados, trabajaron por un futuro que sabían no habrían de ver, que ahora es nuestro presente.  Haciendo uso de sus escasos recursos, crearon el marco de oportunidades y beneficios que sirve de base para lo que tenemos.

 

    ¿Acaso no sentimos sus pesares?  A través del tiempo nos llama a crear conciencia, nos nutre la herencia de nuestro espíritu de lucha, fortalece para futuras batallas y enfatiza nuestro deber hacia los que siguen nuestros pasos.

 

    Sí, nuestro pasado es inspirador y nos ofrece perspectivas.  Sin ello a menudo sentiríamos desaliento.  Aún hoy día, no empece todo lo que hemos logrado, cuando nos reunimos en convención la prensa asigna a aquellos reporteros que tratan asuntos médicos.  Desean escribir sobre nuestros perros guías, las causas de la ceguera o sobre cuán capaces somos.  Todo porque podemos hacer las cosas del diario vivir.  Cosas como cortar la carne o saber hacia dónde vamos.  Ya sin embargo, se vislumbra un cambio de actitud.  Todos los años más y más reporteros comprenden que nuestra situación no es una de pérdida física o valentía ante una pérdida, sino falta de oportunidad y violación de derechos civiles.

 

    Un claro ejemplo de ese cambio de actitud aparece en un recién publicado artículo en el "Wall Street Journal".  En él se habla sobre cómo ciegos administran empresas.  El artículo no expresa compasión sobre cómo, siendo ciegos, luchan valientemente por ganarse la vida. Por supuesto, contiene drama.  Es sin embargo, el drama de una gente que lucha por alcanzar una ciudadanía de primera clase en una sociedad que la trata como niños y que no comprende porque se resiente por dicho trato.

 

    Como saben, hace poco visité la Casa Blanca y hablé con el Presidente de los Estados Unidos sobre los problemas que hemos tenido con las líneas aéreas y la Administración Federal de Aviación.  No empece a que año tras año la Administración Federal de Aviación señala que no hay una cuestión de seguridad, las líneas aéreas nos excluyen de los asientos que estan cerca de las salidas.  Ahora sin embargo, presionadas las líneas aéreas, han cambiado de parecer.  Claramente sabemos que la cuestión de exclusión de asientos es sólo parte de un cuadro de persecución y hostigamiento de parte de las líneas aéreas.  Situación que se complica cada vez que tratamos de discutirla, ya que manifestando compasión, señalan cuán loable es que tratemos de ser independientes.  Algo que sin duda, es pura tontería.

 

    Si en realidad, como hemos dicho una y otra vez, es un peligro sentarse en dichos asientos, no debemos ni queremos hacerlo.  Si no somos un peligro, tenemos, como cualquier persona, derecho a sentarnos en esos asientos.  Prohibirlo es una violación a nuestros derechos civiles.  Irrespectivo de cuál sea el caso, la compasión es irrelevante.

 

    Cuando expresé mi sentir al Presidente Bush, pude observar a base de sus respuestas, que alguien que nada sabía sobre el asunto ya le había informado.  Respondió a mi pregunta, señalando que de él tener el poder, pondría fin a la práctica de eliminar a los ciegos de los asientos donde hay salidas, si en realidad no constituyen un peligro.  Claro está, el Presidente sí tiene el poder.  Dos cosas me impedían sentir optimismo sobre el resultado.  En todo momento el Presidente habló de "no-videntes", evitando así hablar de ciegos.  Señaló que el Secretario Skinner personalmente condujo una prueba para determinar si un ciego podía o no abrir la puerta del avión.  Situación que muy bien pudiéramos comparar, dado lo poco que sé, con mi asistencia a un hospital y allí hacer uso de los instrumentos de cirugía.  El Presidente asignó a su abogado Boyden Gray para que investigara al respecto y luego le informara.  No hubo sorpresa en el resultado de la investigación.  El señor Gray no habló con nosotros, ni vió el vídeo que preparamos en donde simulamos la evacuación desde un avión.  Habló sin embargo, tal y como suponíamos, con el Secretario Skinner.  Este le dijo que los ciegos constituíamos una amenaza a la seguridad del avión, información que el señor Gray con eficiente premura me hizo llegar.  ¿Acaso fue éste un ejercicio en futilidad?  No lo creo.  Es aquí en donde la perspectiva nos ayuda.

 

    En 1940, Dr. tenBroek no pudo, aun con la ayuda de dos Senadores, ver y hablar con el Presidente Roosevelt.  La entrevista que tuve con el Presidente es una de tantas escaramuzas que hemos librado con las líneas aéreas.  Sabemos por nuestro pasado que al fin y a la postre, venceremos.

 

    Si bien es cierto que Dr. tenBroek no logró hablar con el Presidente Roosevelt, no es menos cierto que la mayoría de las reformas del Seguro Social que él presentó, han sido aprobadas.  Reformas que en su gran mayoría se deben a los esfuerzos de la National Federation of The Blind.  Aunque nuestra moción de suspender el debate entorno a nuestro proyecto de ley sobre las líneas aéreas no prosperó, sí podemos decir que hubo 56 votos que favorecían nuestra posición.  ¿Acaso alguna otra organización que luche por el bienestar de los ciegos ha logrado que el pleno del Senado discuta durante un día algún proyecto de ley de su propia creación? Nunca.  Y mucho menos con la cantidad de votos que obtuvimos.

 

    Nuevamente les recuerdo que esta es solo una escaramuza de una batalla de una prolongada guerra.  Guerra que lleva más de un siglo y que estamos ganando. Una guerra que pretendemos terminar.

 

    Nuestro pasado no es sólo punto de inspiración y perspectiva, sino también punto de predicción.  Ningún individuo, claro está, sabe con certeza qué depara el futuro.  Yo sin embargo, creo firmemente que esta organización continuará siendo líder en la lucha por mejorar el bienestar de los ciegos.  Si bien la apariencia externa de los issues cambia, la esencia, lo básico nunca cambia.  Sólo la igualdad de trato y una ciudadanía de primera clase logrará un cambio en nuestro estatus.  Y yo tengo la certeza de que lo lograremos.

 

    Al examinar nuestro pasado, no he tratado de evaluar mi rol o contribuciones al mismo. ¿Cómo hacerlo?  Mi amor es profundo y continuo y he dedicado gran parte de mi vida al proceso.  Sólo puedo señalar que he tratado de cumplir con las promesas que hice a Dr. tenBroek poco antes de su muerte.  Promesas que siempre trataré de cumplir.  En 1986, decidí que debía abandonar la presidencia.  Aunque difícil, pensé lo que era lo que más le convenía al movimiento.  Y no me arrepiento.  No tengo duda que al escoger al Presidente Maurer, hemos escogido a la persona más idónea.  Sé que al conducirla hacia el siglo XXI fortalecerá y aumentará el cometido y agilidad de esta organización.  También creo que la actual generación proveerá líderes y miembros que estarán presentes dentro de cincuenta años, cuando celebremos nuestro primer siglo de existencia.

 

    Nunca debemos olvidar nuestro pasado.  No debemos nunca deshonrar nuestra herencia.  No debemos nunca de olvidar nuestra misión.  Manteniendo la fe en nuestro corazón, y expresando mutuo amor, tenemos que continuar la lucha hasta alcanzar igualdad social y ciudadanía de primera clase.

 

    Compañeros y compañeras, marchemos juntos hasta lograr ese futuro.

 

Nota:

 

Todo lo que aquí dice sobre el Dr. Perry, excepto lo que se ha conversado con él proviene del

 

"Newel Perry, Teacher of Youth and Leader of Men", por Jacobus tenBroek, "Braille Monitor", febrero de 1976.  

Lo que citamos de Dr. tenBroek proviene de cartas en los archivos de National Federation of The Blind. 

https://nfb.org/Images/nfb/Publications/convent/banque90.htm


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