[NFBEspanol-Talk] Ceguera: Característica o Impedimento
nfb frida
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Thu Jun 1 23:49:24 UTC 2023
Braille Monitor
Tomo 66, Número 6
Junio de 2023
Gary Wunder, Redactor
Ceguera: Característica o Impedimento
por Kenneth Jernigan
Traducido por Alpidio Rolón García
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[LEYENDA DE LA FOTO: Kenneth Jernigan
Nota del Redactor: El discurso que sigue se pronunció por primera vez
en el banquete de la convención de la Federación Nacional de Ciegos en
1963. Este ha chispeado
una gran cantidad de discusión, pero muchos de nosotros que somos
Federacionistas tendemos a considerar la ceguera principalmente como
una característica
y la tomamos como una de nuestras principales responsabilidades
proporcionando la formación y la oportunidad que evitará que sea algo
más en la vida de los ciegos.
Mientras lee este discurso, tenga en cuenta que parte de la
fraseología puede ser diferente de la que usaríamos hoy. Si no podemos
leer palabras escritas hace medio siglo
sin objetar el hecho de que no son las palabras que podríamos usar
hoy, tenemos que cerrar la puerta a gran parte de la historia, lo que
tiene que
enseñar, y
los tiempos en que fue escrita.
La gente me dice que deberíamos reescribir parte de nuestra
literatura para modernizarla. No tengo objeciones con el concepto,
pero
Hago dos observaciones:
una es que las piezas más nuevas no necesitan reemplazar lo que fue
pionero en el momento en que se escribió. Mi segunda observación es
que, lamentablemente, muchos de los que han sugerido que necesitamos
literatura más nueva no se han dado a la tarea de escribirla, incluso
cuando les prometieron
todas las oportunidades para hacerlo
funcionar con un redactor dispuesto a crear una nueva pieza de
material de la Federación.
Ojalá que la gente que no haya leído esto antes lo disfrute y que aquellos
de nosotros que lo hicimos apreciaremos la oportunidad de pasear por
el carril de la memoria. Sea cual sea el grupo en el que se encuentre,
lea el artículo que sigue y añada su
voz al diálogo.
Sabiamente se ha señalado que la filosofía no hornea pan. Con
semejante sabiduría, se ha señalado que no se puede hornear pan sin
una filosofía. Permítanme
pues, hablarles sobre mi filosofía, mi filosofía sobre la ceguera y,
en términos generales mi filosofía sobre impedimentos.
Recientemente, una persona dijo "El perder la vista es algo así como
morir. Cuando la ceguera llega en medio de una vida con visión,
llegamos al final,
llegamos a la muerte de esa vida. Resulta ingenuo y superficial,
pensar que la ceguera es un mero golpe a los ojos o a la visión. Es
en realidad, un
golpe a la imagen que se tiene de sí. Un golpe a su existencia como
ser.” Ese es un punto de vista. Punto de vista que sustenta, un gran
número de personas.
No es sin embargo, el único punto de vista, y a mi modo de ver, no es
el punto de vista correcto.
¿Qué es ceguera? ¿Es en realidad, una forma de morir? No creo que
mucha gente se opondrá, si yo digo que sobretodo, la ceguera es una
característica.
Mucha gente sin embargo, sí se opondría si yo digo que la ceguera es
sólo una característica. No es más, ni menos. No sugiere nada
especial, peculiar
o terrible. En la medida que comprendamos que la ceguera es una
característica, una característica normal como otras cientos con la
que a diario nos enfrentamos,
entonces comprenderemos qué necesitan las agencias que sirven a los
ciegos. Al igual que supuestas necesidades que no deben
cumplimentarse.
Por definición, una característica, cualquier característica, es una
limitación. Una casa blanca por ejemplo, es una casa limitada. No
puede ser verde,
o azul, o roja. Está limitada por su color blanco. Así mismo, toda
característica es una limitación. Bien sea porque la consideramos una
debilidad o
una fortaleza. Hasta cierto punto, cada una de ellas nos fija dentro
de un molde. Igualmente, cada una de ellas puede, hasta cierto punto
limitar el
marco de posibilidades, la flexibilidad, y muy a menudo, las
oportunidades. La ceguera es esta clase de limitación.
¿Acaso una persona ciega está más limitada que el resto de la gente?
Hagamos una prueba. Hablemos por ejemplo, de un vidente con un nivel
de inteligencia
promedio. Sin duda, algo cotidiano y fácil de localizar. Por otro
lado, hablemos de una persona ciega con un nivel de inteligencia
superior. Algo que
no es imposible de encontrar. Asumamos que todas las otras
características de estas dos personas son iguales. Algo que sin duda,
es imposible. ¿Cuál
de ellos está más limitado? Todo depende de qué deseamos que hagan.
Obviamente, el ciego estaría más limitado si estuviésemos componiendo
un equipo de
baseball. Esto es, él o ella tienen un impedimento. Si por otro
lado, buscamos a alguien para que enseñe historia o ciencia o que
prepare nuestra planilla
de contribución de ingresos, el vidente está más limitado o impedido
si no tiene la inteligencia necesaria.
Muchas características del ser humano son obvias. No así otras. La
pobreza por ejemplo, carencia de medios materiales, es una de las más
obvias. La
ignorancia, carencia de conocimientos o educación, es otra. La vejez,
carencia de vigor o juventud, es otra más. Y la ceguera, la falta de
visión, es
una más. En todos estos ejemplos, la limitación es, o aparenta ser,
obvia. Examinemos sin embargo, otras características que a simple
vista no parecen
ser limitativas.
Hablemos por ejemplo sobre la contraparte de la vejez. Esto es,
juventud. Acaso podemos decir que para un joven de veinte años su edad
es una limitación.
Sin duda. Para muchos empleos, una persona de veinte años no se
considerará como el candidato más idóneo. Especialmente empleos que
requieren liderazgo
y en los que se supervisa a otros empleados, que a su vez exige un
mayor grado de responsabilidad. No empece a que la persona de veinte
años sea capaz,
madura y al parecer la mejor cualificada para el empleo, su corta edad
la limitará. Será tachado de ser inmaduro e incapaz de asumir la
responsabilidad
que requiere el empleo. Más aún, aquellos a quienes supervise,
resentirán ser supervisados por una persona tan joven. Por tanto, la
característica de
tener veinte años de edad, es definitivamente una limitación.
Situación que podemos aplicar a cualquier edad. Por ejemplo, una
persona con 50 años de
edad, primacía vital para muchos, no tiene el mismo vigor que tenía a
los 20 años de edad. Y sabemos, no empece a nuevas leyes, que ninguna
compañía contrata
a un nuevo empleado con esa edad. Allá para los años 60, cuando
entonces dije lo antes señalado, la Bell Telephone System (sí, sólo
existía Bell System) no contrataba a nadie mayor de
35 años de edad. Por otro lado, resulta interesante que la
Constitución de Estados Unidos prohíbe que alguien menor de 35 años de
edad se postule para
ser Presidente de Estados Unidos. La conclusión por tanto es clara,
toda edad conlleva una limitación.
Hablemos ahora no de ignorancia, sino de educación. ¿Acaso un alto
grado de educación puede ser un impedimento? Claro que sí. Veamos.
Asumiendo que
Albert Einstein hubiese estado vivo y disponible para los años en que
fui Director de Iowa Commission For The Blind (1958-1978), jamás le
hubiese contratado.
Tendría en su contra dos severas limitaciones, su fama y su
inteligencia. Su fama provocaría el que muchas personas acudieran a
verlo y así entorpecería
la labor de la agencia. Dada su gran inteligencia, el trabajo
cotidiano de la agencia le hubiese provocado un estado total de
aburrimiento. Veamos un
ejemplo concreto y real. Para el tiempo en que dirigí el Iowa
Commission, tuve necesidad de alguien que trabajara en la biblioteca.
El empleo requería
que se guardaran los libros, supervisión de entrada y salida de éstos
y algunas labores de oficina. Luego de revisar todas las solicitudes,
limitamos
la selección a uno o dos candidatos. Uno de ellos poseía un grado
universitario, era despierto y su inteligencia estaba por encima del
promedio. El otro
era graduado de secundaria, no tenía estudios universitarios, de
inteligencia promedio y un nivel moderado de iniciativa. Contraté al
segundo solicitante.
¿Por qué? Pensé que el otro pronto pensaría que el empleo no era
adecuado para él y se aburriría. Situación que le llevaría a
abandonar el empleo tan
pronto consiguiera algo mejor, lo cual a su vez, me obligaría a
contratar y adiestrar a otra persona. Por otro lado, pensé que la
persona que contraté
vería el empleo como algo interesante y retador. También pensé que
estaba capacitado para ejecutar el trabajo requerido y que sería buen
empleado por
mucho tiempo. De hecho, resultó ser una excelente adquisición. En
este caso en particular por tanto, un grado universitario, un alto
grado de iniciativa
e inteligencia, eran limitaciones e impedimentos.
La burocracia ha acuñado el término "sobre cualificado". Aunque
aparente y obvia, dicha categorización señala que si la ceguera es una
limitación, y yo
así lo creo, un sinnúmero de características del ser humano también
son limitaciones. Creo que la ceguera no es más relevante que muchas
otras características.
Por lo cual considero que una persona ciega promedio puede, bajo las
mismas condiciones que una persona vidente promedio, desempeñar el
mismo trabajo rutinario.
Una persona sobresaliente puede competir con otra persona
sobresaliente, la persona promedio con su semejante y la persona bajo
promedio con uno de igual
condición. Claro está, dicha paridad sólo se puede dar si se provee
el adiestramiento adecuado y la oportunidad para demostrarlo.
A menudo, mi planteamiento se critica, señalando cuánto mejor
estuviera si además de mis otras destrezas tuviera vista. A lo cual
respondo que la premisa
es falsa ya que no competimos a base de lo que hubiésemos podido ser,
sino a base de cómo es la gente ahora, teniendo en cuenta el conjunto
de sus fortalezas
y debilidades, impedimentos y limitaciones. Si el criterio para
estimarse es el cómo pudiera ser, pudiera muy bien preguntárseme cómo
sería si tuviera
el dinero de Rockefeller, la inteligencia de Einstein, la fortaleza
física de Joe Louis (joven) y el poder de persuasión de Franklyn D.
Roosevelt. Recordemos,
si es que alguien lo ha olvidado, que FDR tenía un impedimento físico
severo. Me pregunto cómo hubiese contestado si alguien le hubiese
dicho, ¿señor
Presidente, no ha considerado cuánto más pudiera haber sido si no
hubiese sido afectado por el polio?
Otros me han dicho, yo sé lo que pierdo ya que antes podía ver. A lo
cual pudiera responder que hubo un tiempo en que tuve veinte años de
edad y por lo
tanto sé lo que he perdido. ¿Debo por ello lamentar lo pasado? Acaso
no es mejor que analice mi situación tal y como es, y examine mis
problemas y posibilidades
de obtener el mayor provecho. Nuestras características cambian
continuamente y con el pasar del tiempo acumulamos experiencias,
limitaciones y recursos.
No competimos contra lo que éramos, sino en contra de lo que somos ahora.
Recientemente un veterano ciego, hoy día profesor universitario,
publicó un artículo en una revista de renombre en el campo de la
ceguera. Expresa una
opinión que difiere radicalmente de lo que hemos planteado. Distingue
como únicas las limitaciones de la ceguera, ya que las desvincula de
cualquiera
otra. Al así hacerlo, coloca en una categoría el resto de las
características humanas, defectos y virtudes y concluye que ambos,
ciegos y videntes, están
a la par con éstas. El ciego sin embargo, tiene además la limitación
única de ser ciego. Por tanto, no hay nada que un ciego pueda hacer
tan bien como
un vidente, lo cual significa que él o ella retiene su empleo gracias
a la caridad de otros.
Este profesor ciego no contempla que las distinciones que atribuye a
la ceguera son igualmente plausibles para doce o quizás cien otras
características.
Por ejemplo, supongamos que distinguimos la inteligencia como una
característica única y la separamos de las otras características.
Dejando a un lado
el carácter distintivo de la inteligencia, una persona con un
coeficiente de inteligencia sobre 125 estaría muy a la par con otra
que tiene un coeficiente
de inteligencia menor de 125. Por tanto, un profesor universitario
con un coeficiente de inteligencia menor a 125 no podrá desempeñarse
tan bien como
el que sobrepasa los 125. Por lo cual sólo podrá retener su empleo
gracias a que hay gente buena y caritativa. "¿Acaso hemos de asumir,"
continúa señalando
este profesor ciego,
que una persona ciega tiene tantas otras buenas cualidades, que puede
compensar limitaciones que impone la ceguera? No lo creo.
"¿Por qué, me pregunto, hemos de singularizar como particular una
característica como la ceguera? Muy bien pudiéramos señalar otra
cualquiera. Por ejemplo,
¿acaso una persona con un coeficiente de inteligencia de menos de 125
puede compensar la falta de inteligencia demostrando cuán
excepcionales son sus otras
características? No lo creo. Al plantearlo de esta forma, nos vemos
obligados a considerar el problema que representa la terminología y la
semántica.
Punto focal al considerar la ceguera como impedimento.
Presumir que la limitación de la ceguera es más severa que otra
cualquiera, por lo cual requiere una distinción singular, forma parte
de la estructura
intrínseca de nuestra lengua y sicología. La ceguera conjura una
imagen de un desastre sin remedio. Se presenta más dramática y
terrible que otras limitaciones.
Por otro lado, la ceguera es una limitación conspicua a simple vista.
Y dado el hecho que no hay tantos ciegos, el resto de la población no
los ve como
algo común. Sin duda, si todos los que tienen un coeficiente de
inteligencia de menos de 135 tuviesen rayas verdes en la cara, los que
no tuviesen rayas
verdes en la cara comenzarían a discriminar contra ellos.
Cuando alguien le dice a una persona ciega, "usted lo hace todo tan
bien que a veces olvido que es ciega, la veo como a cualquier otra
persona," ¿es eso
en realidad un halago? Supongamos que vamos a Francia y allí alguien
nos dice, "usted lo hace todo tan bien, que me olvido que es
americano. Lo veo como
a cualquier otra persona." ¿Sería eso un halago?
Por supuesto, la persona ciega no debe de ser tan sensitiva que un
comentario como ese le moleste o le haga enojar. La persona ciega
debe ser cortés y
aceptar la intención que conlleva el supuesto halago. Sin embargo, la
persona ciega debe comprender que no hay halago en este tipo de
señalamiento. El
aparente halago expresa en realidad, que es normal que una persona
ciega sea inferior y limitada, diferente y mucho menos hábil que el
resto de la población.
"Claro, que usted no deja de ser ciega. Y por tanto, mucho más
limitada que yo. Sin embargo, ha compensado la falta tan bien, que
casi olvido que es
mi inferior."
La actitud social con respecto a la ceguera es algo generalizado.
Afecta no sólo a los videntes, sino a los ciegos por igual. Éste sin
duda, es uno de
los problemas más difíciles que encontramos. Frecuentemente, los
ciegos asumen y aceptan la opinión que el público en general tiene
sobre los ciegos.
A menudo aceptan la idea que tiene el público en general sobre sus
limitaciones. Y así brinda credibilidad a dicha concepción.
Hace unos años el Dr. Jacob Frid, entonces profesor de sociología y
luego director del Jewish Braille Institute of America, llevó a cabo
una prueba.
Mostró a sus estudiantes, blancos y negros por igual, unas fotografías
para que identificaran el contenido y emitieran su opinión sobre el
mismo. Una
de las fotografías presentaba a una mujer negra situada en una sala
que mostraba un claro refinamiento cultural ya que se podía ver
cuadros, esculturas,
libros y flores. Al pedirle a los estudiantes que identificaran a la
mujer, los negros al igual que los blancos, dijeron que la mujer era
sirviente, cocinera,
ama de llaves, lavandera o niñera. La mujer sin embargo, era Mary
McLeod Bethune, fundadora y presidente de Bethune Cookman College y
una de las mujeres
negras más destacada de su época. Persona a quien se reconoció como
brillante y prestigiosa en el campo de la educación superior. Ocupó
durante la presidencia
de Franklyn Dr. Roosevelt puestos de alto rango.
El experimento nos revela que la educación, al igual que la
naturaleza, no contempla los vacíos. Revela además, que no empece la
falsedad o injusticia
de los estereotipos que impone la mayoría, los grupos minoritarios los
aceptarán ya que no tienen la información adecuada para negarlos.
Hecho que nos
lleva a preguntar, si aún hoy día, a pesar de los logros producto de
las luchas por obtener derechos civiles, ¿cuántos negros llegarían a
la tradicional
y estereotipada conclusión sobre el contenido de la fotografía?
Conclusión que quizás no expresan, pero sienten. Semejante situación
prevalece con los
ciegos. Es la imagen pública la que predomina. Razón que aducen
muchos ciegos para justificar la vergüenza que sienten al tener un
bastón blanco. Y
por lo cual otros, que tienen poca visión, tratan de hacer ver que ven
más de lo que en realidad ven. No empece el progreso muchos, ciegos y
videntes,
todavía piensan que el ser ciego no es digno de respeto.
Una persona ciega tiene que valerse de técnicas alternas para hacer lo
que una persona con visión normal hace. Nótese que digo alternas y no
sustitutas.
El vocablo sustituta lleva en sí una connotación de inferioridad. Las
técnicas alternas de que se vale una persona ciega no tienen
necesariamente que
ser inferiores a las usadas por una persona con visión normal. En
realidad, algunas son superiores. Claro está, algunas son inferiores,
y otras están
a la par.
Teniendo en cuenta lo antes señalado, consideremos el acto de volar.
Si comparamos a las aves y a los humanos, las aves aventajan a los
humanos. Los
humanos no tienen alas, no pueden volar y por tanto, son impedidos.
El ser humano sin embargo, ve a las aves y desea imitarlas. Dado el
caso que no pueden
valerse del mismo método que usan las aves para volar, el humano
recurre a técnicas alternas. Hoy día, mediante aviones de propulsión
a chorro (jet airplanes),
los humanos pueden volar más alto, más rápido y lejos que ninguna ave.
Esto nos lleva a pensar que probablemente los aviones no hubiesen sido
desarrollados
si los humanos tuviesen alas. Por lo cual, seguiríamos usando el
método inferior de batir alas para volar.
Al comienzo de la década del 60, durante una conferencia sobre
rehabilitación que tuvo lugar en Little Rock, Arkansas, salió a
relucir la imagen tergiversada
y estereotipada sobre la ceguera. El padre Carol (entonces reconocido
líder en el campo de la ceguera) y yo, entablamos una discusión sobre
lo que yo
pensaba en torno a qué era la ceguera. Según él, me equivocaba al
decir que la ceguera era una característica ya que ésta no cae dentro
del marco de características
"normales". Adujo que los límites de la ceguera son radicalmente
opuestos a los de las características "normales". Si damos por
sentado que una característica
"normal" es aquella que una mayoría de personas posee, ser de piel
negra no es normal en Estados Unidos, como tampoco es normal ser de
piel blanca en el
resto del mundo. Tener el cabello rojo o medir seis pies de alto
tampoco es normal. Si por otro lado, es uno u otro grupo en posición
de autoridad quien
define qué es una característica "normal", daríamos vuelta a la noria
constantemente ya que no podríamos establecer nada como definitivo.
Expuse en aquél momento la teoría de que una persona ciega pero rica,
cuyas otras características fueran similares a las de un vidente de
ingresos promedio,
tendría mayor movilidad. Ya les había dicho que existían técnicas
alternas, no sustitutas, para hacer lo que una persona vidente puede
hacer si tienen
visión normal. El Padre Carol y otros argüían que a la hora de viajar
no había sustituto para la visión. Les hablé sobre un adinerado amigo
ciego que
todos los años viaja a Hawaii u otro lugar para lo cual contrataba a
un guía vidente. Dado el hecho que la mayor parte de la gente no
puede viajar a Hawaii
ya que carece del dinero necesario, mi amigo viaja más que cualquier
persona vidente que yo conozco y, por tanto, es más móvil. Luego del
debate sobre
qué era una característica, pensé que había logrado aclarar dudas al
respecto. Sin embargo, una persona me preguntó, "¿acaso no cree que
la persona ciega
de quien habló podría viajar más si tuviera visión?"
Lo antes señalado nos lleva a considerar qué servicios se brinda a los
ciegos y el enfoque y dirección de éstos. A mi modo de ver, las
agencias públicas
y privadas y organizaciones voluntarias proveen a los ciegos cuatro
servicios básicos. Estos son;
1. Servicios que destacan a la ceguera como una característica única
y diferente de las otras características. Insinuando así,
inferioridad y Extrema
limitación en las cosas del diario quehacer.
2. Servicios dirigidos a enfatizar modelos positivos sobre la
ceguera, con lo cual se pretende disipar los modelos negativos que el
público en general
tiene sobre la ceguera, modelos que los ciegos asimilan subconscientemente.
3. Servicios que destacan la enseñanza de técnicas y destrezas
alternas relacionadas con la ceguera.
4. Servicios que nada tienen que ver con la ceguera.
Por ejemplo, la vejez o la falta de educación.
Daremos mayor énfasis a los puntos 1 y 2 ya que los puntos 3 y 4
sobrepasan los límites del tema que tratamos. El punto 1 queda
demostrado con las ya
citadas palabras que hablan sobre la ceguera como una forma de morir.
Durante la mencionada conferencia en Little Rock el Padre Carol, autor
de la frase "La ceguera es una forma de morir", incrementó su trágica
imagen sobre
la ceguera al señalar que el ojo es un símbolo sexual. Por lo tanto,
para él, un hombre ciego está incompleto. El simbolismo sexual del
ojo según él,
está claramente ilustrado en el drama griego Edipo Rey. A mi modo de
ver, dicho planteamiento falta a la realidad que este drama clásico
nos presenta.
Los griegos, al igual que mucha gente de nuestra época, pensaban que
la pérdida de visión era uno de los más severos castigos. Edipo
cometió un pecado
mortal. Sin saber quiénes eran, mató a su padre y se casó con su
madre. Dada la magnitud del crimen, la pena tenía que ser igualmente
severa. La ceguera
por tanto, no es un símbolo sexual, sino, un castigo.
El Padre Carol se equivoca no sólo sobre el significado de Edipo Rey,
también se equivoca sobre qué es la ceguera. Consecuentemente, no
sabe cuáles servicios
son necesarios para los ciegos. Situación que lleva a pensar que los
ciegos necesitan desesperadamente, sobre todas las cosas, la
asistencia de un siquiatra.
Opinión que comparten algunos centros de rehabilitación para ciegos a
través de la nación. Los que expresan este punto de vista piensan
que los ciegos
no necesitan destrezas de movilidad, sino terapia. Los ciegos que
asisten a dichos centros de rehabilitación aprenderán que las
limitaciones de la ceguera
son insuperables y que las diferencias entre ellos y las personas
videntes son insondables. Aprenderán a dar por buena su lamentable
situación de ciudadano
de segunda clase. Por tanto, aprenderán a no intentar llegar a ser
ciudadanos de primera clase. Todo se hará en virtud de una
independencia que se ajuste
a su realidad.
Las otras dos clases de servicios a los ciegos, categorías 1 y 2, a
diferencia de otras en cuanto a su filosofía se refiere, pueden
ilustrarse mediante
una analogía un tanto caprichosa. Todos recordamos lo que sucedió a
los judíos en la Alemania NAZI. Para la década del 30, los judíos
alemanes se encontraron
de súbito rechazados por la sociedad meramente por ser judíos. Fueron
catalogados como personas impedidas, inferiores al resto de los
alemanes. Dado
ese hecho social, ¿qué tipo de servicios de ajuste pudiéramos haberle
ofrecido a las víctimas del judaísmo? A mi modo de ver, hay dos
alternativas que
se ajustan a lo que disponen las categorías 1 y 2. En primer lugar
teniendo en cuenta que hasta ese momento los judíos se veían como
seres normales, descubrir
que ahora son inferiores al resto de la población ocasionará un
"shock", o como se dice ahora, un trauma. El nuevo estatus limita
severamente la cantidad
de actividades que pueden llevar acabo. Situación que les llevará a
solicitar los consejos y terapia de un siquiatra ya que tienen que
ajustarse a la
realidad de ser seres inferiores y conformarse con serlo. Inclusive,
dada la propaganda que así lo promueve, pasarían por los centros de
ajustes y allí
aprenderían a aceptar con regocijo su nuevo estatus. Claro está, todo
se hace con el único fin de que acepten la "realidad" de su judaísmo.
Dicho entrenamiento
es sólo una manera de lograr la conformidad. El ajuste de los judíos
de Alemania sin embargo, los llevó a los campos de concentración y
terminó en un
holocausto que sobrepasó los límites de la locura.
Podemos señalar como cuestión de hecho, que ya casi ha desaparecido la
visión custodialista que antes prevalecía con respecto a los ciegos.
Sabemos cómo
los judíos y otros en la Alemania NAZI pagaron por no rechazar la
noción de que ser judío equivalía a ser inferior. El problema
radicaba no en ser judío,
sino en la percepción que otros tenían. El supuesto "ajuste"
carecería de valor sino incluía trato igual y derechos humanos. El
problema radicaba no
en el individuo, sino en la sociedad y la percepción que ésta tenía
sobre el individuo.
Si alguien hubiese sugerido que se empleara a un siquiatra para
ayudar a los judíos, éste no hubiese podido resolver su difícil
situación. Dado el hecho
que un siquiatra NAZI probablemente tendría las mismas nociones sobre
los judíos que tenían todos en Alemania, su supuesto profesionalismo
de nada hubiese
servido a los judíos. Para que los judíos hubiesen podido salvarse y
para que sobreviviera siquiera un mínimo de carácter civilizado, era
necesario que
hubiese rebelión y no resignación. La locura de Hitler sin embargo,
puso fin al diálogo y muchas otras cosas.
A pesar de que vivimos en un país y momento histórico diferente, hay
mucho que aprender de la relación entre los judíos y la sociedad
alemana. Las falsas
percepciones que existen sobre las minorías, que usualmente surgen de
un complejo de superioridad y desagrado personal, pueden conducir a la
separación
de la realidad. Lo que antes era inaceptable, hoy día puede ser
aceptable. Mañana pasará a ser algo ordinario, y pasado mañana dogma
fanático. Dicho
proceso conlleva que ambas, mayorías y minorías, se deshumanicen.
Habiendo presentado la realidad de aquella situación, tenemos sin
embargo que solucionar los problemas de nuestra época y sociedad.
Especialmente los
de los ciegos. Ello requiere que tengamos el más alto grado de
libertad y entendimiento sobre las conceptualizaciones equívocas. Hay
a través de la nación
gran disparidad en cuanto a los servicios que los ciegos reciben de
agencias públicas y grupos voluntarios. Situación mucho más aparente
y obvia, en la
ya aludida conferencia de Little Rock, en donde constantemente salía a
relucir la diferencia que había sobre la filosofía adecuada.
Por ejemplo, ¿qué tipo de prueba y por qué, se le administra a una
persona ciega que llega a un centro de adiestramiento? En Iowa, al
menos en los 60,
al igual que en otros centros, se presume que la persona ciega es una
persona responsable. Por lo cual se enfatiza lo que él o ella puede
hacer. Algunos
de los centros representados en la conferencia de Little Rock en 1962
sostenían que todos los ciegos que asistían a un centro de
rehabilitación, irrespectivo
de su condición, deberían recibir consejería y tratamiento
siquiátrico. Destacaban a su vez, que el personal del centro de
rehabilitación, era quien tenía
que decir qué podía hacer una persona ciega. Por lo cual les pregunté
si pensaban que los servicios de un centro de rehabilitación para
ciegos deberían
parecerse más a los de un hospital o una escuela de derecho. En un
hospital, la persona es un paciente, término que hoy día, los centros
de rehabilitación
usan cada vez más. Eso fue lo que dije en 1962. Sin embargo, me
place decir que hemos adelantado mucho desde entonces.
Cuando se trata de un paciente, es el médico quien determina si es o
no necesaria una operación y qué tipo de medicamentos se requieren.
Un paciente decide
muy poco, ya que es el médico el que decide qué y cómo hacer algo.
Por otro lado, en una escuela de derecho el estudiante es responsable
de llegar a tiempo
a sus clases y de organizar sus tareas. El estudiante es responsable
de saber cuándo necesita consejería y cómo llevar a un feliz término
sus estudios.
Dado el hecho que se trata de su vida, sólo él o ella es responsable
si fracasa. Ello no quiere decir que el estudiante no necesite los
servicios que la
escuela de derecho provea. Probablemente el estudiante entablará
amistad con algunos de los profesores, solicitará consejería legal y
en ocasiones, socializará
con ellos. Inclusive, puede que llegue el momento en que el estudiante
le solicite a un profesor que le aconseje sobre asuntos personales. Y
con el tiempo
el estudiante será tratado como un colega. Situación que no sucede con
un paciente ya que éste no sabe nada sobre drogas y medicamentos.
Algunos de los
centros representados en Little Rock se mostraron asombrados de que en
el Iowa Commission For The Blind socializáramos e invitáramos a los
estudiantes
a nuestros hogares. Según ellos, dicha actitud sobrepasaba los límites
de una relación profesional.
La sociedad en que vivimos no acepta el concepto de la ceguera como
una característica más, y no comprende cuáles son los servicios que
necesita una persona
ciega, porque han internalizado un sinnúmero de nociones falsas sobre
la ceguera. Como cuestión de hecho, todo lo que hasta aquí he dicho
se resume de
la siguiente manera: "La ceguera no es una forma de morir, ni una
laceración sicológica. No tiene por qué ocasionar la desintegración
de la personalidad.
El punto de vista que sostiene esa forma de pensar es tan dañino si se
reviste con las galas de la ciencia moderna, como si estuviera
matizado por la superstición
y la brujería de la antigüedad."
A través del mundo, pero especialmente en nuestro país, estamos en
medio de una transición en cuanto a nuestras actitudes sobre qué es
ceguera y qué es
un impedimento. Estamos reevaluando y reformando nuestras ideas. Los
profesionales por su parte, no pueden actuar por su cuenta. De hecho,
son los ciegos
organizados los que deben ser punta de lanza y abrir el camino. Dado
el carácter abierto de nuestra sociedad, el público en general será
quien finalmente
decida. Situación que a mi modo de ver es lo más adecuado ya que
muchos profesionales se limitan a programas e ideas obsoletas.
Es el público en general el llamado a establecer la pauta y
perspectiva sobre los valores a seguir. Si el público ha de ejercer
su función con sabiduría
y razonamiento, y si las nuevas ideas han de diseminarse, los ciegos
tienen el deber de proveer la información y liderazgo requerido.
Aún más importante, cada uno de nosotros, como personas ciegas,
deberemos examinar nuestro corazón y asegurar que está libre de
preconcepciones y prejuicios.
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