[Nfbespanol-talk] Seguridad y Confianza en Mí misma: Mi Entrenamiento en el Centro para Ciegos, Louisiana Center for the Blind

Frida Aizenman aizenman at earthlink.net
Fri Aug 10 04:13:14 UTC 2012


FUTURE REFLECTIONS
Volumen 30, Número 2

Edición Especial: La Adolescencia

Una revista para padres de familia, y maestros de niños ciegos, publicada por la American Action Fund for Blind Children and Adults, en colaboración con la Organización Nacional de Padres de Niños Ciegos 

Deborah Kent Stein, Redactora

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[LEYENDA DE LA FOTO: Kaleigh Joiner toca su campana de la libertad.]
Seguridad y Confianza en Mí misma: Mi Entrenamiento en el Centro para Ciegos, Louisiana Center for the Blind
por Kayleigh Joiner

Nota de la redactora: Kayleigh Joiner es una estudiante de primer año de la Universidad Stephen F. Austin, en Nacogdoches, Texas. Recibió una Beca Nacional de la Federación en el 2010.

A medida que me acercaba al centro para ciegos, Louisiana Center for the Blind, ubicado en un cuadrado edificio colonial francés de dos plantas, sentí una oleada de expectación. Este era el lugar donde iba a pasar los próximos seis meses. Podía oír el tráfico zumbando en la calle cercana, y cada pocas horas, el silbido de un tren.

Todos los estudiantes participaban en cinco clases: Braille, computación, viajes de bastón, artes industriales (taller), y cocina, administración del hogar. Las clases se llevaban a cabo De lunes a viernes de ocho a cinco. Las personas que tenían algún residuo de vista debían usar vendas en los ojos con el fín de aprender a hacer las cosas sin depender de su vista. La idea era que, cuando el estudiante se quitara las vendas de los ojos, él o ella, sería capaz de utilizar una combinación de vista y técnicas alternas para realizar las tareas.

Durante los primeros días en el centro, se evaluó nuestro conocimiento para que los instructores supieran por dónde empezar. Cada uno de nosotros, teníamos nuestro propio horario individual. Mi día comenzaba con Braille de ocho a nueve. Entonces, fuí a una clase de computación de nueve a diez. A continuación de la computación, tenía el viaje con bastón, de diez al mediodía. Teníamos una hora para el almuerzo. De una a tres, tenía clase de artes industriales, y terminaba el día con cocina, administración del hogar, de tres a cinco.

Caminémos Sólos

Todos nosotros, los estudiantes, vivíamos en apartamentos. El complejo de apartamentos estaba aproximadamente a una milla de distancia del centro. Esta fué mi primera experiencia de estar en un apartamento y tener que comprar y cocinar mi propia comida. Tomó algún tiempo para acostumbrarme, pero al final me metí en una rutina. Los estudiantes, por lo general, caminaban de ida y vuelta al centro cada mañana y tarde.

Mi instructora de viaje con el bastón era la señora Arlene. Tenía unos cinco pies de altura, tenía el pelo largo y canoso, y hablaba con un acento norteño. Lo primero que repasó conmigo fué cómo utilizar el bastón correctamente. Trabajamos en mi técnica del bastón durante aproximadamente una semana. Luego, me dirigí a aprender el camino de ida y vuelta a mi apartamento. Durante varias semanas, trabajé con la señora Arlene al calor del sol. Al principio, caminaba muy despacio y con cautela cuando viajaba fuera con mi bastón. Mientras caminábamos la ruta, le expliquaba a la señora Arlene que calle venía después, y cuando tenía que dar vuelta.

Muy pronto, la señora Arlene anunció que hoy, yo estaría haciendo la ruta de forma independiente. Estaba sumamente nerviosa y asustada. Recuerdo estar destrozada porque tenía mucho miedo. Mi instructora de bastón anterior, la cual, me enseñó en la escuela primaria y secundaria, me había seguido siempre atrás cuando hacía asignaciones para ella. Hacía que confiara en mi vista residual cuando pasé calles, o encontraba las direcciones de la casa. Nunca había hecho nada por completo por mi cuenta antes, y la idea era muy aterradora. No tenía la seguridad en mí misma para creer que podría completar la ruta con éxito por mi misma.

Con la ruta trazada en mi mente, me puse en camino en el viaje. Al principio estaba un poco despistada, pero había escuchado el tráfico a mi alrededor, y fuí capaz de volver a donde tenía que estar. Cuando regresé donde la señora Arlene estaba, me sentía realizada y orgullosa. Había hecho realmente Esto, este fué mi primer paso hacia la obtención de confianza en mí misma.

El Cronometraje de la Velocidad

El señor Whittle, mi instructor de Braille, hablaba con un acento sureño. Tenía un vientre redondo, y el cabello corto y gris. Durante mi evaluación, cronometró mi lectura de Braille a cuarenta palabras por minuto. Ya que no había crecido leyendo Braille, y que en gran medida me lo enseñé a mí misma, esto no era demasiado malo. Sin embargo, sabía que había espacio para mejorar. Después de cronometrar la velocidad de mi lectura, el señor Whittle hizo que escribiera con una pizarra y un punzón para poder tener una idea de lo bien que escribía en Braille. Para un usuario de Braille, una pizarra y un punzón es equivalente a escribir con un lápiz y papél.

A medida que mis clases de Braille continuaban, yo leía en voz alta todas las mañanas. El señor Whittle, en ocasiones me cronometraba para comprobar mi velocidad.

Josh Boudreaux, mi instructor de computación, hablaba con un acento cajún. Durante los primeros meses, me hizo practicar la navegación al Internet a través de un lector de pantalla (un programa que hablaba en voz alta la información en la pantalla).
En la clase de cocina, había trabajado en la preparación de alimentos sencillos como panecillos, pizza, y galletas con ingredientes frescos.

Un Salto de la Plataforma

En septiembre, todos los estudiantes y el personal del centro hicieron un viaje a Tennessee. En el primer día del viaje, tuvimos la oportunidad de ir a una tirolesa. Esstaba sumamente nerviosa por la tirolesa. Había hecho este tipo de actividad antes, y normalmente, no tenía miedo a las alturas. Sin embargo, esta vez me sentía diferente, ya que sería bajo vendas en los ojos. Con el apoyo de mis compañeros e instructores, dí el salto fuera de la plataforma y disfruté de ir hacia abajo. Sentí el viento soplando a medida que cogía velocidad en el  cable.

Al día siguiente, hicimos un viaje a Rock City. Allí caminamos por un camino donde podíamos tocar y oler una variedad de flores y plantas. También caminamos a través de varias cuevas. Una en particular era muy estrecha. En una sección, cristales se habían formado en las rocas, y las examinamos al tácto. Había un estrecho largo puente  suspendido que chirriaba cuando la gente caminaba sobre él. Si alguien saltaba sobre él, lo sentía balanceándose de lado a lado.

En el último día de nuestro viaje, fuimos en una balsa en aguas bravas. Cuando estábamos en el río, yo podía oír el rugido de los torbellinos. De vez en cuando, recibía salpicaduras del remo de una guerra de agua llevada a cabo por otro grupo en balsa.

En octubre, fuimos a Arkansas. En los próximos tres días, se cambió entre el senderismo, la escalada en roca, y paseos a caballo. Con la excepción de la balsa en aguas bravas, hicimos todas estas actividades bajo vendas en los ojos, con el fín de ayudarnos a crear confianza en nosotros mismos.

Cuando fuimos al senderismo, usé mi bastón en una mano y un palo de senderismo en la otra. De vez en cuando, tenía que subir por rocas inestables. Me di cuenta de que podía, fácilmente, sentir las piedras sueltas debajo de mis pies.

En el sitio de escalada en roca, todos nos pucimos arneses y cascos adecuados.
Algunas de las rocas se sentían duras y las demás se sentían lisas. Las rocas en general eran de unos cincuenta pies de altura. Cuando estaba alrededor de la mitad de la primera piedra, mis piernas comenzaron a temblar. Quería volver a bajar, pero mis compañeros e instructores seguían dándome palabras de aliento que me ayudaron a llegar a la parte de arriba.

Cuando llegó el momento de montar a caballo, estaba sumamente ansiosa. No soy mucho que digamos, una persona a la que le gusta los animales, y no sabía qué esperar. Por suerte, tuve un caballo que era muy manso. A medida que cabalgaba, oí el ruido que hacían los cascos del caballo en el camino. También había oído a los guías que nos daban las instrucciones verbales sobre qué camino tomar.

¡Mide Dos Veces, Corta Una Vez!

El lunes, después de regresar de Arkansas, estaba en clase de artes industriales en el taller, a punto de cortar otro trozo de tronco utilizando la sierra de mesa. La clase de artes industriales en el taller no tenía la intención de enseñar a trabajar la madera como oficio, sino como un creador de confianza en uno mismo. Había preparado la máquina y comencé a cortar el pedazo de tronco cuando me di cuenta de que algo andaba mal.

"¿Qué se te olvidó?" preguntó JD, el instructor de artes industriales en el taller.

"Mi medida tiene que estar mal", murmuré.

"No haz medido nada todavía", me recordó JD.

Empecé a murmurar acerca de otras cosas que podría haber hecho mal.

"¿Qué se te olvidó hacer?" JD había presionado.

"Mi guía no está lo suficientemente lejos", le contesté.

Empecé a cortar el tronco con la sierra de mesa. Luego, medí para ver si era 44/16ª pulgadas, ya que se suponía que debería ser.

"Es demasiado ancho", dije.

"¿Cuál es el paso que se te olvidó?" JD preguntó de nuevo, esperando a que me diera cuenta de mi error.

Yo estaba en silencio mientras ajustaba la regla de clic, pensando que la tenía ajustada incorrectamente. Una regla de clic es un dispositivo de medición para ciegos hecha de una varilla metálica de largo. Tiene hendiduras cada media pulgada, y franjas más pequeñas de medición de decimosexta pulgadas.

"Tuviste tu regla de clic correctamente ajustada," JD me informó.

Fuí a través de los pasos en voz alta. "Nunca había medido," dije dándome cuenta repentinamente.

"Nunca ajustaste la sierra hasta el corte de 44/16ª", dijo JD en un tono como cuestión de hecho.

Después de ajustar mi sierra para cortar 44/16ª pulgadas, me dispuse a hacer el corte.

"¿Cómo se encuentra la seguridad de la mano derecha?" JD preguntó.

Me quedé en silencio mientras movía mis manos a lo que yo pensaba que era la correcta posición.

"¿Dónde están tus puntos de referencia? ¿Cómo sabes que estás a salvo?" JD instó.

Me quedé en silencio una vez más.

"No hay ninguna ley por ahí que te impide decir que no lo sabes.
No todo el mundo lo sabe todo ", dijo JD. Pensé que él mismo sonaba con bastante conocimiento.

"No recuerdo", dije tímidamente.

JD procedió a mostrarme dónde están los puntos de referencia, y empecé a cortar mi tabla. Entonces, medí, y me encontré que había cortado la tabla exactamente a 44/16ª. Aprendí una lección muy importante ese día. Está bien admitir que no sé, o no recuerdo algo.

A mediados de noviembre, estaba a un mes de graduarme en el programa de adultos en Louisiana Center. Un día en clase de braille, el señor Whittle me Cronometró a sesenta palabras por minuto. Me sentí frustrada porque no me estaba volviendo más rápida.
Había estado en los sesenta por lo menos durante un mes. Estaba leyendo el número de páginas que él quería que leyera, y no podía entender por qué no había avanzado más rápidamente. No pensé que era muy respetable leer a ese promedio. El señor  Whittle me aseguró que, de hecho, era muy respetable, sobre todo porque yo había aprendido braille como una adulta y no como una niña pequeña.


Nos Dejaron Sin Información Sobre Donde Estábamos

Cerca del final de nuestra estancia en Luisiana Center, todos nosotros en el Programa Adulto, esperábamos ser "dejados sin información sobre donde estábamos." El que nos dejaran fué uno de los mayores retos en el programa. Bajo vendas en los ojos, cada uno de nosotros fué conducido a un lugar desconocido, y entonces, nos dejaron sin información sobre donde estábamos. Se esperaba que utilizáramos las técnicas que habíamos aprendido con el fin de averiguar cómo volver.

Mientras escuchaba que  la camioneta se iba respiré hondo. Esta fué la prueba final de todo el conocimiento que había obtenido de la instrucción de mi viaje con el bastón. Escuché con atención, y cuando escuché el ruido del tráfico me dirigí en esa dirección. Sentí los rayos del sol en la mejilla izquierda, y sabía que por la hora del día, el sol estaba en el sudeste. Oí una gran cantidad de coches que viajaban en una dirección hacia el sur. Basándome en esta información, Deduje que era más que probable, que estaba en la Calle Trenton.

Si hubiera seguido mis instintos, hubiera vuelto al centro mucho antes de lo que regresé. Debido a que no le hice caso a mis instintos, y por no confiar en lo que mi entorno me decía, terminé tomando cuatro horas para volver. Ese día aprendí que mis instintos suelen tener razón, y que debía confiar más en lugar de dudar.

Día de Graduación

Por fín llegó el 17 de diciembre del 2010, día de mi graduación. Pam Allen, la directora del centro, inició la ceremonia hablando un poco de mis logros. Cuando ella terminó, dió la palabra a mis instructores, parientes y amigos para hablar. Me sentí profundamente conmovida al escuchar las cosas que todo el mundo decía sobre mis logros. Me di cuenta de lo lejos que había llegado en los últimos seis meses. Estaba más segura, y tenía una nueva creencia en mí misma. Había conseguido doblar mi velocidad de lectura Braille a las palabras por ochenta minutos, y había aprendido que podía confiar en mí misma. La seguridad y la confianza en mí misma, son las cosas más grandes que he ganado en el centro. Doquiera que estoy, soy capaz de ponerlas en su lugar.

Al final de la ceremonia, cada graduado recibió una campana plateada con un águila en la parte superior. El águila representa la libertad de los graduados para salir al mundo con las habilidades que él o ella han ganado. La campana estaba inscrita con el nombre del graduado, la fecha, y el lema del centro para ciegos, Louisiana Center for the Blind: "Juntos estamos cambiando lo que significa ser ciego."

Mis meses en el centro para ciegos, Louisiana Center for the Blind, cambiaron mi vida para siempre.
Las habilidades en Braille y computación que aprendí son una gran ayuda ahora que he entrado a la universidad. Utilizando mi bastón blanco largo, viajo a donde quiera ir. Debido a mi entrenamiento, ahora salgo con mis amigos por la noche, algo que nunca habría hecho en el pasado. Sé que con confianza en mí misma, y una filosofía positiva sobre la ceguera, los ciegos pueden lograr todo.
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