[Nfbespanol-talk] El Vestíbulo del Hilton Anaheim, La Tercera Dimensión de la Convención
Frida Aizenman
nfbfrida at gmail.com
Mon Apr 11 03:27:08 UTC 2016
BRAILLE MONITOR
Volumen 59, Número 4, abril 2016
Gary Wunder, Redactor
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[LEYENDA DE LA FOTO: Mary Ellen Jernigan]
El Vestíbulo del Hilton Anaheim: La Tercera Dimensión de la
Convención Nacional
por Mary Ellen Jernigan
Nota del redactor: Mary Ellen Jernigan se unió a la Federación
Nacional
de Ciegos en la década de los años 60. Comenzó su carrera en el campo de la
ceguera, trabajando para el Doctor Kenneth Jernigan en la comisión para
Ciegos, Iowa Comission for the Blind
y llegó a convertirse en su ayudante de dirección. Se trasladó a Baltimore
en 1978 y ha trabajado para la Federación desde ese tiempo en el manejo
de todo,
desde los detalles minuciosos de contabilidad y auditoría hasta la
planificación para la
infraestructura informática en el Instituto Jernigan. Es mejor conocida por
muchos de los milagros que realizaba en la coordinación de nuestras
convenciones nacionales, pero es más querida por la comprensión y el
compromiso que
revela cuando pone la pluma al papél, revela su intelecto, y revela su
corazón y
espíritu en sus discursos y presentaciones infrecuentes. Una de las
cosas que me
agrada de su personalidad es que es fuerte y al mismo tiempo,
flexible; segura de sus creencias filosóficas e ideológicas básicas que
Al mismo tiempo son suficientemente reflexivas al examinarlas. Deseamos
darle las gracias por
todos los años de ardua labor, la inteligencia y la creatividad que han
hecho
esta dirección posible. Estos son los comentarios que hizo a un
seminario de enfoque
en la planificación de la convención que se llevó a cabo durante el fin
de semana del 19 y 20 de febrero de 2016:
Cuando el presidente Riccobono abrió esta conferencia ayer por la
tarde,
dijo que cada una de nuestras convenciones tiene dos dimensiones: la
logística y
la política. Nos dijo que hay que aprender a gestionar ambas
dimensiones, haciéndolas trabajar juntas sin problemas, para crear una
experiencia de la convención que amplifica las características
inherentes a la promesa y
poder de la Federación.
Después describió esa experiencia tal como la acertó por primera
vez hace veinte años: "entré en el vestíbulo del Hilton Anaheim, llevando mi
bastón blanco plegado debajo de mí.... y sólo de estar en ese espacio,
sentí alegría y esperanza, y
el poder y el cariño que caían a mi alrededor. Escuchen eso una vez más:
Sólo de
estar en ese espacio ...
Aunque no nos nombró esa experiencia ayer, deseo
nombrarla para nosotros esta noche. Es la tercera dimensión de la
convención. Yo la llamo
la dimensión espiritual. Un poco más difícil de alcanzar que las otras dos
dimensiones, la logística y la política. Pero tan real. Y habíamos
estado hablando de ello ayer y hoy, o al menos en torno a su absorbción
sin sacar a relucir abiertamente lo que ella hacía.
Permítanme volver a nuestro presidente. Unos seis meses antes de
que él se convirtiera en
nuestro presidente, cuando estaba dirigiendo el Instituto Jernigan, encabezó
un ejercicio de marca: sumamente caro, consumidor de tiempo, encabezado
por personas ajenas,
y pesado en el seguimiento de un conjunto de procedimientos dictados por
nuestros
facilitadores asignados.
Si está teniendo la impresión de que yo estaba menos entusiasmada
con todo el proyecto, eso sería correcto. Permítanme decir aquí que
aprendí a no subestimar la sabiduría de nuestro Presidente.
Durante la primera sesión, a medida que comenzamos a través del
conjunto del proceso,
todos estábamos describiendo con orgullo los maravillosos programas y
actividades de
la Federación, especialmente en las que cada uno de nosotros sentía
cierto orgullo en
nuestras propias contribuciones. De repente, nuestro facilitador nos
interrumpió y dijo:
con cierta exasperación, "¡No, No, No! Dejen de hablar conmigo sobre lo
que hacen.
Quiero que me hablen de lo que son". Fue entonces cuando detuve
mi mal humor sobre el proceso y me puse a escuchar.
Muchos de ustedes saben que he estado involucrada en la gestión
de la logística
de detalles de nuestras convenciones nacionales de los últimos cuarenta
y cinco años más o menos.
Esto ha significado que durante varios meses de cada uno de esos años la
planificación
de esos detalles ha tomado gran parte de mi energía y atención. Así que,
obviamente,
no creo que esos detalles no sean importantes.
Pero, son importantes sólo en el contexto de cómo y si
contribuyen a lo que somos.
Las cosas que hacemos, nuestros programas favoritos y nuestros
proyectos no son
lo que somos. Los dos no son independientes entre sí, esos están en su
mayoría
ciertamente interconectados, pero no son lo mismo.
Con demasiada frecuencia, para muchos de nosotros, nuestra
tendencia es centrarnos principalmente en
tareas que en sí mismas, consiguen lo que se lleva a cabo de manera
eficaz y competentemente,
la planificación de la agenda, la selección de los oradores, lo que
confirma que
recordarán que deben aparecer, la venta de los boletos para banquetes,
la impresión de las insignias,
haciendo las guías de restaurantes, lo que sea.
Del mismo modo que la convención no debe ser sobre su logística,
no debe
ser principalmente sobre más información. La información tiene su lugar;
tenemos
muchas vías de conseguir que sea, y somos buenos en ello.
Invitamos a nuestros oradores a las convenciones y luego sufrimos
a través de artículos en el programa
llenos de datos, cifras y estadísticas, ¿qué número de libros se
repartió por la biblioteca en
tal formato? ¿qué número de cierres fueron hechos y de que índole
en la agencia de rehabilitación durante el año? ¿qué excursiones de
campo hicieron los estudiantes de la
escuela para ciegos?
Pero hay que preguntarse. Cuando te vayas a casa de la
convención, ¿qué es lo que llevas
contigo? ¿Qué te hace anticipar la siguiente? ¿qué hace que guardes tu
dinero y tus días de vacaciones para que no te la vayas a perder? Dudo
que sean
esos datos y cifras.
En el mejor de los casos, la convención se trata de lo que
creamos cuando venimos
juntos. Se trata de algo que nadie de nosotros puede hacer sin el resto
de nosotros.
Para mí, esto significa que debemos ser capaces de tomar todas y
cada una
de nuestras convenciones, desde el acto aparentemente insignificante de
trabajar en una
mesa de información, a invitar a los oradores, y la planificación del
programa y agenda
relacionando el acto en cuestión a lo que somos. Y si no podemos hacer
eso, o no nos agrada lo
que vemos cuando lo hacemos, entonces, es algo que no debemos hacer, o
que se tendrá en cuenta
y por lo menos evaluarlo como lo estamos haciendo.
¿Cómo incluir esta actividad específica en la convención para
transformar
sueños en realidad. ¿Esto refleja el respeto? ¿Invita? ¿Hace fomentar la
participación? ¿Crea expectativas? ¿Fomenta que la gente sepa que sus
contribuciones marcan una diferencia en sí mismas y
en otros? ¿Es inspiradora? ¿Está llena de cariño? ¿Ofrece esperanza?
¿Crea algo que no existía antes de que lo hiciéramos?
Si no puede responder afirmativamente a por lo menos algunas de
estas preguntas, entonces pregúntese
a sí mismo otra pregunta: ¿por qué estás planeando hacerlo en absoluto?
En el mejor de los casos, nuestras convenciones están vivas con
la vibrante energía de
lo que somos en nuestro nivel más profundo. A pesar de que las
convenciones no son programas y actividades que llevamos a cabo, eso sin
duda los crea.
Permítame darle un ejemplo. Empecé a enseñar el uso del bastón en la
comisión para ciegos, Iowa Commission for the Blind en 1966, y era buena
en eso. Joanne Wilson
fue una de mis alumnas, también lo fue Patricia Maurer, y por un breve
periodo,
Marc Maurer también lo fue. Fui entrenada por un maestro de
desplazamiento vidente que estaba allí
antes que yo, y cuando me fui, entrené a otra persona vidente para tomar mi
lugar.
El Doctor Jernigan fue director de la comisión para ciegos, Iowa
Commission for the Blind. Nos había contratado a los tres. Estaba
orgulloso del programa de desplazamiento de Iowa. Era parte de lo último
en filosofía Federacionista. Que puede suceder cuando los programas de
rehabilitación están a cargo de
personas que creen en las personas ciegas. Y sin embargo, Kenneth
Jernigan, nuestro
líder y presidente, había contratado sólo maestros de desplazamiento
videntes.
Llevó a nuestros estudiantes con sus excesivamente largos
bastones blancos a
convenciones nacionales de la Federación, donde decidió mostrar sus
habilidades excepcionales, con
la envidia de muchos y la irritación de los demás. Pronto comenzaron los
estudiantes de Iowa
a mostrar a otros cómo usar un bastón blanco para viajar de manera más
eficaz.
Nuestros centros de entrenamiento de la Federación siguen
ofreciendo lo último en entrenamiento de desplazamiento con el bastón
pero hoy en día la mayoría de nuestros maestros de desplazamiento son
ciegos, y tuvimos que juntarnos
en la convención para que esto ocurra. Se produjo debido a
las relaciones y la observación de los hechos. Se produjo debido a un
cambio en
nuestros procesos de pensamiento colectivo, pues algo no andaba bien en
nuestra forma de pensar. Se produjo a causa de una apertura al cambio.
Hoy en día hay elementos específicos que dan una dimensión
unificadora a
nuestras convenciones: renovación del compromiso, la incorporación de
los novatos en
el cuerpo de la Federación, el asesoramiento de los ganadores de las becas,
el llegar a los padres de niños ciegos, el martilleo de políticas
que aveces confirma, a veces cambia nuestra dirección, la entrega de
esperanza
a los desesperados, la puesta en común de los recursos financieros y
emocionales, el cariño
que cae sobre todos los que desean recibirlo. A través de toda esta mezcla y
fusión, algo nuevo y valioso, algo que emerge de alguna manera, se las
arregla
para ser colectivo, y a la vez muy personal a cada uno de nosotros.
Cuando lo hacemos bien,
esto es cierto para miembros antiguos y nuevos reclutas por igual.
Por lo tanto, diría que la función primordial de nuestras
convenciones es
cuidar y alimentar nuestra propia integridad como un movimiento de
creación de la vida en una forma de auto
renovación. No de una manera estática que esculpe en piedra lo que se
hizo en
el pasado o lo que se cree que es "correcto", sino de una manera que sea
adecuada para los
tiempos en los que vivimos ahora.
Cuando hacemos eso, la forma futura de lo siempre cambiante, "de
lo que hacemos" en
los niveles tácticos y estratégicos, serán simplemente una nueva
expresión de lo
inmutable "de lo que somos" en el plano espiritual interior.
Alegría y esperanza. Poder y cariño que caen a nuestro alrededor.
O es posible
simplemente decirlo de esta manera: "El Vestíbulo del Hilton Anaheim."
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